RÍO DE JANEIRO -- Lo voy a explicar otra vez, por si no quedó claro. Uno es un un profesional, que viene al Mundial a trabajar y a escribir de la forma menos subjetiva posible, despojado de emociones.

Hincha argentino
APDe tanta ilusión, los hinchas argentinos no pudieron dormir.

OK. A horas de la final del Mundial, no puedo sostener la mentira mucho tiempo más. Y menos en este espacio, donde abuso de la primera persona.

Domingo 13 de julio de 2014. El día que siempre quisimos vivir en Brasil. Más precisamente en el Maracaná. Hace cuatro años tuvimos el placer de presenciar la final España-Holanda en el Soccer City de Johannesburgo. Hoy juega la Selección argentina. Y el sueño es completo.

¿Sueño dije? Anoche fue imposible pegar un ojo. Pero no fui el único. Después de la cena con los compañeros de trabajo, sentí la necesidad de salir a caminar. Para calmar la ansiedad, para contagiarme del clima mundialista que la mayoría de las veces no podemos compartir por responsabilidades laborales.

Río de Janeiro parecía no querer dormir. Continuaban los saltos, los abrazos y los cantos que se extendieron durante todo el día. Copacabana teñida de celeste y blanco. Frente al Fan Fest, la playa era lo más parecido a un camping de cualquier rincón de Argentina, en pleno verano.

Al rato de apoyar la cabeza en la almohada, sonó el teléfono de Buenos Aires. Siempre inquieta una llamada a esa hora de la noche. Eran los amigos de ESPN Radio, que hicieron una transmisión especial durante la madrugada, en la previa XL de Argentina-Alemania. Salí al aire. Ni sé lo que dije.

Río amaneció en calma. Demasiado silencio. La interminable noche debe haber pasado factura. Empezaron a aflorar los nervios, los cosquilleos, la ansiedad. De los hinchas en Brasil, los nuestros y los de ustedes del otro lado.

Después de los himnos, iniciaremos el modo "Periodista ON". No descartamos un puño cerrado en un gol a favor o un insulto al aire en un tanto en contra. Somos seres humanos. Nos corre sangre por las venas. Sabrán entender la situación.

Nos vamos al Maracaná. Tenemos una cita con la historia.

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RÍO DE JANEIRO -- La cuestión es estar. Acompañar. Alentar. Ser testigos de un acontecimiento histórico, sea cual sea el resultado final. Por más que no haya tickets disponibles. Eso se advierte al caminar por Copacabana.

Hinchas de Argentina
APDel frío de Argentina a la playa de Río, todos juntos

Se estima que 100.000 argentinos llegarán a Río de Janeiro para la final del Mundial. Desde el viernes ya se los ve recorriendo la playa. Parecen millones. Se reconocen, se abrazan aunque no se conozcan. Se sacan fotos, saltan y cantan. Los hits nuevos y los de siempre.

Río de Janeiro contagia optimismo. No se piensa en el talento de Kroos, ni en los desbordes de Lahm, ni en la eficacia de Müller y Klose. Sólo se cree en Argentina. La ilusión no tiene freno.

Los habitantes que decidieron no abandonar la ciudad este fin de semana, y se animan a salir en sus skates o bicicletas, tienen que eludir a estos grupos eufóricos. Hay buena onda, más allá de alguna cargada que no pasa a mayores. El fútbol-voley mantiene su rutina y los ganadores son siempres los mismos.

Un vendedor ambulante, con la camiseta de Özil, ofrece banderas de los finalistas. Un grupo de cinco jóvenes amigos brasileños, extrañamente visitantes en el contexto celeste y blanco, gritan por su favorito: "¡Alemanha!". Un hombre más grande, vestido con una ajustada camiseta amarilla y gorra celeste, también da a conocer su preferencia para la TV: "Que sea campeón Alemania y que haga un gol Messi, que me gusta mucho".

Tres oficiales de prefectura retiran una bandera argentina que no podía estar colgada entre las palmeras. Sin embargo, no hay conflicto. Terminan charlando con sus dueños sobre el partido del domingo en el Maracaná.

El epicentro de la fiesta se encuentra frente al hotel Copacabana Palace. Allí, decenas de hinchas forman el pogo. Conviven las camisetas de todos los equipos "sin prohibición de visitantes". El resto de los turistas aprieta el rec. Un par de tambores y silbatos inician las canciones que le dan ritmo a la tarde. Pelucas, banderas con la imagen del Papa Francisco y el recuerdo permanente para Brasil.

A pocos metros está Joaquín González, quien se mezcla entre los tantos vendedores con sus artesanías y las mallas que fabrica su esposa. Llegaron hace 15 días desde Mar del Plata, junto a su pequeño hijo. Además de sumar unos reales al bolsillo familiar, él integra un grupo musical junto a un grupo de amigos. Tanto le gustó Rïo, que no descarta quedarse un tiempo más. Para el domingo a las 16 ya tiene plan: disfrutar la final en el Fan Fest.

Estará bien acompañado. La reventa cotiza 5000 dólares, en el mejor de los casos. Una cifra inaccesible para la mayoría. Mientras tanto, se disfruta la previa. Copacabana está sitiada. Todos quieren ser parte de este capítulo del fútbol argentino. Y se sienten como en casa.

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BELO HORIZONTE (Enviado especial) – La Selección se despide de Belo Horizonte, donde llegó hace 32 días con el sueño de alcanzar la gloria. El mismo que pretende coronar este domingo, ante Alemania.

Brasil declaró su independencia en 1822 y se convirtió en una república en 1889. Entre las aspirantes a reemplazar a Ouro Preto como capital de Minas Gerais estaba Curral del Rei, la pequeña población que se convirtió en la Cidade de Minas en 1897. En 1906 pasó a llamarse Belo Horizonte.

Getty ImagesUna postal de la Iglesia y la laguna de Pampulha
Uno de los atractivos de la ciudad es la Iglesia de San Francisco de Asís, ubicada frente a la laguna de Pampulha. Fue ideada en los inicios de los '40 por Juscelino Kubitschek, un médico y político brasileño, que fue alcalde de Belo Horizonte y gobernador de Minas Gerais, antes de convertirse en presidente del país (1956-1961).

El proyecto arquitectónico de la Iglesia, construida de 1943 a 1945 y concluida en 1957, estuvo a cargo de Oscar Niemeyer, considerado uno de los íconos en su profesión. Colaboraron el artista plástico Cándido Portinari, el ingeniero de estructuras Joaquim Cardoso y el arquitecto paisajista Burle Marx, responsable de los jardines exteriores.

Por la módica suma de 2 reales, se puede ingresar a esta obra poca ortodoxa, que en los primeros años generó varios rechazos. La pared del fondo cuenta con un mural de San Francisco, pintado por Portinari. La fachada trasera es una composición blanca y azul de azulejos, también diseñada por Portinari. Nadie se va sin fotografiarse en ese sector.

Hablando de fotos, pocos respetan la prohibición de tomar imágenes dentro de la Iglesia. El silencio de la capilla contrasta fuertemente con los gritos de chicos y grandes, en el parque de diversiones que está enfrente. A unas pocas cuadras se encuentra el estadio Mineirao.

Detrás de la recepción, donde se pueden comprar souvenirs, hay un poster del Papa Francisco: "O Papa do povo (el Papa del pueblo)".

La Iglesia de San Francisco de Asís es una visita obligada para los turistas, sea cual fuere la religión que profesen. A pocas horas de la final, no sorprendería que la mayoría de sus visitantes sean argentinos.

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SAN PABLO (Enviado especial) -- Los espectadores se prepararon para la función. A medida que se acercaba la hora, aceleraron el paso. Corrieron hasta el baño, comieron de apuro. Todo sea por estar sentados a las 17 frente al televisor.

Brasil
En la sala de prensa reinó la sorpresa, como en el resto del mundo

La situación que se vivió en la sala de prensa del Arena Corinthians no debe haber sido diferente de la del resto del público que vivió, en vivo y en directo, el histórico Brasil 1-7 Alemania. Tanto en la previa, como durante la semifinal que quedará en el recuerdo.

El primer zarpazo llegó a los 11 minutos del 1º tiempo. Un periodista español gritó el gol de Müller como si fuera alemán. Al resto lo invadió la sorpresa.

A medida que llegaron los tantos de Klose, Kroos y Khedira creció la incredulidad. Entre los periodistas, algunos se comían las uñas y otros se agarraban la cabeza. En media hora, el dueño de casa, el pentacampeón mundial, caía 0-5 en el Mineirao de Belo Horizonte. La mayoría elegía un respetuoso silencio. Salvo el periodista español, claro, que lamentaba incluso las ocasiones desperdiciadas por la visita.

A los 40 minutos, dos compatriotas brasileños se fundieron en un abrazo fraternal. Un abrazo con olor a despedida. Las caras que mostraba la TV también emocionaban a la distancia. El llanto desencajado de los hinchas que veían cómo se trituraba su ilusión de la forma más cruel.

El entretiempo sirvió para comprobar que lo que sucedía era realmente cierto. Los reporteros se pegaron a las pantallas para volver a ver cada gol. Los argentinos se buscaban en la sala para comentar lo que estaba pasando. Todos elogios para Alemania, que llega motivado y descansado a la final. Y cierto temor por tener que enfrentarlo en una posible final.

Las primeras exclamaciones del complemento llegaron por las atajadas de Neuer. Lo único que le faltaba a Brasil para coronar una tarde de terror era toparse con una pared en el arco. Cada ataque germano generaba un "No, no, no". Julio César evitó el 6º con una volada espectacular y luego saliendo a cortar fuera del área. Nada pudo hacer en la jugada que terminó Schurrle.

Llegó la hora del reconocimiento de campo de la Selección argentina en el estadio. Varios decidieron resignar esos 15 minutos. No podían despegarse de la pantalla.

El 7º de Alemania, obra de Schurrle, desató sonrisas en el centro de prensa. Seguramente no era la intención cargar a Brasil, sino exteriorizar la sorpresa por el cachetazo futbolístico de Alemania. El descuento de Oscar, sobre la hora, provocó aplausos. Tal vez, a modo de piedad.

Con el pitazo final, la sala de prensa de San Pablo recuperó su ritmo normal de trabajo. El shock por Brasil 1-7 Alemania difícilmente se vaya.

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BRASILIA -- En la víspera de Argentina-Bélgica, la zona aledaña al estadio Mané Garrincha parecía haber entrado en un letargo hacia las 22:30, horario en el que se complica conseguir un restaurante abierto para cenar. Hasta el shopping que está enfrente a los hoteles bajó sus persianas un rato antes. Sí, en pleno Mundial y un día en el que jugó Brasil. Insólito.

Sin embargo, la calma se interrumpió con la llegada de "Barrilete Cósmico". El motorhome de la Fundación Quiropraxia para Todos, con su bandera gigante, sus parlantes, su intención de romper el silencio. Sus ganas de vivir el Mundial.

El banderazo espontáneo comenzó a acaparar la atención. Lo que comenzó como algo de 10 o 15, tomó cuerpo rápidamente. Los hinchas bailaban y cantaban en el medio de la avenida. Los autos que buscaban pasar por ahí, se prendían en la fiesta.

De repente, la movida congregó a unas 200 personas en la Quadra 5 del sector hotelero. Al ver lo que sucedía a través de la ventana, los argentinos bajaban de sus habitaciones con lo puesto. Todo sea por disfrutar el momento.

El hit de "Brasil, decime qué se siente" sonó una y otra vez en tono de cumbia. No faltó el himno nacional a cargo de Los Piojos y canciones de Los Redonditos de Ricota y La Bersuit. Dos mujeres , vestidas para salir, cambiaron sus planes: se subieron al micro para sostener la bandera y arengar a la gente.

No faltó el "aprovechador de turno", tratando de venderle entradas al que creía argentino. Porque en ese banderazo, no eran todos argentinos. Padre e hijo con camperas de Bélgica asistieron al evento. Correctos y sonrientes. Un simpatizante de Sao Paulo, con la camiseta puesta, se prendió a "La Mano de Dios", el tema de Rodrigo que sonó a todo volumen. Y otro brasileño, en muletas, se metió debajo de la bandera gigante al ritmo de "Soy Cordobés".

Una joven brasileña, short de jean, camiseta amarilla y tacos, hacía gala de sus dotes para la samba, con un partenaire de lujo: un hombre argentino, calvo él, con short blanco y en cuero, pese al frío que ya hacía a esa hora de la noche.

Cuarenta y cinco minutos después del arranque, seis patrulleros estacionaron a 100 metros y se acercaron a dialogar. No hubo conflicto. Los hinchas se movieron hacia un estacionamiento para liberar el tránsito. Pero la música siguió. En ese entonces, ya había una cámara de la TV brasileña haciendo notas.

El Barrilete Cósmico, que ya pasó por Río de Janeiro, Belo Horizonte, Porto Alegre, San Pablo y promete seguir a la Selección, lanzó una nueva convocatoria para el sábado a las 10. Desde ahí, caminata hasta el estadio.

Una chance para los que se perdieron el banderazo espontáneo del viernes a la noche. Una fiesta que rompió el silencio de Brasillia.

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BELO HORIZONTE -- El jueves a la tarde de Belo Horizonte daba para una historia colorida en este Blog de viaje. Hasta que la tragedia, ocurrida a pocos kilómetros en Pampulha, obligó a cambiar el foco.

Belo Horizonte
TwitterAl menos dos personas murieron en el derrumbe
Después de las 15 se produjo el derrumbe de un viaducto en construcción en la Avenida Pedro I. Un lugar ubicado a 12 kilómetros de la concentración de la Selección argentina en Cidade do Galo y un camino obligado para el aeropuerto internacional de Confins.

La Secretaría de Salud de Minas Gerais confirmó la muerte de 2 personas y 19 heridos. Mientras tanto, el Cuerpo de Bomberos tiene la ardua tarea de cortar el viaducto para poder quitar al ómnibus amarillo, a los dos camiones vacíos y al vehículo que quedaron bajo los escombros.

Es realmente impresionante el video que muestra el momento exacto del derrumbe. Si bien no era hora pico, transitaban muchos autos en ese instante. De milagro no quedaron más coches atrapados.

Al llegar a Belo Horizonte, hace ya 25 días, nos sorprendió el atraso de las obras en materia de tránsito. Pudimos comprobar que las quejas de los ciudadanos que se oponían a la organización de la Copa del Mundo eran totalmente justificadas.

Los vecinos del lugar reclamaron en más de una oportunidad por la falta de seguridad de la obra, que comenzó hace un año y costó 460 millones de reales. La misma debía culminar antes del inicio del torneo. En octubre hay elecciones presidenciales.

"Es normal que el tráfico estuviera abierto con el viaducto a punto de terminar", dijo Marcio Lacerda, Prefecto de Belo Horizonte. "Accidentes como este infelizmente acontecen. En los últimos 5 años no hemos tenido ningún accidente grave". Después de esa frase, se retiró. Nada aclaró sobre los responsables del hecho ni sobre la falta de control de la construcción.

Se decretaron tres días de luto en la ciudad, que el martes recibirá una de las semifinales de la Copa del Mundo.

A unos 10 minutos del estadio Mineirao, el Mundial se tiñó de tragedia. Una tragedia evitable.

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San Pablo
Getty ImagesLa ciudad de San Pablo, un caos de tránsito a toda hora

SAN PABLO -- La solitaria autopista durante la mañana de la ceremonia inaugural del Mundial fue una mera casualidad, en ese momento ponderada en este espacio.

Aquel jueves 12 de junio fue feriado en San Pablo.

Siempre supimos que Sampa es inviable en materia de tránsito, una especie de "microcentro permanente". La llegada del lunes a la mañana nos confirmó dicha teoría.

El viaje desde el hotel hasta el Arena Corinthians tardó una hora y media. Lejos de los 40 minutos que había anticipado el chofer. No quedó otra que seguir la conferencia de Sabella a través de Twitter.

Fue una sorpresa ver a un compañero de trabajo entrar al estadio a la par nuestra. Él había decidido viajar en Metro. Y salió un rato después que el grupo en camioneta.

La estadía en el Itaquerao fue más que breve. La demora nos privó hasta de los 15 minutos de práctica abiertos a la prensa. Apenas hubo tiempo para picar algo, retirar el ticket y pegar la vuelta.

Para el regreso, se priorizó la comodidad al tiempo. Un micro de la FIFA nos dejaba en la puerta del hotel. Esta vez, el trayecto demandó una hora. Ya no fue grande la sorpresa al ver a otro compañero ingresar a la par nuestra, después de haber decidido viajar en Metro.

Haciendo cuentas rápidas, tardamos menos del hotel al aeropuerto de Belo Horizonte con vuelo a San Pablo incluido, que en el ida y vuelta al estadio dentro de San Pablo.

Ahora entendemos por qué tanta gente usa helicóptero para movilizarse. Una opción que nosotros no adoptaríamos ni que tuviéramos mucho dinero.

En principio, el grupo decidió adelantar su partida del martes rumbo al estadio. Una sana decisión, aunque haya que sacrificar horas de sueño.

Para los remolones, o para los que no soportan un tránsito lento, la opción del Metro cobra cada vez más fuerza.

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BELO HORIZONTE -- La gestión fue rápida y sencilla. Una vez que llegó el "Sí" sólo era cuestión de coordinar el momento para llevar a cabo la nota.

El encuentro se dio en un lugar descontracturado, propio de la juventud del entrevistado y no tanto la del entrevistador. Sus compañeros se entretenían en un rato libre de la concentración.

Gracias a la gestión de personal de prensa de la AFA, se consiguió un ámbito ideal. Tranquilo, silencioso, cómodo. La charla con Tiago Casasola, de 19 años, corría por los carriles normales. Su experiencia como sparring de la Selección argentina, sus inicios en el fútbol, el paso por Huracán y la llegada a Boca.

De a poco se fue llegando al clima. La consulta por su referente futbolístico, la anécdota del tweet con la felicitación por el cumpleaños que nunca fue respondido y el deseo de poder conocerlo algún día.

Hasta que llegó el momento. Con cierta sorpresa tomó la computadora que le acercaron. Su cara se tranformó cuando a través de un video lo empezó a ver. Era su ídolo, que le hablaba a él.

Lagrimeó en pleno mensaje. Tal vez la emoción no le permitió escuchar todo lo que le decía. "No me pueden hacer esto...", atinó a decir después de apretar el stop. No sabía como agradecer. "Cuando lo vea mi viejo, se muere", dijo al despedirse y pidió una copia.

Lo mejor de esta historia está en el video que acompaña a este Blog.

Tiago Casasola cumplió un sueño al poder acompañar a la Selección en el Mundial de Brasil. El Patrón Jorge Bermúdez le cumplió otro.

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PORTO ALEGRE -- Caminar alrededor del Parque Harmonía genera una sensación de familiaridad. Mesas y sillas en la vereda, banderas, música, mate, alguna que otra bebida espirituosa, todo pintado de celeste y blanco.

Dentro de los muchos colectivos, micros, motorhome y demás variantes, se destaca el Pancho I. Una casa rodante ploteada a imagen y semejanza del Papa Francisco...y Leo Messi.

Juan Vera puso un aviso en el diario en busca de socios en el viaje a Brasil. Finalmente, siete personas llegaron el 12 de junio desde Mendoza para comenzar a vivir el Mundial.

Después de pasar por Rosário do Sul y Pantano Grande, fueron uno de los primeros en instalarse en Porto Alegre. Allí lograron llamar la atención por la decoración de su hogar. Viajaron durante cinco días, a no más de 70 kilómetros por ahora. "Lo hicimos tranquilos y lo hemos disfrutado mucho", cuenta Willy Sánchez.

Sin entradas para Argentina-Nigeria, lo van a vivir en el FIFA Fan Fest, pegado al río Gauíba, con pantallas gigantes y música en vivo. No de casualidad se instalaron frente al predio, que tiene capacidad para 20.000 personas. La gobernación de Río Grande do Sul estima que llegaran unos 100.000 argentinos, en su mayoría sin tickets.

Germán López explica por qué llevan la bandera brasileña: "Nos han tratado mucho mejor de lo que nos esperábamos. Acá en la zona Gaucha hay gente muy buena, hasta nos invitaron a un asado, no hemos tenido ningún problema".

Una vez que termina la entrevista llega el resto de los integrantes. Se despiden con el hit del Pancho I y un sueño intacto: acompañar a la Selección el 13 de julio en Río de Janeiro.

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BELO HORIZONTE -- El domingo a la tarde es muy domingo a la tarde, a pesar de que se juegue el Mundial. No pasa prácticamente nada en la zona de Pampulha.

La gente aprovecha para sentarse a tomar algo, caminar o trotar en el hermoso atardecer alrededor de la lagoa. A pocas cuadras de allí, en la puerta del estadio, se arma un tumulto. Son dos familias brasileñas que se acercan a charlar con cinco jóvenes argentinos.

ESPN.comLos cinco amigos de Pinamar, en el Mineirao

Ellos son Eduardo, Facundo, Gonzalo, Pablo y Diego, amigos de toda la vida, de la escuela y el fútbol, en la ciudad balnearia de Pinamar. Llegaron a Brasil sin tickets, con la idea de seguir a la Selección: "Si tenemos la suerte de entrar, bienvenido. Si no, vamos a disfrutar el Mundial y el viaje con amigos".

Un día después del golazo de Messi para Argentina 1-0 Irán, posan pegados a la reja del Mineirao. "Ayer no teníamos ingreso y lo vimos en el Fan Fest de Belo Horizonte. Hoy vinimos a conocer el estadio", cuentan los muchachos.

El 12 de junio salieron de Aeroparque a Iguazú. Cruzaron a Foz de Iguazú y en ese aeropuerto les entregaron el auto que alquilaron. Son dos conductores, uno en ruta y el otro experimentado en la ciudad. "Sin GPS, sin Google Maps, entramos a las ciudades a ver dónde podemos ir y buscamos a los argentinos, para hermanarnos", dicen con orgullo.

Valoran mucho el trato con los brasileños. Tuvieron un guía salvador: "Nos metimos en San Pablo sin conocer nada. Al perdernos, le preguntamos a un hombre y nos respondió: 'Ustedes están locos. Vamos a buscar a mi mujer y los acompaño'. Acá manejan como locos, pero fue despacio, dio mil vueltas durante 40 minutos. Si no nos sacaba, todavía estábamos ahí".

Antes de llegar a Belo Horizonte pasaron por Curitiba, Arraial do Cabo y Río de Janeiro, donde durmieron en el hotel "Mil estrellas", como llaman los acampantes a la concurrida playa de Copacabana. Ya suman 2500 kilómetros en auto en Brasil y van por más.

Desistieron de acompañar a Argentina en el tercer partido ante Nigeria, en la lejana Porto Alegre, y se guardan para los octavos de San Pablo, siempre y cuando los de Sabella sean primeros del Grupo F.

"Nos estamos administrando bien, hay días en los que se gasta un poquito más… sobre todo de noche. Y en Río de Janeiro. Tuvimos que aflojar un poco porque es muy cansador, no dormís". Se los nota agotados, pero felices.

Aunque la idea de asistir al Mundial estuvo siempre, comenzó a tomar forma en diciembre. Hicieron un esfuerzo grande para poder ahorrar durante la temporada veraniega, momento fuerte en Pinamar. Cada uno se abocó a lo suyo: unos trabajan en gastronomía, otros en hotelería y uno en un mangrullo vendiendo licuados en la playa.

Les sobra optimismo. Tiene planeado el regreso para el 18 de julio, cinco días después de la gran definición en el Maracaná. Para ellos, que Argentina llegue a la final, sea campeón del mundo y ellos puedan presenciarlo "sería la frutilla del postre".

Mientras tanto, se llevaron de recuerdo la foto del estadio Mineirao. Llegaron un día después del triunfo de Argentina, pero lo disfrutaron como si fuera ayer.

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BELO HORIZONTE -- Son 100 metros de pasión. Una cuadra donde confluyen las culturas, donde vive el fútbol, donde se respira Mundial.

Para los escépticos que creían que la Copa sólo se vivía en Río de Janeiro, la aparentemente silenciosa Belo Horizonte les tenía guardada una sorpresa.

El lugar es Plaza Savassi, el tradicional punto de encuentro en pleno centro de la ciudad. Específicamente Rúa Antonio de Albuquerque, que desemboca en las transitadas avenidas Getulio Vargas y Cristovao Colombo. Una peatonal donde hay que pedir permiso constantemente para poder pasar.

A partir de las 17 comienzan a poblarse sus bares y desde ese momento, la venta de cerveza no se detiene. Mesas a la calle, personas paradas arriba de los bancos para observar mejor el panorama y hasta hinchas con banderas colgados de los árboles para llamar la atención.

En la víspera de Argentina-Irán, las pantallas de los televisores muestran Ecuador-Honduras, pero el partido pasa prácticamente inadvertido. Se canta, se grita. El folklore futbolero en su máxima expresión. Predomina la rivalidad de Argentina y Brasil, pero de vez en cuando se entromete el Cruzeiro-Atlético Mineiro tan arraigado entre los mineiros.

Entre los que disfrutan el momento, pasan rostros preocupados. Son los que necesitan entradas y lo hacen saber con carteles escritos en todos los idiomas.

Un jóven argentino, al que muchos extrañamente ven parecido a Messi, es requerido para sacarse fotos. Hasta recibe el apasionado beso de una turista. Compatriotas suyos cuentan sus historias. Vienen desde todas partes. Son pocos los que tienen tickets. La mayoría hizo un gran esfuerzo para llegar a Brasil. Largos viajes con tal de vivir esta experiencia.

El encendido de una cámara termina por encender el clima. Todos quieren aparecer, todos quieren mandar saludos. Se abrazan, saltan, interrumpen a los que son entrevistados, les hacen gestos por atrás y algunos locales, con tal de aparecer, hasta se suman a los cantos argentinos. ¿Los entenderán?

La noche promete ser larga. "Al final no estaba tan mal venir a Belo", dice Pablo, con una sonrisa cómplice.

Razón no le falta.

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