Fútbol Americano
María Alexander 4y

Valentín Viola: "Con este encierro uno toma conciencia de lo importante y de la libertad"

Valentín observó su lujoso auto y se cuestionó para qué le servía si no podía pasar a buscar a un amigo o salir a cenar con la familia. "Miro mi auto lindo, ese que tanto anhelé, y pienso qué tan importante es mi auto si no tengo la libertad de poder usarlo, qué tan importante es lo material en nuestras vidas que no nos damos cuenta que lo importante es otra cosa", escribió Valentín en su cuenta de Instagram junto a una foto del auto. Valentín es Valentín Viola, delantero de Nueva Chicago, surgido en la cantera de Racing. En el sexto día de cuarentena obligatoria en Argentina por el coronavirus, el jugador conversó con ESPN sobre cómo fue su experiencia en Europa y qué sueños le quedan aún por cumplir.

El auto que reposa en la puerta de su casa, no siempre estuvo ahí. Cuando a los 12 años Viola empezó a dedicarle más tiempo al fútbol, sus días se dividieron entre el colegio y los entrenamientos y la única forma de llegar de un lugar a otro era el tren Sarmiento y un colectivo. “No me fui de viaje de egresados ni salí de fiestas con mis amigos, dejé de lado un montón de cosas para cumplir el objetivo de llegar a Primera”, cuenta Viola.

A sus 28 años, Viola vive en Buenos Aires y tiene como vecinos a su familia. Pero esto tampoco fue siempre así. En 2010, tras su debut en Primera División con Racing y luego de dos buenas temporadas donde se consagró como una de las revelaciones del campeonato argentino, emigró a Europa. Sporting Lisboa, uno de los tres clubes más exitosos del fútbol portugués, lo compró y se lo llevó. Sin embargo, con pocos minutos y protagonismo, el 2012-2013 no fue el esperado y Viola regresó a Racing para reencontrarse con la gambeta y los goles. Ese plan no funcionó y voló otra vez hacia el Viejo Continente. Lo esperaban Turquía y Bélgica.

Viola se puso la camiseta del Kardemir Karabükspor turco, pero no todo fue color de rosas. Tras un año ahí, le ofrecieron renovar y dijo que no. “Económicamente me servía mucho, el club era bueno, me daban una casa gigante, un lindo auto, etc… pero me di cuenta que nada de eso valía si no tenía con quién compartirlo", confiesa Viola, quien se define como familiero y amiguero. “Llega un momento en que la plata a fin de mes ya no te interesa, porque estás en otro país, con otras costumbres y sin ver a la familia. Cuando ponés todo en la balanza entendes que ni la plata ni toda la mierda de alrededor te sirve. Yo ya no aguantaba más porque extrañaba”, explica sin filtro alguno.

En 2016, tras jugar algunos partidos con el equipo B del Sporting Lisboa, Viola fichó por el Apollon Limassol de Chipre, pero no llegó a jugar allí ya que el club lo cedió a tres equipos sin dejarlo defender su camiseta. El último club europeo en el que jugó fue Royal Excel Mouscron de Bélgica. Ahí vio acción en 24 partidos y marcó 2 goles. “Tenía la chance de seguir pero me pasaba lo mismo: la gente era diferente, habían 8 meses de invierno, veía muy poco a mi familia y decidí volver”, confiesta.

Su regreso al continente americano tuvo una escala en Colombia donde jugó para Independiente Medellín (DIM). 2018 fue el año en el que finalmente volvió a vestir una camiseta de su país: San Lorenzo. “Me vine acá a ganar menos de un cuarto de lo que ganaba en Europa, pero ya no me interesaba. Tengo compañeros que han vivido en Mónaco o en París y se han vuelto también porque les pasa lo mismo: es difícil estar sin la familia, sin los amigos y sin las costumbres", remarca una y otra vez Viola.

En estos días Valentín se cuestionó qué hubiera pasado si la pandemia del coronavirus lo sorprendía viviendo lejos de Argentina. “Agradezco estar en mi casa y con mi familia tan cerca. Si esta misma situación me agarraba en Turquía creo que en algún momento me muero, intento sacar un vuelo como sea o algo, aunque igual me hubiese quedado varado allá”, reflexiona.

Tras su breve paso por San Lorenzo y San Martín de Tucumán, a mediados de julio de 2019 Viola llegó a Nueva Chicago, equipo de la segunda división del fútbol argentino. “Por más que haya vuelto de Europa, sigo teniendo sueños. Hoy en día, a corto plazo, que Chicago se salve del descenso, y obviamente después volver a jugar en Primera", afirma a la vez que reconoce que todavía se ilusiona con una nueva y tercera etapa en Racing. “Hace un año venía con muchas lesiones, ahora ya lo superé, soy joven y estoy bien físicamente… ¿por qué no?"

Mientras charla con ESPN, Viola se prepara el almuerzo. Dice que estar encerrado ya lo está volviendo loco, que se entrena en su casa por su cuenta, pero que no es lo mismo. “El Profe nos manda por el grupo de WhatsApp un entrenamiento personalizado, pero hay que tener en cuenta que no se puede salir y que quizá algunos no tienen la posibilidad de tener un patio", explica. Y agrega: “Igualmente es mucha incertidumbre, entrenamos sin saber cuándo volveremos a jugar y seguramente cuando volvamos nos van a hacer disputar el campeonato rápido, por eso intentamos estar de la mejor forma para cuando llegue el momento”.

Con los compañeros de equipos se hablan y se mandan videos entrenando. Los más grandes motivan a los más jóvenes y les dicen que es importante estar bien y estar todos para salvar a Chicago que marcha último en la Zona A.

Cuando eso ocurra, más allá del fútbol, los hinchas, las categorías y los anhelos personales, algo habrá cambiado. Para Valentín y para todos. “En el día a día nos olvidamos de disfrutar lo que hay que disfrutar. Despertarse, desayunar, ir a hacer algo que nos gusta, trabajar, cenar con amigos. Son cosas que las vivimos tan cotidianamente que solo ahora con este encierro uno toma conciencia y valora la libertad”, concluye Viola. El jugador que también es amigo, hermano, hijo. Un jugador que resignó dinero y lujos, para ganar mucho más.

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