Fútbol Americano
Jordi Blanco, corresponsal en Barcelona 14d

Dembélé, el verdugo inesperado del Barcelona

Dembélé provocó un penal definitivo y se las ingenió para acabar siendo tan decisivo como Vitinha, bigoleador también en la eliminatoria.


Ousmane Dembélé ha marcado un gol en 34 partidos oficiales con el PSG. Y dos en dos partidos al Barcelona. Y provocó un penalti definitivo. No hizo falta mucho más. Entre pitos, muchos, y carreras sin ton ni son de las que tanto se le conocen en Barcelona, el Mosquito se las ingenió para acabar siendo tan decisivo como Vitinha, bigoleador también en la eliminatoria, y dejar a Mbappé con la consideración de simple secundario. De lujo (dos goles en Montjuïc), eso sí.

Dembélé acabará por ser un futbolista digno de estudio en las universidades futboleras. Pocos son los que en las gradas entienden a este tipo que se gana más críticas que elogios, pero entre los entrenadores su figura es indiscutible. Lo fue para Valverde y para Setién. Para Koeman y para Xavi. Como también lo es para Luis Enrique, que agradeció su fichaje en verano tanto como lamentó su fuga Xavi.

Cosas del futbol, el caso es que Dembélé, anárquico y desesperante a partes iguales, tiene conatos de brillantez y momentos especiales que le convierten por un instante en el genio que se creyó que sería pero nunca será. En París se sacó de la chistera un zambombazo providencial y en Montjuïc un remate espectacular. Dos goles con valor incalculable.

Después, a saber, igual pensó que Araújo es un personaje tan parecido a él en la locura que le retó a que le buscase fuera del área y el portugués le trabó de manera tan inconsciente como mortal. Finiquitó ahí la eliminatoria y se marchó del campo sonriente entre la pitada generalizada.

Y tan tranquilo.

MBAPPÉ, SIN MÁS Si un jugador no ha dado la medida de sus posibilidades en esta eliminatoria ese ha sido Kylian Mbappé. Se recordaba en Barcelona aquella exhibición en el Camp Nou, con tres goles que destrozaron al Barça de Koeman, para temer que tras su incomparecencia en el partido de ida se tomase el choque de Montjuïc como algo personal y fuera, otra vez, un demonio para el Barça de Xavi. Pero no hizo falta.

No hizo falta para un PSG que se las arregló para someter al Barça sin apenas necesitarle. Y sin embargo se marchó del estadio olímpico con un doblete en el bolsillo. Primero de penalti sentenció la eliminatoria. Se tiró bien Ter Stegen, pero alcanzar su obús era imposible. Y más tarde, en el desemboque del partido, después de que Ter Stegen salvase dos remates de gol, para remachar el triunfo y convertirlo en goleada.

LAMINE YAMAL, EL BREVE Se sacó de la chistera una jugada maravillosa, enloqueciendo a Nuno Mendes para servir un centro envenenado que Raphinha, tan entonado como en París, convirtió en el 1-0 para romper los planes de un Luis Enrique que debió no entender que el dominio inicial de su PSG hubiera dado paso a ese gol en contra.

Pero la expulsión de Araújo cambió los planes del Barça, Xavi decidió sacrificar al joven delantero y el equipo azulgrana perdió aquella electricidad que se contemplaba por su banda. Si el entrenador calificó la expulsión como "clave" para explicar el KO y consideró que el árbitro había "reventado" la eliminatoria también hay que incidir en que la falta de Lamine Yamal perjudicó el juego ofensivo del Barça, de tal manera que, casi, lo anuló.

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