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La marea Naranja

Las azafatas, las más bellas de la previa orange ESPNdeportes.com

JOHANNESBURGO -- Me sabrán disculpar los amigos españoles. Pero resulta que decidí salir a dar una vuelta, cansado del encierro de la sala de prensa del Soccer City, y me encontré con una marea naranja.

De repente me sentí extraño vestido de negro como estoy. Más diferente al no tomar cerveza como ellos. Pero no me dejaron a un lado. Al contrario, me integraron como al resto de los "intrusos". Incluso los españoles. Posaron para cada foto. Siempre con una sonrisa.

La escenografía era perfecta. De fondo el estadio con forma de calabaza, obviamente naranja. Hasta los fotógrafos oficiales, no los improvisados como nosotros, con chalecos naranja. El "Supportersclub Oranje", patrocinado por la gaseosa más famosa del mundo, era el punto de reunión para los hinchas holandeses.

Abuelos, padres, madres, chicos, todos unidos por el sueño de vuelta olímpica. Cuatro amigos caminan abrazados, remeras negras, tipografía naranja, cada uno con un par de letras que forman la palabra KA-MP-IO-EN (campeón).

Vestidos excéntricos, de damas o caballeros antiguos, de la nobleza, de leones. En cuanto a los accesorios, muchas pelucas, grandes lentes, llamativos sombreros y hasta mascotas de plástico, como toritos o cocodrilos.

Que hayan llegado España y Holanda a la final es un deleite para la vista, aunque siempre aparece alguno que se interpone en lo que estaba a punto de ser una foto perfecta. A propósito, las que más llaman la atencion son las azafatas (ver imagen). Los comisarios de abordo las escoltan y las cuidan, sin evidenciar demasiados celos.

Los carteles también juegan su partido. El más original reza: "For sale octopus (pulpo a la venta)". Y promete una paella fresca con el pobre Paul que vaticinó una victoria española en la gran definición. Un hombre mayor porta una pancarta más humilde, con la leyenda "Thank you South Africa". Y un nene, cara pintada con los colores de la bandera, levanta la inscripción "Netherlands Cup Champs".

Cinco amigos, se sientan frente a una reja a tomar su cuarto vaso de cerveza y de paso un poco de aire fresco. Un notero no quiere ser menos y viste de naranja. Hasta su micrófono lleva los colores nacionales. Un par de jóvenes están vestidos como los picapiedras y llevan en la mano una réplica de la Copa del Mundo.

En algunas horas, Gio Van Bronckhorst y compañía querrán levantar la original por primera vez en la historia. Sus hinchas, mientras tanto, celebran el hecho de haber llegado a la tercera final en un Mundial. Si así festejan en la previa, que se prepare Sudáfrica en caso de consagración naranja.

Si la tercera no es la vencida, por su filosofía de vida sería extraño que hagan un drama nacional en caso de derrota. En eso ya son campeones.