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Incluso en estos tiempos

España levanta su primera Copa del Mundo en Sudáfrica. Merecían este título más que nadie AP

BUENOS AIRES -- Joaquín Sabina debe estar rebosante de alegría por ver a su Roja en la cima del mundo. Estará feliz como todos los españoles, los de Madrid, los de Valencia, los de Sevilla, hasta los de Cataluña. Hoy todos viven bajo una sola bandera: la bandera del triunfo, de la gloria. El eximio cantautor nacido en Úbeda compuso la canción "Incluso en estos tiempos" muchos años antes de este día maravilloso para su país. Sin embargo, esa premisa se puede asociar a este presente futbolero.

Esta Selección de España se ríe de la postmodernidad, un concepto que intenta irrumpir en todos los órdenes de la vida. Estos futbolistas juegan de la forma más antigua que se conoce: al toque, intentando pasarle siempre la pelota a un compañero, con el arco contrario como principal objetivo. Por eso pienso en el maestro Sabina y su "Incluso en estos tiempos" cuando miro a uno de los mejores campeones de los últimos treinta años.

Se ríe Andrés Iniesta de aquellos agoreros que tras la derrota frente a Suiza dijeron que era imposible jugar como lo hacía este equipo. Se ríe Xavi, con la Copa del Mundo en sus manos, mientras otros conjuntos más "cuidadosos" tienen que ver por televisión esta fiesta. Se ríe Villa de aquellos que piensan que para ser goledor hay que medir un metro noventa y jugar más con la cabeza que con los pies.

Se ríe España, por primera vez en su vida. Y es imposible no alegrarse junto a ellos. Porque en Johannesburgo no sólo festejan los españoles, que ganaron su primer Mundial. En el Soccer City también triunfó el fútbol, porque por primera vez en muchos años habrá un campeón de lujo, que se paseará orgulloso con un título muy merecido.

¿Que no jugó bien la final? Jugó como se tienen que jugar las finales, sin traicionar a su identidad pero con fibra y hambre de victoria. Holanda salió a pelear el partido y España no pudo evitar entrar en ese juego. Juntos protagonizaron una de las definiciones más dramáticas de todos los tiempos, en la que se luchó mucho más de lo que se jugó.

Demostró que aquella fama de equipo liviano que no da la talla en las situaciones límite ya quedó en el pasado. Demostró que además de jugar mejor que todos también tiene carácter. Demostró que no hace falta pegar y sumar defensores para ganar una final del mundo. Demostró que los mejores campeones son y serán los que mejor juegan.

Los grandes protagonistas de este triunfo frente a Holanda fueron Casillas e Iniesta. Un madrileño y un catalán adoptivo, como para equilibrar los méritos. El arquero apareció cuando el equipo más lo necesitó y le sacó dos mano a mano a Arjen Robben. El mediocampista, por su parte, marcó el gol más importante de la historia del deporte español y se ganó un lugar en el bronce.

El Cerebro hizo lo único que le faltaba para ser considerado uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos. Conforma con Xavi la mejor dupla de mediocampistas que se recuerden y hoy se subió al olimpo del fútbol mundial. Juega y hace jugar, tiene la misma capacidad para dar un pase-gol como para definir o defender. Es el que mejor entiende este juego. Por eso, es un acto de justicia que él fuera el autor del gol del campeonato.

Antes de dar vuelta la página de este torneo, hagan un ejercicio. Piensen en los últimos Mundiales. En Italia 2006, Brasil 2002, Francia 1998, Brasil 1994, Alemania 1990. Piensen en cómo jugaban esos campeones, en si disfrutaron o no con ellos. Bien, ahora vuelvan a ver la semifinal España-Alemania. Así entenderán porque nunca olvidaremos a esta Selección.

Incluso en estos tiempos, en los que es más fácil destruir que construir, hay un equipo que nos alegró la vida con su fútbol. La Roja, como diría el gran Sabina, nos demostró que jugar es "soñar con los pies".