Messi liquida al Espanyol

BARCELONA (Jordi Blanco, corresponsal) -- Leo Messi es el comodín del Barça. El futbolista a quien todo el mundo dirige su mirada cuando se intuye el derrumbe del equipo. El encargado, el mozo, el director general, el gerente y el sindicalista. Todo a la vez. Todo en uno. Y a lo visto, por el momento con eso le basta a Luis Enrique, que buscando todavía un plan concreto se apoya en La Pulga para mantener a su equipo en la carrera.

Por él, principalmente, ganó el Barça un derbi que el Espanyol deberá pensar que tiró a la basura de manera lamentable en el último suspiro de la primera mitad, cuando los pitos aparecían ya de forma cada vez menos disimulada en la grada y el gol de Sergio García provocaba nervios en un equipo azulgrana lento e impreciso a partes iguales y en el que apenas la electricidad de Neymar y la presencia de Messi ofrecía razones para la esperanza.

Pero fue entrando en el tiempo de alargue de la primera mitad, en el descuento, cuando Leo apareció para rescatar a Luis Enrique, tras un pase retrasado de Xavi, con hasta ocho compañeros en el área sin saber muy bien qué hacer y el tiempo deteniéndose. Messi tomó el balón en la frontal, amagó el disparo para escorarse un poco a la izquierda y lanzó un tiro excepcional que hizo una parábola imposible para superar a Casilla.

Lo que en condiciones normales se diría, 'salvado por la campana' se transforma al hablar del Barça en 'salvado por Messi'. El tipo multiusos que quiere conducir a su equipo al éxito. O, por lo menos, lo mantiene en pie.

El derbi acabó en un santiamén de la segunda mitad. Poco después de que el árbitro le perdonase la roja a Eric en un empujón clarísimo a Neymar, la Pulga se encontró con un balón en la frontal del área y lo clavó con furia en la red del desesperado meta blanquiazul. Apenas tres minutos después Piqué, ¡a la salida de un córner!, marcó de cabeza el 3-1.

Con muy poco juego le había bastado al Barça para tumbar a un Espanyol aguerrido y serio; valiente y firme... Pero que se arrodilló al ritmo que quiso marcar Messi. Pedro, sobrepasada la media hora de la segunda mitad, convirtió el triunfo en goleada y Messi, principio y final, cerró la tarde con manita, su hat-trick, después de una combinación mágica con Pedro.

Una 'manita'. Tal cual, después de una primera mitad sin orden ni concierto en que el Barça se vio maniatado por el Espanyol, al que avanzó Sergio García en un robo de balón que señaló a Busquets y retrató a Piqué. Estuvo tan cerca de lograr el 0-2 el equipo blanquiazul como el Barça lejos del empate más allá de una falta lanzada por Leo al travesaño... Hasta que llegó la hora de la verdad.

Cuando Messi decidió que la fiesta se había acabado para el Espanyol, el derbi se dibujó de azulgrana y la Pulga arrolló todo lo que encontró por delante. El fútbol del Barça sigue estando lejos de lo deseado. Pero está Messi. Leo Messi. Y punto.