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Lakers busca el factor sorpresa

LOS ÁNGELES -- Pocos apuestan un centavo por Los Ángeles Lakers este año. Ni la prensa, ni una gran cantidad de aficionados con el corazón teñido de púrpura y oro, tampoco los eternos rivales, y hasta los jugadores parecen haberse contagiado más por el negativismo de un entorno curado de espanto tras los recientes fiascos que por el mensaje que intenta transmitir la gerencia y el cuerpo técnico.

Mientras Mitch Kupchak repite hasta la saciedad que este año los laguneros optarán por el anillo de campeón sin que se le tuerza el gesto, hay jugadores a los que sí se les tuerce la sonrisa para esgrimir un "haremos lo que podamos" aludiendo al factor sorpresa y a la capacidad de hacer de este plantel un equipo competitivo, aspirante y, sobre todo, sólido.

Pero hay un hombre que guarda una mueca de alegría perenne desde el día de su presentación hasta su comparecencia en el Día de los Medios de los Lakers. El coach, Byron Scott, se ríe porque lleva colgado el cartel de 'no favorito'. Para él, lo de la presión es un sí pero no. El peso obligado por la flamante historia de la franquicia que se contrarresta con la liviandad de los desastres de los últimos años. Se tocó fondo la campaña pasada con un récord vergonzante que superó las previsiones más pesimistas (27-55), y es que nadie hubiera predicho que la temporada 2013/14 sería la peor de los Lakers desde 1960.

De esta manera es difícil levantar la losa y hacer que el discurso se torne en prometedor. Aunque Kobe Bryant comience su andadura al cien por cien tras un año de ostracismo, más allá de que Steve Nash asegure estar en un momento óptimo, a pesar de que la salida de Pau Gasol haya quedado bien cubierta con la llegada de Carlos Boozer, aunque Julius Randle sea una de las piezas más prometedoras o Jeremy Lin levante los ánimos en el puesto de armador. Nada ni nadie ha podido positivar de manera absoluta el discurso de este año y eso es sin duda una buena noticia.

EXPECTATIVAS EN VÍAS DE CONSTRUCCIÓN

Las expectativas son tan bajas, tan inexistentes, tan difusas por el desequilibrio reinante en las últimas temporadas que poco se espera de una de las franquicias más prolíficas de la NBA, y eso es positivo, tanto que Scott enseña dientes de sonrisa.

"Es raro ser no favorito en Lakers, pero mira la sonrisa en mi cara. Me gusta. Es un gran reto para mí y para un jugador franquicia como Kobe, que nunca ha estado en esta situación", argumentó. "Me encanta el hecho de que todos nos están eliminando de antemano. Es mi habilidad el hablar a mis jugadores de cómo la gente nos ve como equipo de básquetbol. Tenemos mucho que hacer y estaremos listos para la temporada", sentenció.

No habla de ir a por el anillo con la claridad con la que lo hizo Mitch Kupchak la semana pasada, pero es consciente de que la suya en una pretensión a medio plazo y una construcción paulatina del sentimiento de campeón que él mismo aunó. En su época de jugador, Scott recaló en un equipo que ya tenía el apodo de 'Showtime', donde jugadores de la talla de Erving Magic Johnson o Kareem Abdul-Jabbar abusaban deportivamente de sus rivales. Los veteranos apartaron al novato, que finalmente ayudaría a su equipo a lograr tres campeonatos (1985, 1987 y 1988) y jugar seis Finales. Y entonces Scott se hizo campeón, como campeón fue Kobe Bryant.

"Ahora estamos en otro lugar. Se trata de maximizar nuestras oportunidades. Nuestra filosofía es mejorar cada día y cuando eso suceda, los resultados llegarán. Nuestro foco somos nosotros mismos", esgrimió una Mamba Negra comedida. "Los dos estamos de acuerdo en que estamos aquí para ganar el campeonato. Los dos lo hemos ganado y eso es importante", apostilló refiriéndose al coach.

¿DE LA NADA AL TODO?

Reza el dicho que es mejor que hablen de uno aunque sea mal, a que nadie te mente. Las habladurías dejan a los Lakers en un limbo más cercano al infierno que al cielo antes incluso de que comience la temporada. Todo lo que venga a partir de ahí será la reconstrucción de una moral perdida. Ladrillo a ladrillo habrá que solidificar una edificación tambaleante y en un derrumbe constante desde hace dos campañas, cuando las cosas fueron bien distintas y la caída más dolorosa.

El Día de los Medios de la temporada 2012/13 guardó un halo tan positivo que rechinó. La llegada de Dwight Howard y Steve Nash junto a la presencia de Kobe, presagiaron la presencia de un 'Big Three' angelino que parecía destinado a marcar época en la liga. Se habló de lograr el campeonato con facilidad y se dieron muchas cosas por hechas, como la química, el sistema y la salud de los jugadores. La burbuja creada a base de talonario estalló dejando a su alrededor una metralla de ilusiones rotas, coaches cabizbajos y jugadores que se marcharon por la puerta de atrás.

Llegó el momento de que esas ilusiones recuperen su color, se restablezcan sin la presión del éxito exprés y empiecen de cero. Comienza el nuevo año Lakers, año 1 después de la hecatombe, un momento en el que muchos no esperan nada, una oportunidad para volver a introducir la palabra 'todo' en el vocabulario.