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Lakers bajan de nube al más soñador

LOS ÁNGELES -- Los aficionados de Los Ángeles Lakers (3-11) tienen todo el derecho del mundo a disfrutar de las pequeñas píldoras de espectacularidad que ofrece su equipo en estos tiempos aciagos que les está tocando vivir. El que clasifiquen este año a playoffs es más una quimera que una realidad en este punto de la temporada, no obstante, quién no quiere aprovechar esos achaques de esperanza esporádica en un graderío repleto noche tras noche.

Ver al público en pie celebrando una clavada de Wesley Johnson (siete puntos y 12 rebotes) con tiro adicional cuando restaban tres minutos para el final del duelo ante Denver Nuggets (6-7) valió su peso en oro. Los tres puntos del alero sirvieron para que su equipo agarrara una ventaja precisamente de tres puntos.

Pero no nos engañemos, los Nuggets tienen casi las mismas posibilidades de jugar la postemporada que los Lakers. Que un equipo como el liderado por Ty Lawson (18 puntos y 16 asistencias) se lleve la victoria (101-94) con un porcentaje de 37.8 por ciento de acierto en tiros de campo, 27.0 por ciento en triples y 60.5 por ciento desde la línea, habla mucho del rival en sí. Claro que cuando ese rival en sí, vestido de oro y púrpura, consigue un 37.1 por ciento en tiros de campo, 12.5 desde el perímetro y 73.5 en tiros libres, qué más se puede esperar. Los Lakers realizaron un gran trabajo en defensa, pero su mordiente ofensiva dejó mucho que desear. Encontrar el balance en ambos lados de la cancha está siendo una tarea demasiado difícil de asumir, y así no se puede.

No bajen de la nube, porque lo que primó en el Staples Center este domingo fue ese sentimiento de emoción capaz de eclipsar indiferencias pasadas, presentes y futuras. Por eso Kobe Bryant (27 puntos seis rebotes y cuatro asistencias) también puso en pie al respetable apurando la penúltima posesión de su equipo con un punto de ventaja sobre los Nuggets. Pero erró. Su lanzamiento se quedó corto, tanto como el balance ofensivo de un conjunto que venía de vencer dos encuentros de los tres que jugó en la carretera. Sí, cayeron con estrépito ante Dallas Mavericks, pero solventaron sus compromisos ante Atlanta Hawks y Houston Rockets. Sigan soñando.

El domingo se rozó el éxtasis más barato. Otro alarde emocional de los asistentes al encuentro, que volvieron a creer cuando los árbitros señalaron unos pasos indescriptibles contra Danilo Gallinari con el empate en el marcador mientras se disponía a sacar de banda a falta de menos de un segundo para el final. Nick Young (siete puntos con 2-12 en lanzamientos) no pudo evitar la prórroga con su tiro in extremis cuando los oficiales le devolvieron la posesión a los locales.

Y la gente vibró como nunca antes esta temporada. Y algún sabiondo de las primeras filas dio sus teorías sobre cómo llevar a cabo jugadas varias. Algunos escuchaban mientras ambos equipos se repartían más fallos que aciertos con camaradería enemiga. Y Kobe falló un par de lanzamientos clave. Como si su confianza se hubiera visto mermada, incluso regaló algún balón a sus compañeros para que finalizaran jugadas. Y las esperanzas se diluyeron en una procesión de aficionados realistas que dieron el encuentro por perdido mientras se marchaban del arena suspirando y con los rostros marcados por la desazón a falta de poco más de un minuto para el final.

Otra derrota más, y van 11 (seis como local). Otro desatino doloroso, esta vez contra un equipo flojo, muy flojo, que venció porque fue menos malo que los Lakers. Y la nube volvió a desvanecerse como la bruma que toca esa montaña con puertos de primera categoría que marcan la imposibilidad de los laguneros para escalar hacia una cima que no se divisa. Los Lakers son capaces de bajar de la nube hasta al más soñador.