Sebastián Martínez Christensen, Escritor ESPN Digital 10y

Un presente contradictorio

MIAMI -- Por ahora, se ha evitado el tifón mediático.

De haber caído en un hueco 0-2 el Miami Heat, no sólo se habrían complicado sus posibilidades de avanzar, sino que además gran parte de la prensa hubiese comenzado con capítulo más reciente de "La Separación".

Después de todo, durante la temporada que a la postre terminó en el primer título del Heat, se escucharon adjetivos como "fracaso" por parte de Bill Simmons y frases como "nunca ganarán nada" de Stephen A. Smith.

Y aunque sólo he dado dos ejemplos, podría escribir todo un artículo de un sinfín de periodistas que fueron prisioneros del momento y prefirieron el rating a la sustancia de la información.

Esta versión del Heat ha vuelto a poner a la NBA en el mapa: los amas o los odias.

No hay punto medio, y tanto los elogios como las críticas desmedidas generan clicks.

Ese ruido innecesario se ha transformado en grillos durante las últimas dos temporadas. Entendible, considerando que son los bicampeones.

Sin embargo, no piensen ni por un segundo que los críticos han desaparecido. Simplemente están agazapados esperando su próxima oportunidad.

De no haber sido porque Dwyane Wade y LeBron James anotaron los últimos 20 puntos del equipo en el segundo juego ante Indiana, ya hubiésemos llegado a ese punto de análisis exagerados.

En ningún otro deporte tienen tanta influencia las súper estrellas.

Piensen en esto: por esencia el béisbol debería ser el deporte más disparejo, considerando que no hay tope salarian y que mientras algunos como los Yankees gastan 200 millones de dólares, otros como los Marlins gastan 40.

No obstante, la realidad nos dice algo diferente. Desde 1981, la NBA ha tenido la mitad de campeones que MLB.

La explicación es simple; el impacto de las súper estrellas es más cuando hay apenas cinco jugadores en el tabloncillo y por ende solemos ver los mismos equipos siendo contendientes año tras año. En otras palabras, el Heat sigue siendo candidato producto de tener al mejor jugador del mundo.

Pero a no equivocarse, ésta es por lejos la versión más débil del Heat desde que se unió al "Big Three".

Principalmente porque es difícil saber cuándo cambiar a pesar de estar ganando. La salida de Mike Miller fue prácticamente obligada dado el impacto que tenía con impuesto de lujo, pero quizás no debería haber sido el único que tendría que haber salido.

El experimento de Greg Oden no funcionó, y mientras Michael Beasley es un arma a la ofensiva, deja un hueco resonante cuando le toca defender.

El retiro toca la puerta de Shane Battier, Ray Allen viene de tener la temporada menos efectiva de su carrera y el resultado es que ningún jugador del Heat encestó más del 40 por ciento de sus triples esta campaña; el año pasado fueron tres los que superaron esa marca.

Curiosamente fue Mario Chalmers el triplero más "efectivo" esta temporada, y él es agente libre al final de la temporada.

Chris Andersen sí ha representado una mejoría con respecto al año anterior, a Udonis Haslem todavía le queda algo de gasolina y Miami ha estado obligado a "revivir" a James Jones.

El Heat parece haber acertado en darle 28 partidos de descanso a Wade, quien parece tener piernas frescas en esta postemporada.

Y lo van a necesitar, porque Chris Bosh ha sido inconsistente, y el baloncesto de héroe con LeBron James en una capa no funciona ante los buenos equipos.

Miami ahora regresa a su casa para el juego 3 ante los Pacers este sábado, que dicho sea de paso les traeremos a ustedes por la pantalla de ESPN.

La presencia de Paul George está en duda debido a una conmoción cerebral, y de no poder jugar, sería una baja sensible para un conjunto que no posee una súper estrella.
Pero esta versión del Heat ya no se puede confiar.

Miami perdió 12 encuentros ante equipos con récord inferior a .500 esta campaña, y apenas eso sucede, se alega complacencia.
Sinceramente, estoy de acuerdo con ese adjetivo.

La temporada regular es excesivamente larga, y el Heat ya aprendió que no puede estar al 200 por ciento todas las noches.
Son los playoffs y es un animal distinto.

Esta versión del Heat no puede desacelerar ningún segundo, porque cuando lo haga será vapuleado como sucedió ante Indiana en el primer partido.

La identidad de este equipo fue construida en base a la intensidad defensiva. Hay noches en las cuales la tienen y otras en las que no.
Puedes tener un mal día a la ofensiva, pero nunca puedes ceder del otro lado del balón.

A este Miami no le sobra nada y los actores de reparto serán distintos la próxima temporada; yo considero que el Big Three se quedará en el Sur de la Florida.

En la vereda de enfrente, San Antonio está jugando otro nivel de baloncesto, con súper estrellas pero con un movimiento de balón para envidiar.

Esos Spurs supieron reinventarse a tiempo, y sin darnos cuenta hoy ya probablemente Kawhi Leonard es el segundo mejor jugador de ese conjunto.

La transición del Heat no fue tan fluida, y el año que viene será obligada.

Mientras tanto, buscan lograr algo que sólo otras tres franquicias han conseguido; su tercer título consecutivo.

Vale aclarar que aunque esta versión del Heat es a mi juicio la más débil de los últimos tres años, Miami tiene aún posibilidades de campeonar.

Para hacerlo, tendrán que defender con uñas y dientes todas las noches.

¿Podrán hacerlo?

El tiempo dirá, aunque parece que están llegando gateando a la meta.

Eso sí, siempre ayuda tener a un tal LeBron James y a un tal Dwyane Wade.

Si hay estrellas, hay esperanza.

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