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Se fuerza la máquina

DyN

BUENOS AIRES -- El rodaje obtenido en el amistoso del miércoles ante Trinidad y Tobago seguramente no compensa el sobresalto que le ocasionó al entrenador de Argentina, Alejandro Sabella, las lesiones, aunque menores, de Palacio y Demichelis.

Las experiencias en partidos de fogueo con vistas al Mundial no han sido muy alentadoras en este rubro. Y la repetición de desgracias, más que el alerta, ha disparado la paranoia.

La fractura de Montolivo ante Irlanda, el choque catastrófico de Montes y Castillo en México-Ecuador y el golpazo del inglés Chamberlain son algunos ejemplos de esta racha.

En ciertos casos, media el infortunio o la mala intención. Pero si se analiza la lista de pacientes de distinta gravedad que llega al Mundial, se comprobará que mucho coincide en la salud de los jugadores el desgaste, la erosión de una competencia larga y exigente.

Ronaldo arrastra problemas en su pierna izquierda. Su último partido fue el 24 de mayo, nada menos que la final de la Champions League, al cabo de una temporada agotadora. Aun para un atleta con su carrocería es demasiado encarar casi sin descanso un torneo de la envergadura del Mundial.

Por lo tanto, no participará del próximo amistoso, lo mismo que Meireles y Pepe. Y habrá que ver con cuánta confianza comienza el torneo.

Ribéry, figura protagónica del equipo francés y de enorme trajín en el Bayern Munich, padece por su espalda, y es otro al que tratan como si fuera un jarrón chino. Estamos hablando de grandes atracciones de la Copa de Brasil, futbolistas por los que el público espera y que los sponsors reclaman.

Todo parece indicar que a la cita más reputada del futbol, al plato principal del menú del entretenimiento planetario, los jugadores arriban con más ganas de volverse a casa pronto para poner los pies exhaustos en la palangana que de cautivar a la platea internacional con sus destrezas.

No es que les falte profesionalismo. Simplemente, algo funciona a destiempo. La fiesta comienza cuando los invitados todavía están en el trabajo.

Si el Mundial ocupa el centro del altar de la FIFA (y de los hinchas de todas partes), la agenda necesita un retoque que permita, si no torneos de liga y continentales más relajados, al menos un paréntesis más prolongado para que los guerreros se repongan, luego se entrenen un tiempo prudencial con sus equipos y, sobre todo, reciclen la excitación por salir a un campo de juego.