Washington Cucurto 10y

Para que Brasil no sufra

BUENOS AIRES -- Brasil tiene miedo. Eso está fuera de discusión. Y aunque el Mundial se juegue en Brasil en Buenos Aires también hay grandes signos sobre este miedo terrible de los brasileños a tener que encontrarse con Argentina en la final. ¿Será posible? ¿Este es el mes del Mundial?

Como ya sabrán la mayoría de los lectores, en Brasil hay una exagerada "buena onda" con el equipo liderado por el Pequeño Genio Imparable.

¿Qué les pasa a los brasileños? ¿No deberían ser nuestros circunstanciales rivales? Es miedo, es una forma interesante de contener el estado depresivo de una gran derrota. Mientras esperamos, cuando ya estamos a un par de días del Mundial, me barrio de Once se ha puesto de fiesta.

Extrañamente, instalaron en un baldío tres grandes carpas donde la gente puede aprender gratuitamente a bailar "ritmos brasileños". El lugar está próximo a mi ventana y no paro de escuchar todo el santo día y las noches del fin de semana a Caetano Veloso, Gilberto Gil, música goiana, pernambucana, extraños ritmos tamboriles del Gran Sertao y cosas así.

Tengo el tambor instalado en la oreja. Brasil es un país con el que soñamos todos los brasileños, sus playas, sus grandes árboles, sus frutas jugosas y sus deliciosas mujeres son el sueño de cualquier habitante del planeta.

Celebro la inauguración de este espacio cultural. Pero, ¿de dónde salieron tantas mulatas y rubias con cuerpos de negras de Brasil en pleno Once? ¿Tanta es la inmigración del país vecino en Buenos Aires? Algo que desconocía por completo.

Como soy un curioso, un metódico con tiempo libre, un usufructuista del deseo, me crucé a tomar unas caipiriñas y en busca de amor, me acerqué a estas mujeres esculturales que enseñan el sagrado ritmo del tambor.

-Estamos aquí para que Argentina quede eliminada lo más pronto. Nos enviaron desde la Embajada de Brasil, es todo una fachada, una pantomima, un recurso para que Brasil no sufra tanto.

Eso me dijo una de las morochas, después de caer en mis redes de gran bailarín de cumbia y de 27 vasitos de plástico de caipiriñas. No entendí bien, ¿qué tenían que ver estas mulatas demenciales que enseñaban a bailar la samba con el Mundial a 2000 kilómetros de Rio?

"Una invasión cultural. Eso, nada más ni nada menos, tenemos que invadir a tu país con nuestra cultural, con el imaginario que tienen de los brasileños". "De alguna manera tenemos que caerles bien".

Marilia Dos Santos Garcia y Paula Drecler, me enseñaron todos los secretos del ritmo. A mí sí lograron convencerme. La idea era buena: "que enemigo quiera ser como vos, parecerse, hasta admirarte, solo así podrás destruirlo, por lo menos en el aspecto deportivo".

Yo me quedé encantado con estas dos chicas y estoy jugado a casarme con alguna de las dos, me siento enamorado de ambas. El Mundial no sólo se juega en Brasil, sino que también se comenzó a jugar en Argentina y de una manera novedosa, genial, a través del universo cultural, del choque de ambas culturas.

Mi barrio de Once, es el puntal de despegue, si todo marcha bien, y Argentina pasa la primera ronda, no sé lo que pueda pasar. No quiero perder a mi futura esposa, por lo tanto alentaré a Brasil, irremediablemente. ¿Usted no haría lo mismo?

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