Nicolás Baier 10y

Todas las miradas puestas en Suárez

SETE LAGOAS (Enviado especial) -- Parecería que no tienen rencor. Tal vez desconocen la historia o realmente no les importa. Lo cierto es que unos 5000 espectadores, en su mayoría brasileños, se acercaron al estadio Arena do Jacaré para acompañar al campeón mundial 1950. El protagonista del Maracanazo, Uruguay.

Un día después de haber arribado al aeropuerto Confins de Belo Horizonte y de contar con un recibimiento a puro samba en el hotel de Sete Lagoas, Oscar Washington Tabárez cumplió con el requisito de la FIFA y organizó un entrenamiento abierto de cara a su debut en la Copa del Mundo 2014, el sábado ante Costa Rica, en Fortaleza.

En el costado derecho de la tribuna, abajo contra el alambre, se ubicó un grupo de uruguayos, con banderas de su país. En los otros sectores predominaba el amarillo.

El plantel saltó al césped a las 15:45. Después de un trote alrededor del campo, en el que se escuchó una gran ovación, comenzó la entrada en calor. De un lado de la cancha, los tres arqueros y 19 jugadores. Del otro, al que todos fueron a ver: Luis Suárez.

El goleador de Liverpool, que se recupera de una operación en su rodilla izquierda, llevó a cabo ejercicios con pelota, eludiendo conos y rematando con ambas piernas. Se hidrató permanentemente en una tarde calurosa y charló mucho con los integrantes del cuerpo técnico.

En la última media hora, el Maestro Tabárez dispuso una sesión de fútbol reducido. Pecheras rojas contra remeras celestes. El gol tardó en llegar. Hasta se escuchó algún abucheo cuando un pelotazo se fue a a la calle. Después de haber sorprendido con un "U-ru-Guay, U-ru-guay", y seguramente ya sin repertorio sobre la Celeste, el grueso de la gente empezó a cantar en portugués. Al final se impuso el "Bra-sil, Bra-sil" que generó silbidos de los hinchas uruguayos.

Finalmente, los espectadores pudieron ver tres goles. El más lindo fue el último, obra de Gastón Ramírez. El mediocampista de Southampton fue pura frialdad en el área, con una pisada descolocó al arquero y empujó a la red.

A las 16:45 terminó la práctica. Diego Lugano encabezó la caminata hacia la tribuna. Durante varios minutos firmó banderas, se sacó fotos y regaló sus pertenencias. Al regresar hasta la puerta del vestuario, prácticamente desnudo, salió al rescate de un chiquito que se infiltró en el campo y era perseguido por la policía.

El único que no pudo cumplir normalmente con el entrenamiento fue el más observado. Hizo pasadas al costado del campo, justo en el lateral pegado al corralito de camarógrafos y fotógrafos. Veinte minutos antes del final, con muestras de cansancio, Luis Suárez se sacó los botines y se retiró.

Los hinchas de la Celeste sólo desean que se los ponga lo antes posible.

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