Gonzalo Aguirregomezcorta 10y

¿Quién le dijo 'no' a Ronaldo?

Aquel 21 de noviembre de 2013 me sorprendió escuchar a Cristiano Ronaldo en una entrevista en exclusiva en un programa radial español. El crack de la selección de Portugal y el Real Madrid atendía a 'El Partido de las 12' de la 'Cadena Cope' en una mesa redonda con niños enfermos de leucemia. El luso, muy poco propenso a conceder entrevistas en exclusiva, se declaró donante de médula ósea e incluso confesó haber convencido a algunos compañeros de su club para que hicieran lo propio.

También se habló de fútbol. El fin de semana anterior Ronaldo había marcado su decimonoveno 'hat trick' en Liga. Lo gestó en la victoria de los merengues por 5-1 ante la Real Sociedad; también quedaban pocas semanas para que la FIFA le otorgara el Balón de Oro.

El portugués dio una imagen terrenal, sincera y humana durante la entrevista. Habló con una seguridad en sí mismo muchas veces malinterpretada, sin embargo, en aquel contexto era difícil verter crítica alguna al jugador. No me sorprendió, pero fijé mi atención en sus palabras, en esa confianza habitual en el discurso que no era (ni es) más que una extensión de su fútbol, de la seguridad que tiene con el balón en los pies. Me quedé con la siguiente frase:

"Gracias a Dios, no me lesiono mucho, pero pienso que las cosas no pasan por casualidad. Si entrenas bien, es menor la posibilidad de tener una lesión. Yo me dedico al cien por cien por el fútbol. Aunque quizás Dios también es generoso y me permite no tener lesiones", afirmó ante la pregunta de uno de los niños invitados.

Reflexioné instantáneamente y recuerdo que tuve la sensación de que Ronaldo había jugado con fuego al expresar aquel sentir. Es cierto que hasta aquel momento las lesiones siempre le habían respetado, pero esa imagen de superhombre me hizo pensar que detrás de todo portento de la naturaleza hay un ser que no es inmune a la debilidad, que los momentos de flaqueza nos llegan a todos y que siempre hay alguien que resbala en su firme camino. Aquel mes de noviembre, Ronaldo insinuó en varias ocasiones que se encontraba en el mejor momento de forma de su vida y dos días después de la entrevista llegó el primer infortunio físico de la temporada.

El destino quiso rebatir las palabras de Ronaldo y puso a prueba la perpetuidad de su físico. La victoria por 0-5 del Real Madrid ante el Almería el 23 de noviembre acabó con el portugués sustituido por Jesé al comienzo de la segunda mitad. Estuvo alejado de los terrenos de juego durante 17 días por culpa de una distensión muscular y fue en ese instante cuando a Ronaldo le entró el sentimiento de urgencia, sin duda, la peor de sus consejeras.

OBSESIONES DE RONALDO

Ronaldo respira a base de fútbol y obsesiones. La primera de esas obsesiones durante la campaña pasada fue lograr un Balón de Oro que se le resistía desde 2008 y que en todo ese tiempo había ido a parar a manos de Lionel Messi, la mayor de sus amenazas para llegar a ser el mejor jugador del mundo. Cuando lo obtuvo, ya solo quedaba ser campeón de la Copa del Rey, de Liga, de Champions League, Pichichi en España, Bota de Oro en Europa, llegar en buena forma al Mundial de Brasil tras una repesca de infarto ante Suecia y hacer todo lo posible por brillar en un campeonato del mundo en el que nunca ha logrado destacar.

Muchas cosas en su cabeza y demasiada carga para sus piernas. Logró la Copa, pero se perdió la final por culpa de una lesión en el bíceps femoral de su pierna izquierda. Siguió forzando para llegar al partido de ida de las semifinales de la Copa de Europa ante el Bayern de Múnich, jugó pero fue sustituido en el minuto 73. Y forzó y forzó, porque entre ceja y ceja seguía teniendo el hambre de lograr sus objetivos, porque en su cabeza no cabía la posibilidad de no contribuir en un momento histórico para el madridismo, que estaba viviendo uno de los finales de campaña más esperanzadores de los últimos años. La tozudez de campeón le dio la Copa del Rey, la Liga de Campeones y fue máximo goleador en la competencia europea (17 dianas) y en la Liga (31 goles). Los focos apuntaban hacia él y su trabajo se vio recompensado. Mención especial merece su gran papel para que Portugal doblegara a Suecia y entrara en el sorteo de grupos de Brasil.

Pero los esfuerzos pasan factura y las ansias pueden ser un arma de doble filo. En la actualidad, Ronaldo no está jugando el Mundial en el mejor momento de forma de su vida – como expresó en noviembre - por culpa de un cúmulo de irresponsabilidades. Antes del encuentro entre Portugal y Estados Unidos, Ronaldo tenía una venda que envolvía su pierna a la altura del tendón rotuliano. Su lesión es articular, una evidencia de tanto trote, una muestra de que Ronaldo se siente tan imparable que ni un final de campaña plagado de molestias, ni un Mundial castaño casi negro para su selección le van a hacer cambiar de opinión. Ya es tarde para estar entre algodones cuando Portugal afronta ante Ghana el que podría ser el último encuentro del Mundial, pero bien es cierto que Cristiano podría haber echado el freno durante la temporada.

292 PARTIDOS EN CINCO AÑOS

Y no hablo del tramo final de la campaña, cuando el Real Madrid seguía vivo en todas las competiciones en un momento clave para su equipo, sino en algunos encuentros de comienzos y mediados de año. Me viene a la cabeza – guardando las distancias de dos deportes distintos - la capacidad de un entrenador como Gregg Popovich en San Antonio Spurs, un artista de las rotaciones de jugadores veteranos que está siendo capaz de alargar las carreras de figuras como Tim Duncan, Tony Parker o Manu Ginóbili. Confía en todo el grupo y todos escuchan al sabio. En el Madrid tendría que haber habido más confianza en el grupo, no solo este año sino en los anteriores también y haber escuchado menos a Ronaldo, un jugador que siempre quiere participar.

La historia nunca olvidará a Ronaldo, ese jugador imbatible, infranqueable hasta que se le tuerce el rostro. Con 29 años de edad, el luso llegará a su próximo Mundial con 33 años. Mucho ha llovido desde el Mundial de Alemania 2006, cuando Portugal quedó en cuarta posición y Ronaldo contaba con 21 primaveras. Ya con 25, no pasó de octavos de final en Sudáfrica, y en Brasil, su selección está al punto de la eliminación.

Messi no ha tenido su mejor año a nivel de clubes, pero está encumbrando a una Argentina con pocos argumentos colectivos. Ronaldo no está siendo capaz de hacer lo mismo. A falta de un partido y con un remoto halo de esperanza para su selección, el superhombre parece haber hipotecado el Mundial por su brillo en el Real Madrid. Pero ha sido algo inconsciente, la conseciencia de un individuo que ha jugado 292 partidos en cinco temporadas (58.4 encuentros por año) y que ha sido incapaz de aceptar un no por respuesta; peor aún, la culpa de unos entrenadores cegados por la dependencia en su estrella que no han tenido agallas para poner límites a sus deseos.

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