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El futbolista que no corre solo

AP

SAN PABLO (Enviado especial) -- Al verlo correr, la mayoría se pregunta de dónde saca tanta energía. Lo mismo le ocurrió a su familia cuando el pequeño de tres años rompía todo a su paso. Un médico les sugirió iniciarlo en el deporte. Así comenzó a pegarle a la pelotita.

Ángel Di María tuvo que sacrificarse para llegar a ser un futbolista top. Y nunca estuvo solo. Los inicios en su Rosario natal no fueron fáciles. En la humilde casa del barrio La Cerámica no sobraba la comida, pero sí la contención. Con esfuerzo sus padres le compraron sus primeros botines.

Su madre Diana lo llevaba en bicicleta al club de barrio. Cuando pasaban por el estadio de Rosario Central le decía: "Alguna vez vas a jugar acá". Su padre Miguel, de características similares a las de su hijo en la cancha, estuvo a punto de debutar en la Primera de River. Pero en un viaje a su ciudad, en un partido con amigos sufrió una grave lesión en la rodilla que lo marginó del fútbol. Luego trabajó durante 16 años en una carbonería, en condiciones adversas. Desde los 10 años, Ángel comenzó a ayudar. A los 15, 16 años, ya se ocupaba de los repartos, abría y cerraba las bolsas de carbón.

A los 17, "Fideo" pudo cumplir el sueño de llegar a Primera que tuvo Miguel, quien ante el llamado de Benfica le recordó que "el tren pasa una sola vez". Y al ser vendido a Portugal, le pidió a su padre que no trabajara más y le compró una casa a su familia, que también integran sus hermanas Vanesa y Evelyn. Sus seis amigos de la Perdriel (la calle de su barrio, donde se cró, un barrio "pesado") también son muy importantes. A los 18 años se hicieron el mismo tatuaje (él lo tiene en el antebrazo izquierdo) para sentirse cerca, más allá de las distancias.

El romance con la Selección fue inmediato. Se consagró campeón mundial Sub-20 en 2007, en Canadá, y un gol suyo le dio la medalla de oro a Argentina en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Llegó inmediatamente después al plantel mayor dirigido por entonces por Alfio Basile y gritó su 1º gol a fines de 2009, ya con Maradona en el banco. "Va a ser uno de los mejores del mundo, adoro verlo jugar", opinó Diego.

Pese a haber jugado los cinco partidos del Mundial de Sudáfrica 2010, su actuación no lo dejó conforme: "Tuve que aprender a defender, me costó adaptarme a una posición donde no juego. No rendí para nada bien. Estoy disconforme totalmente con mi juego".

El salto que dio fue superlativo. Pensar que Rosario Central lo fichó a los 7 años, después de un doblete en una final, a cambio de 25 pelotas. Y Real Madrid lo adquirió a los 22 años, por 25...millones de euros, más 11 millones extra por ciertos objetivos. Atrás quedó el paso por Portugal, donde ganó dos Copa de la Liga y un campeonato nacional, destacándose por sus desbordes y su capacidad para asistir.

José Mourinho marcó la carrera del extremo zurdo, de 70 kg. Lo colocó en una nueva posición a la derecha, le agregó sacrificio y lo disciplinó tácticamente. En suma, lo hizo crecer como futbolista. Con el portugués, Di María se ganó la titularidad y empezó a cosechar títulos con el Merengue. Pero a fines de 2013, ya con Carlo Ancelotti como DT, se especuló con su salida.

Para colmo, a principios de 2014, un polémico gesto en el choque ante Celta, al ser sustituido por el galés Gareth Bale (un fichaje multimillonario en su posición), no pasó inadvertido. Aunque explicó la situación se le abrió un expediente. "Acá siempre están esperando que haga algo para poder matarme", dijo enojado.

Mientras tanto, el eléctrico Di María seguía esforzándose, jugando y corriendo. Como en aquel partido de la Selección en La Paz contra Bolivia, en el que tuvo que recibir asistencia de una máscara de oxígeno y aun así fue de lo más destacado. No tardó en recomponer su situación con el madridismo. Fue la figura en la obtención de la décima Champions League.

La vida de Di María se caracteriza por la lucha, como la de su hija Mía, nacida en abril de 2013 con apenas seis meses de gestación. En los más de dos duros meses que la bebé pasó internada, fue muy importante el sostén de Jorgelina, a la que le dedica los goles con un corazón. Antes de cada partido, su madre lo bendice y su mujer le prende velas a San Expedito.

El futbolista que sueña con retirarse en Rosario Central llegó en el mejor momento de su carrera al Mundial de Brasil 2014. Su 1º gol en una Copa del Mundo, en la dramática y agónica victoria sobre Suiza en San Pablo, ya es un recuerdo inolvidable.

"Corro por mi familia, amigos y vecinos", dijo una vez en una entrevista. Al repasar su historia, queda claro que Di María nunca corre solo.