Carlos Bianchi 10y

La paridad seguirá siendo la regla en lo que queda del Mundial

BUENOS AIRES -- La lógica se terminó imponiendo en los octavos de final del Mundial: los ocho ganadores fueron los que habían terminado primeros en sus grupos. También fueron los equipos que, de una manera u otra, partían como candidatos.

Pero también sucedió algo que habíamos anticipado la semana pasada: a ninguno de los clasificados a cuartos de final le sobró nada. Los ocho partidos fueron muy parejos y la diferencia estuvo en detalles, en instantes clave. A esta altura del Mundial, cuando solamente quedan los mejores, las diferencias son muy pequeñas, y probablemente se sigan achicando de acá en más.

Es en ese escenario donde los candidatos tienen las de ganar, por más que, por momentos, la pasen mal y hasta parezca que están al borde de la eliminación. Por algo en los ocho partidos los que ganaron fueron los lógicos: entre la historia, la experiencia, el peso de sus figuras y otros factores en los que tienen un plus, consiguen inclinar la balanza. Esas pequeñas ventajas que tienen los grandes se transforman en decisivas, tanto por jerarquía individual como por funcionamiento colectivo.

Pueden ser destellos de las grandes estrellas los que definan un partido, como la combinación entre Messi y Di María que rescató a una Argentina que no podía abrir el cerrojo suizo. O los que le cambian el rumbo y lo abren, como lo hizo el golazo de James Rodríguez cuando Uruguay tenía neutralizado a Colombia. O la personalidad, como el caso de Neymar para patear el quinto penal de Brasil ante Chile.

Puede ser también lo que genera un conjunto en su totalidad y de manera sistemática. Por más que hayan ido al alargue, tanto Alemania como Bélgica habían sido superiores a Argelia y Estados Unidos, respectivamente. Y la confianza en las propias fuerzas también es clave, como le sucedió a Holanda ante México: nunca se dio por vencida, y así a dos minutos del final y luego en el descuento tuvo el premio que merecía.

Entrando a cuartos de final, nos encontramos con solamente un partido en el que a priori hay grandes diferencias: Holanda-Costa Rica. Los otros tres partidos pintan muy parejos, al menos por lo que han mostrado los contendientes hasta ahora.

Una vez más, la lógica indica que las semifinales deberían ser Brasil-Alemania y Holanda-Argentina. Pero antes hay mucho camino por recorrer.

FRANCIA-ALEMANIA
Mirando lo hecho por una y otra, la paridad es enorme. Ganaron dos y empataron uno en sus grupos, donde fueron claros líderes. Y sufrieron más de la cuenta ante rivales africanos que, basados en grandes actuaciones de sus arqueros, los mantuvieron en cero hasta el final o hasta el alargue.

De ambos lados hay futbolistas de buen pie y potencial goleador. Francia con Benzema, Giroud, Pogba y Griezmann, Alemania con Goetze, Müller, Ozil, Kroos, Schweinsteiger... y nos quedamos cortos nombrando a aquellos que pueden generar juego y también llegar a posición de anotar. Buen fútbol no va a faltar, eso seguro.

En todo caso, veo una pequeña ventaja a favor de Alemania en dos factores. El primero es la experiencia: esta generación lleva más tiempo junta y da la sensación de que éste es "su" mundial. Viene de dos terceros puestos seguidos y, además, la apuesta por la circulación de balón se consolida con cada partido que pasa. Sin Reuss tiene menos velocidad en ataque, pero aún así tiene muchos jugadores capaces tanto de asistir como de definir.

Francia, en cambio, con todo lo bueno que ha mostrado, parece todavía un equipo con mucho de curva ascendente por recorrer, que probablemente explote en el próximo ciclo mundialista.

El otro factor es la historia: Francia tiene un complejo ante los alemanes, que en instancias decisivas parecen doblemente difíciles de vencer. Pero es cierto que las rachas están para ponerles fin, y mi parte de corazón francés, después de tantos años trabajando y viviendo allá me hace desear que esa historia quede definitivamente atrás el viernes.

BRASIL-COLOMBIA
El análisis de este cruce empieza en el lugar en el que dejamos el anterior: por la historia.

Si ese fuera el único criterio, aquí claramente el favorito sería Brasil. Por antecedentes mundialistas y entre ellos, por la localía y mucho más.

El problema para Brasil es que, a la hora de jugar, no hay mucho más, y quizás haya habido mucho menos. Si uno se abstrae de lo histórico, hoy por hoy los argumentos colombianos son más y mejores.

Colombia se mostró sólido como equipo y compensó la ausencia de su gran figura (Falcao) con la aparición de otras (Cuadrado y James Rodríguez). Además, tiene altos rendimientos individuales en cada línea y sincronización de conjunto tanto para defender como para atacar.

Brasil, en cambio, perdió la organización defensiva sobre la que Scolari construyó su equipo. Tiene un mediocampo que deja dudas en la tarea de contención y que no consigue tener la pausa necesario para que arriba haya algo más que vértigo. Y eso que Neymar apareció en varios momentos clave, a diferencia de quienes como Oscar, Jo, Fred y Hulk deberían cargar con mayor parte de las responsabilidades en el ataque.

A Brasil claramente le falta tanto un cinco clásico como un generador de juego. El eje Fernandinho-Paulinho, la dupla que seguramente jugará ante la ausencia de Luiz Gustavo, no debería resolver el primer problema. David Luiz en esa posición podría hacerlo, pero sería sacar de la defensa al que hasta ahora fue el hombre más confiable.

En cuanto a la transición demasiado acelerada, seguramente siga sucediendon al no contar con nadie que cumpla la función de 10 (Diego podría haber sido alguien ideal). Los laterales hasta ahora no han sorprendido y, de hecho, también han dejado serias dudas cuando se proyectan y dejan sus espaldas descubiertas.

Colombia hoy tiene más fondo de juego y ha sufrido menor desgaste físico y emocional. No hay que olvidar que Brasil, además del alargue y los penales ante Chile, no pudo resolver el planteo de México y también la pasó mal, por momentos, ante Croacia y Camerún. Todo eso es peso acumulado a medida que avanza el torneo, aunque sobrevivir también puede tener el efecto positivo de llevar a un equipo a no regalar nada.

En definitiva, espero un gran partido de fútbol entre dos selecciones que tratan bien la pelota y buscan proponer más que detener. El desarrollo será clave, ya que un gol de entrada debería abrir el partido y llevarlo a un golpe a golpe, mientras que un cero prolongado le pondrá más y más presión al local.

Pero hay algo clarísimo: Brasil tendrá que elevar al menos un tono su nivel si quiere llegar a la última semana como protagonista y no como espectador.

ARGENTINA-BÉLGICA
Argentina también está como Brasil: la historia está a su favor pero el presente equilibra la balanza. Y, sobre todo, necesitará dar un poco más de lo que dio hasta ahora si quiere ratificar esa condición de favorita. Le ha sido difícil a Argentina resolver sus partidos y Bélgica no será la excepción.

Los futbolistas belgas manejan muy bien la pelota pero también son muy prácticos cuando se necesita realismo más que creatividad. Y demostró tener velocidad de sobra para explotar los espacios que le pueda dejar un rival necesitado de ir al ataque. Atrás tienen mucha experiencia y un arquero como Courtois que está, sin dudas, entre los mejores del mundo.

El margen de error de Argentina se reduce partido a partido. A Suiza le faltó la frialdad necesaria para resolver un par de situaciones que podrían haber cambiado la historia. Bélgica no da la sensación de que perdone tanto.

De cualquier manera, el equipo argentino ha propuesto y ha ido a buscar en todos sus encuentros, y así es que los terminó sacando adelante. Messi y Di María son siempre factor de desequilibrio, y si además mejoran algunos rendimientos individuales, el funcionamiento colectivo lo hará también y ahí Argentina debería hacer pesar la lógica.

HOLANDA-COSTA RICA
El partido que cerrará los cuartos es el que a priori vemos más desparejo. Holanda no solamente tiene más historia sino también más presente, por más que Costa Rica haya dejado atrás en su grupo a tres campeones mundiales. Pero ese esfuerzo pareció dejar su huella y, ante Grecia, los ticos terminaron con lo justo, con el esfuerzo agravado de haber jugado un buen rato con un hombre menos.

Es cierto que arriba Costa Rica tiene la velocidad necesaria para explotar la falta de sincronización de la última línea holandesa, que además sufrirá la ausencia de De Jong, el hombre que generalmente les hacía de trinchera. Igual no parece suficiente para dominar a un equipo con un peso ofensivo impresionante.

Holanda no solamente hizo menos gasto: también salió reforzado psicológicamente tras dar vuelta un partido increíble ante México. Pero ahí el punto no fue Holanda sino México, que no puede romper con la maldición de los octavos de final. El "ya merito" parece haberle ganado una vez más al "sí se puede", porque el Tri se quedó a dos minutos nomás de hacer historia.

Me cuesta entender qué pasa por la cabeza de los jugadores mexicanos que no terminan de dar el salto. Como no me canso de repetir, tienen todas las condiciones para hacerlo de una vez: un gran país de fútbol merece ese quinto partido.

Felicidades.

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