<
>

Argentina, entre lo propio y lo ajeno

BRASILIA (Enviado especial) -- La sospecha que rodea al ambiente es que, por primera vez en lo que va del Mundial, la Selección argentina se topará con un rival que no pensará únicamente en defenderse.

La creencia, que no puede llegar a ser certeza hasta que la pelota no empiece a rodar, está sustentada en los jugadores que presentará Marc Wilmots de la mitad hacia adelante: Fellaini, Mertens, De Bruyne, Hazard, entre otros. Todos más cercanos a la construcción que a la destrucción.

Un planteo abierto del rival es lo mejor que le puede pasar a la Selección. Sobre todo Bosnia y Herzegovina, Irán y Suiza, no tanto Nigeria, complicaron de sobre manera a un equipo de Sabella que logró imponerse gracias al talento individual y desequilibrio natural de Messi.

Quedó claro en el estilo forjado durante la era Sabella, y en el agónico gol de Di María en San Pablo ante Suiza, que sacar ventaja de los espacios en el contraataque es una de las mejores virtudes del equipo.

Por los pocos indicios que dio, hubo que esperar hasta último momento para conocer el once albiceleste. Sólo se sabía que no iba a haber variantes respecto al sistema utilizado en el duelo de octavos, con un delantero (Lavezzi) ocupando también posiciones de mediocampista, en un 4-3-3 flexible o un 4-4-2, según como se lo mire.

Después de la práctica del viernes en el estadio Mané Garrincha, trascendió que Basanta irá por el suspendido Rojo y Demichelis por Federico Fernández, de pobre actuación en el Mundial.

Pero el ingreso del central de Manchester City no es la única variante de orden táctica. A minutos del encuentro con Bélgica se confirmó que Lucas Biglia reemplazará en la mitad de la cancha a Fernando Gago, otro que no cumplió acorde a su nivel. Tal vez sirva como colaboración para Mascherano en la contención.

El entrenador, poco afecto a los cambios, decidió meter mano en cuartos. Relegó a futbolistas bajos a nivel individual con la mente en reforzar el aspecto defensivo. Porque claro, así como Bélgica puede dar espacios atrás potenciando a Messi y compañía, también puede dañar el arco de Romero.

Y nadie, ni el entrenador, ni el plantel, ni los hinchas, quieren sufrir con un equipo de dos caras. Ese que sabe lastimar adelante cuando le dejan huecos, pero el que tiene que mejorar para no generar infartos atrás.