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El equipo de Sabella

BRASILIA (Enviado especial) -- La gran certeza que dejó el nuevo triunfo de Argentina y el pase a semifinales del Mundial es que Sabella puso el equipo e hizo los cambios que quiso. Y le salió bien.

Teniendo en cuenta lo que se habló en su momento respecto al sistema predilecto de los jugadores y a la salida de varios titulares "indiscutidos", no resulta tan obvia la muestra de autoridad que evidenció el entrenador.

Sabella se la jugó por sus convicciones. Si le tocaba perder, iba a poder dormir tranquilo. Dejó claro que no le arman la formación. Decidió modificar eso de "no cambiar demasiado" y metió mano. Sacó a Federico Fernández, uno que siempre le rindió pero que venía siendo resistido, y también a Fernando Gago, en otros tiempos un socio inamovible de Messi. Variantes totalmente lógicas. Las entradas de Demichelis y Biglia le dieron mayor solidez al esquema defensivo.

No faltará el que minimice la tarea diciendo que "al final, Bélgica no era un cuco" o "es un invento de la prensa". Lo cierto es que el equipo de Wilmots sólo exigió una vez en todo el partido a Romero y eso es gracias al trabajo de los responsables de neutralizar el buen pie de Fellaini, Hazard, De Bruyne, Mirallas y compañía. Por arriba fue diferente. Bah, igual que siempre. La defensa dio muchas ventajas en las pelotas aéreas.

Más allá de haber sufrido poco y nada, no termina de convencer la presentación de Argentina. Uno cree que el equipo está para más. Se le destaca el orden, el no desesperarse y el saber administrar la ventaja que, afortunadamente para su idea, fue rápida. Por primera vez en el certamen, el DT prefirió cederle la iniciativa al rival, en busca de esos espacios que permitan lastimar de contra. Se dio tal como lo pensaba. En posesión de balón, la ventaja fue de 51 a 49 a favor de Argentina. La ilusión óptica había sido 70-30... a favor de Bélgica.

Sin embargo, el equipo sigue sin generar chances demasiado claras. Las mejores fueron el tiro de Higuaín que pegó en el travesaño y una de Messi, que desperdició un mano a mano con Courtois sobre la hora. El equipo remató 10 veces, de las cuales 7 fueron al arco. El más certero (3 tiros, todos al arco) fue Di María, que sólo duró 33 minutos en cancha. Una señal. Leo pateó sólo dos veces. Mucho peor fue lo de Bélgica, que también remató 10 veces y sólo acertó 4 bajo los tres palos.

El principal hombre en ofensiva esta vez fue Gonzalo Higuaín. Movedizo, astuto para entrar en juego y con aporte goleador: a los 8 minutos encontró una pelota sin dueño y sacó un derechazo cruzado, de sobrepique. Bien de 9. Hizo lo que se espera de él y más. Gritó por 1ª vez en Brasil y sirvió como rueda de auxilio en el retroceso, para ocupar espacios en el mediocampo. Hasta tuvo un tiro en el travesaño que hubiera coronado una tarde ideal. Se llevó una ovación merecida. Le dejó su lugar a Gago en otra clara jugada del entrenador, que buscó bajar la persiana en los últimos 10 minutos. Si le salió bien es porque Bélgica jamás despertó.

La mancha es la lesión muscular de Di María. Preocupó la cara que tenía al salir, sin hablar, de la zona mixta. La Selección no tiene un jugador de sus características, con esa dinámica, con ese vértigo, con ese remate. Para el libreto de este sábado, Enzo Pérez, una gran apuesta de Sabella, cumplió a la perfección. ¿Pero quién puede acompañar a Messi en la generación si no está Fideo? Y por el costado izquierdo, ¿vale la pena insistir con Lavezzi?

Hay un detalle no menor, que no habíamos mencionado hasta ahora. Se pasó la barrera de los 24 años sin acceder a semifinales. Una mochila pesadísima que estos jugadores pudieron sacarse. Ojalá que sin ella, se liberen y muestren mayor soltura.

Se viene Holanda, el miércoles en San Pablo. Si repite lo que mostró ante Chile, no habría que descartar que los de Van Gaal cierren todos los caminos y se parezcan más a Suiza que a Bélgica. De esa manera, Argentina tendrá que hacer más que depender de su capitán.

Mientras tanto, Sabella llega con la confianza de haber acertado con sus convicciones. Lo más rescatable es que en un torneo de siete finales, ya ganó cinco. No es poco.