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Yo vi jugar a la Saeta Rubia

BUENOS AIRES -- Nací en junio de 1932, en Paraná, Entre Ríos. Me trajeron a Buenos Aires en 1941 y ese año me llevaron por primera vez al estadio Monumental. Como todo chico quedé impactado por el equipo de la banda roja y empecé a seguirlo.

Época en que previamente a la primera jugaban las formativas cuarta y la tercera categorías y, con un sándwich de mortadela y una botella de una bebida llamada Narajin, me instalaba en la tribuna alta de los locales. En 1944 jugaba de número nueve Alfredo Di Stefano, que para mí pasó inadvertido. Un año después me llamó la atención y en 1946, cuando había sido cedido a préstamo, me deslumbró por sus piques y su velocidad el día que enfrentamos a Huracán.

Regresó a River en 1947, ya convertido en la Saeta Rubia. Era una maravilla y una huelga lo obligó a emigrar a Colombia y luego afincarse en España. Podría continuar refiriéndome a Di Stefano, pero para darle valor a mi relato prefiero poner la versión de Fran Villalobos en el Diario Marca, con el título La Saeta Rubia de River:

"'Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. Esos son los mejores'. Alfredo Di Stéfano siempre sintió admiración por 'La Máquina', la mítica delantera que maravillaba en River Plate cuando llegó a la Cuarta categoría del club en 1944. Se enfudó la camiseta de la franja roja por primera vez el 7 de agosto de 1944, en un amistoso ante San Lorenzo. No marcó y se lesionó en el tobillo. Su primer partido oficial fue en 1945 ante Huracán, equipo que advirtió su enorme potencial. 'Mi mejor momento fue cuando debuté en Primera División en Argentina', reconoció Di Stéfano tras recibir el trofeo MARCA Leyenda".

"En 'El Globo' jugaría cedido durante la siguiente temporada (consiguiendo diez goles en 25 partidos) antes de volver a River para triunfar ocupando el hueco dejado por Pedernera. En un equipo en el que también se destacaba el arquero Carrizo, salió campeón en su primera temporada completa y fue máximo goleador con 27 goles en 30 partidos.

"En la cancha de River se escuchaba: "socorro, socorro/ ahí viene la Saeta/Con su propulsión a Chorro". El periodista Roberto Neuberger le bautizó como la 'Saeta Rubia' por su velocidad y acierto. Así lo explicaba el propio Di Stéfano: "El apelativo de Saeta Rubia me lo puso un periodista de El Gráfico porque era de cabellos rubios y muy veloz, y como River tenía una característica de fútbol muy tranquilo y sereno, al introducirme a mí cambió esa característica de juego. Era un delantero centro que jugaba muy en punta, corría muy bien las bandas y entonces me bautizaron con ese apelativo que lo he llevado casi toda la vida".

"Su gran temporada le llevó a la albiceleste, con quien disputó seis partidos y anotó seis goles, cuatro de ellos en la conquista argentina de la Copa América. El del 47 fue el único título de su vida con River, que sólo pudo terminar subcampeón en 1948 con 13 goles de su nueva estrella. Al año siguiente, un conflicto entre directiva y jugadores por una huelga que paralizó el fútbol argentino a mitad de temporada provocó la salida de Di Stéfano del club. Los gerentes le culparon ante la hinchada, que le increpó para que aceptara la oferta de Millonarios de Bogotá que le había llegado a través de Pedernera. En agosto del 49 se marchó a Colombia, donde no tenía vigencia la denuncia que River hizo a la FIFA acusando de rebelde al jugador. Di Stéfano no volvería a jugar nunca más ni en su país ni en la selección argentina".

En 1969 tuve la fortuna de vivir en el mismo edificio de departamentos, en Rosario 441. Cuando se consagró campeón nacional como técnico de Boca Juniors, me recibió en su vivienda y en su pausada y castiza manera de hablar, me expresó: "El fútbol de ahora nada se parece al de mi época". Y no me respondió a mi pregunta de aquella sanción que lo alejó para siempre de ser jugador de fútbol en la Argentina.

Adiós a esa Saeta Rubia. Inolvidable en mi mente. Con la camiseta blanca y banda roja cubriendo el torso y su cabellera rubia ondeando como una bandera inalcanzable para quienes intentaban detenerlo.