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Fidelidad, divino y arriesgado tesoro

No es habitual la fidelidad de los jugadores con los equipos en los que dan sus primeros pasos como profesionales de la NBA, pero existe. La configuración de proyectos atractivos en otras franquicias, los salarios, las posibilidades que algunas ciudades pueden ofrecer con respecto a otras, las aspiraciones de su pareja, la educación de sus hijos e hijas o incluso el clima, suelen ser factores determinantes en la toma de decisiones.

Jugadores de otras décadas como Michael Jordan o Larry Bird, por citar dos ejemplos, confiaron en los directivos de sus franquicias y dejaron que se construyeran equipos a su alrededor. Son decisiones difíciles, apuestas por el futuro que de no salir bien, condicionan las carreras de campeones en potencia. Todo puede pasar. Desde el jugador que se pasea por varias franquicias en busca del proyecto perfecto, a los que echan raíces para convertirse en la piedra angular de proyectos deportivos.

Dos jugadores que recientemente han optado por brindar un voto de confianza a los colores que defienden son Zach Randolph y Kyrie Irving. El ala-pívot de Memphis Grizzlies renovó por dos años y es muy probable que su carrera concluya en el conjunto en el que comenzará su sexta temporada. De las cuatro franquicias que han contado con sus servicios (Portland Trail Blazers, New York Knicks, Los Ángeles Clippers, Memphis es en la que más tiempo ha permanecido. El proyecto le interesa y su salario es muy bueno para un último gran contrato (20 millones de dólares). Sin embargo, Randolph no es el paradigma de jugador que permanece su carrera completa en una franquicia.

Luego de vivir cómo LeBron James se marchó de Cleveland Cavaliers, el equipo ansía con dar con la tecla de un grupo que gire en torno a un jugador franquicia. La extensión de Irving (cinco años más por 90 millones de dólares) es un gran primer paso en ese sentido. El sueño de todo propietario es contar con una dinastía campeona basada en la solidez y en un proyecto que sea duradero y competitivo aunque los éxitos no sean instantáneos. ¿Quién dijo que fuera a ser fácil?

Dan Gilbert, dueño de los Cavs, pretende solidificar los cimientos. Después de algunos fracasos en el draft en primeras elecciones y primeras rondas (véase el caso del número uno en 2013, Anthony Bennett, o Sergey Karasev, elegido decimonoveno también el año pasado) la franquicia está atando cabos para crear un equipo competitivo a corto plazo. La salida de LeBron no trajo consigo contrapartidas de garantías y la creación de un modelo estilo San Antonio Spurs sería la situación ideal.

Tim Duncan es sin duda un ejemplo de jugador fiel a su franquicia. Elegido como número 1 del draft en 1997 por los Spurs, su permanencia vitalicia y sacrificios económicos en aras a la configuración de un plantel campeón hacen que su caso sea el ideal. Primaron en sus decisiones las expectativas deportivas en lugar de las económicas y su nombre quedará grabado en la historia gracias a su excelencia no solo en el juego, sino como persona, y es que un sacrificio económico de millones de dólares hablan mucho de cómo es la persona.

Nadie duda de la fidelidad de Kobe Bryant con Los Ángeles Lakers. Tuvo sus momentos de duda, un cuestionamiento de fe que casi le lleva a colgar la casaca púrpura y oro y cambiarla por la de otro equipo. Permaneció en la franquicia angelina y los éxitos llegaron. También ha decidido firmar su último contrato con los Lakers, y ahí llega el cuestionamiento.

Dos años por 48.5 millones de dólares no solo le convierten en el jugador de básquetbol mejor pagado del mundo, sino que además limita la creación de un equipo de alfiles y obreros que ayuden a la franquicia a salir de la peor situación deportiva que ha vivido desde que recaló en la ciudad.

Dirk Nowitzki es otro de los paradigmas de jugadores que apuestan por pasar sus carreras deportivas en el mismo plantel. A comienzos de julio, el ala-pívot de Dallas Mavericks optó por firmar una extensión de tres años por 30 millones de dólares. Después de recalar en el equipo en 1998, es probable que su carrera finalice en una franquicia a la que habrá representado durante 19 años. Se dice pronto.

La fidelidad es un divino y arriesgado tesoro cuando se trata de la NBA. Hay muchos factores que determinan si la decisión es la correcta o no, entre los que se encuentra el factor suerte.