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Control para evitar el caos

RÍO DE JANEIRO (Enviado especial) -- "Esta cinta se autodestruirá en 5 segundos". La frase de la recordada serie "Superagente 86" puede aplicarse tranquilamente a cualquier análisis previo a un partido de fútbol.

Tal vez sean menos de 5 segundos en la final de un Mundial. Se pueden anticipar, claro, ciertos aspectos del juego, pero el componente emotivo supera todo. Y como ya sabemos, cualquier incidencia que pueda darse, ya sea una expulsión, un gol prematuro o una lesión, termina condicionando absolutamente lo que se planteó en el pizarrón.

En las siguientes líneas tratamos de pensar cómo se le gana a Alemania. La primera reflexión nos vuelve a remontar al Superagente 86, que junto a la agente 99 trabajaba para "CONTROL" en la lucha contra "KAOS". Algo así debe hacer Argentina: mantener el control de su sistema defensivo, para evitar el caos que puede generarle el poderoso ataque alemán, que suma 17 tantos (14 de jugada y 3 de pelota parada).

Todo dependerá del tiempo que se pueda mantener el cero en el arco de Romero. Lo ideal es repetir las actuaciones contra Bélgica y Holanda, conjuntos de reconocidas ofensivas que no generaron ningún tipo de peligro. En esa dura tarea volverá a ser fundamental Javier Mascherano. Los de Löw forman un equipo compacto, que apuesta por la tenencia de la pelota, con una tremenda dinámica. El capitán sin cinta deberá esforzarse aún un poco más, si es que existe esa posibilidad.

Su socio Lucas Biglia también será clave en la contención de Schweinsteiger, Kroos y Khedira. Hay que evitar que se acerquen con pelota dominada. Y por los costados, Enzo Pérez y Ezequiel Lavezzi deberán estar atentos a las subidas por los laterales, para no dejar expuestos a Zabaleta y Rojo. Por su parte, Demichelis y Garay tienen que mantener su buen nivel para evitar que Klose y Müller tengan espacios en el área. Son letales.

Todavía está fresco el recuerdo del 0-4 en Ciudad del Cabo, en el que un Schweinsteiger inspiradísimo se adueñó del mediocampo que despobló Maradona. Cederle la iniciativa a este adversario, motivado y descansado por el 7-1 a Brasil, puede ser riesgoso. En este certamen, Alemania lidera el rubro pases completos, con 3421 y un 82% de eficacia. 2º está Argentina, con 2928 y un 78%% de aciertos. Es cuestión de animarse.

Después está el otro aspecto, el ofensivo. Quizás Argentina lo descuidó en los últimos encuentros en pos de conseguir una formación más equilibrada. Sin embargo, hay un número sorprendente en las estadísticas de la FIFA. La Selección lidera el rubro ataques (311) y Alemania está 4º (250). Con Lionel Messi todo es posible. Es capaz de sacarse pegajosas marcas con facilidad y destrabar un partido en un segundo, como hizo ante Irán. Entusiasma también el buen momento de Gonzalo Higuaín. En un partido ideal para explotar la velocidad en la contra, es una pena no poder contar desde el arranque con Ángel Di María.

La presión alta es fundamental, porque se pueden aprovechar errores. Lavezzi y Enzo Pérez no deberían estar tan atrasados para poder generar preocupación. A priori, va a costar ver a Zabaleta y Rojo en posiciones ofensivas. Por eso cobra relevancia la pelota parada. En casi todos los partidos, Ezequiel Garay tuvo al menos una chance para marcar. En el Maracaná cuenta con una gran oportunidad para desahogarse.

Como decíamos al principio, las condiciones futbolísticas no son lo único importante en una final de Copa del Mundo. Influyen las ganas, el amor propio, el corazón, el hambre de gloria. Virtudes que el equipo de Sabella sacó a relucir en su llegada hasta la final.

El domingo está la verdad. El fútbol se encargará de poner las cosas en su lugar y relativizar o no lo anticipado. "Esta cinta se autodestruirá en 5 segundos", se repetía en el "Superagente 86". ¿86 dijimos? Un número que trae grandes recuerdos.