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La FIFA vuelve a perder el norte

Desgraciadamente no es una novedad que al máximo organismo del fútbol mundial le deje de funcionar la brújula. Otra vez más, la FIFA demostró estar desubicada en su más que cuestionable moralidad. Brasil fue una fiesta del fútbol durante un mes de máxima intensidad deportiva y de pasiones elevadas a las alturas, fue una oportunidad inmejorable para que la FIFA le pasara el plumero a su dudosa reputación, sin embargo, lo que sucedió fue lo contrario, al organismo se le acabó viendo el plumero por enésima vez.

El orden de los factores no importa cuando el resultado es el mismo: vergüenza. Algo así debió sentir Lionel Messi cuando le entregaron el galardón del Balón de Oro en el Mundial de Brasil. Es incuestionable su gran labor para salvar de la quema a la selección en momentos clave, pero el premio resulta no solo inmerecido, sino un acto inevitablemente envuelto en la sospecha.

Si Argentina pasó de la fase de grupos fue gracias a la Pulga. A su gol en el minuto 65' ante Bosnia (2-1 para la albiceleste), a su capacidad de definición en el tiempo extra ante una Irán de lo más guerrera, o sus dos tantos frente a Nigeria para hacer que Argentina pasara invicta a la segunda fase. Una asistencia a Ángel Di María en la victoria por la mínima ante Suiza en octavos de final fue su última perla del Mundial. Es cierto que el juego de ataque de la albiceleste siempre pasó por los pies de Messi en el resto del camino hacia la final, pero no fue el elemento diferenciador del F.C. Barcelona o la primera fase de la Copa del Mundo.

Impacta la ilógica de no haber visto a un jugador alemán alzando el Balón de Oro del Mundial. A un Mats Hummels espléndido en la zaga durante todos el campeonato, a un Philipp Lahm inconmensurable, a Bastian Schweinsteiger, Toni Kross, a Thomas Müller, quien anotó un gol más que Messi, o incluso a Mario Götze por convertir el gol más importante de su carrera, el que vale un Mundial, después de salir como suplente.

Pongo bajo sospecha la decisión de la FIFA de premiar la labor de Messi en Brasil más que por haber ahondado en las pesquisas necesarias, por su facilidad para dejarse llevar por los intereses de las grandes marcas deportivas. Hay reportes que mencionan antecedentes.

'Ley Budweiser' y el caso Suárez

La sombra de la FIFA es tan alargada que incluso fue capaz de cambiar una ley nacional. Desde hace 11 años está prohibido distribuir y vender cerveza en los estadios de Brasil, algo que el máximo organismo futbolístico derogó. La llamada 'ley Budweiser', en honor a la conocida marca cervecera y uno de los sponsors del Mundial, permitió que una ley, cuestionable pero llevada a cabo para salvaguardar la seguridad de los asistentes a los estadios, haya quedado en nada. Si la FIFA es capaz de utilizar su influencia en el Senado de Brasil y hacerles cambiar de opinión sobre una norma cuyo sentido es el de 'proteger' a los aficionados, ¿por qué no se va a dejar llevar por lo que dictan otras marcas a la hora de elegir a Messi como el Mejor Jugador del Mundial?

No es una tesis, simplemente una duda surgida a raíz de actuaciones pasadas más que cuestionables y reportadas hasta la saciedad en los medios.

Igual de cuestionable es el castigo que la FIFA le ha impuesto a Luis Suárez por el mordisco que propinó a Giorgio Chiellini en el hombro. La expulsión del Mundial del ariete uruguayo era obligada, pero los flecos de una sanción desmedida están a punto de rozar el ridículo. Además de no poder jugar durante cuatro meses -- todavía roza lo justo -- el acta revela que Suárez tiene prohibido participar en eventos relacionados con el fútbol.

Su recién anunciado fichaje por el F.C. Barcelona ha intentado correr un tupido velo a la inmadura acción de Suárez durante el Mundial. Sin embargo la sanción tiene maniatado no solo al jugador, sino al club, donde no saben qué hacer para presentar en sociedad al ariete. El clavar los dientes a Chiellini le impedirá ser presentado ante la afición culé, entrenar en la ciudad deportiva y asistir a los partidos de su equipo. Como si el charrúa se tratara de un riesgo para la sociedad.

Menuda paradoja, una organización de mordidas, cuestionada por parte de muchas esferas por su forma de gestión, tiene el poder para actuar de manera impune en ámbitos que deberían escapar de su control al tiempo en que condicionan a terceros por una sanción que ha pretendido sentar precedente y dar ejemplo en un Mundial presenciado por millones de personas.

La FIFA ha vuelto a perder el norte y ni siquiera golpean mínimamente la brújula para ver si la aguja vuelve a su sitio.