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El día menos pensado

La Fórmula Uno suele tener de esos días menos pensados. Que, vale admitirlo, son bienvenidos en estos tiempos. El Gran Premio de Hungría, undécima ronda de la temporada 2014, la del dominio de Mercedes y los autos híbridos que hacen poco ruido, coincidió con uno de esos días. Uno de lluvia en el comienzo, de interrupciones del auto de seguridad, estrategias mezcladas y, al cabo, una extraordinaria lucha por la victoria entre cuatro pilotos, los primeros del Campeonato Mundial.

De antemano, la carrera en Hungaroring contaba con un ingrediente inesperado: Lewis Hamilton partía desde la calle de boxes luego de que una pérdida de combustible derivara en el incendio de su Mercedes W05 en el primer tramo de la clasificación, lo cual lo dejó fuera del corte inicial. El campeón 2008 hilvanó así su cuarto desaguisado sabatino consecutivo. En Austria, se recuerda, partió noveno. Largó sexto en Inglaterra, salió 20º en Alemania -culpa del despiste producido por la rotura de un disco de freno, que obligó también al cambio de caja- y desde boxes en Hungría, donde Mercedes cambió directamente el chasis del inglés.

Hamilton, quien había confesado que no tenía ilusiones de concluir en el podio húngaro, que sospechaba su entrada a las vacaciones del verano boreal con un déficit mayor a 20 puntos con respecto a su compañero Nico Rosberg -autor de la pole-, se fue de Budapest con otro podio, el cuarto consecutivo en el año, y llegó a recortarle tres puntos al alemán Rosberg en las posiciones.

Como en Canadá, donde también tropezó Mercedes, Daniel Ricciardo estuvo en el sitio adecuado y en el momento oportuno para aprovechar la ocasión y llevarse la victoria. El australiano llegó esta temporada al equipo principal de Red Bull luego de haberse fogueado como novato -siempre bajo la tutela del fabricante de energizantes- durante la segunda parte de 2011 en el desaparecido HRT y, más asentado, los dos años siguientes en Toro Rosso. Ricciardo, el único que ha podido vencer a Mercedes, cumplió con su primera parada en boxes justo durante el inicio de la neutralización inicial del auto de seguridad (por el golpazo de Marcus Ericsson), lo cual le permitió una mejor ubicación en la fila. Con neumáticos más frescos en las vueltas finales, superó a Hamilton con una de las mejores maniobras de la temporada, por afuera en la curva 2 que engarza con la tercera del laberíntico Hungaroring, y desplazó sin problemas a Fernando Alonso al cabo de la recta principal.

Ricciardo le dio a Red Bull lo que no ha conseguido con el cuádruple campeón mundial Sebastian Vettel. El premio para el australiano, despojado a comienzos de 2014 de un asombroso podio en casa por una irregularidad en el consumo del motor Renault, es el tercer lugar en el campeonato, detrás del dúo de Mercedes. Ricciardo es, hoy, el mejor del resto.

Fernando Alonso rozó la hazaña completa. El triunfo hubiese rubricado con ese ribete otra memorable carrera del español. La Ferrari F14T es, cuanto mucho, el tercer auto de la parrilla. A menudo, el cuarto detrás de Mercedes, Red Bull y Williams. Esto supone que el bicampeón 2005/2006 debería figurar del quinto al séptimo puesto en cada fecha. Alonso ha terminado entre los cuatro primeros en cinco de las 11 carreras, incluidos los podios en China (3º) y Hungría (2º), sumó en todas y figura ¡cuarto! en el Mundial. Si la marca aparece tercera entre los constructores es debido al asturiano: aportó casi el 81% de los puntos que tiene la Rossa. En esta ocasión, Alonso aguantó cuanto pudo a dos autos más rápidos que el suyo y, aunque sucumbió ante el ataque de Ricciardo con neumáticos más frescos, pudo tener detrás al máximo ganador del año.

Mercedes propició, en buena parte, que haya recrudecido la interna entre sus pilotos. La serie de enfrentamientos sazonada a fuego lento por la crudeza de la competencia, acuerdos no cumplidos, el polémico despiste de Rosberg en la clasificación de Mónaco que dejó a Hamilton sin pole, la intempestiva entrada del inglés a boxes en los ensayos de Hockenheim, y los juegos de desestabilización psicológica, tuvo nuevo capítulo en Budapest. El equipo le pidió a Hamilton que dejara pasar a Rosberg cuando el inglés ya no pensaba parar en boxes y el alemán tenía en su agenda una tercera detención para rematar el recorrido. Fue una decisión cuestionable. Si el campeón 2008 la hubiese cumplido, probablemente Rosberg podría haber tenido la oportunidad de ganarles también a Ricciardo y Alonso luego de haber cedido tiempo al inicio, cuando perdió la entrada a boxes en el momento apropiado -paró al giro siguiente- debido a la neutralización del auto de seguridad. Como Hamilton también estaba peleando por la carrera justo detrás de Alonso y lucha por el Mundial, respondió la solicitud de paso instando a que Rosberg se acercara si quería el lugar.

Hamilton mantuvo detrás a Rosberg durante ocho vueltas. El alemán entonces cambió neumáticos por última vez, volvió a la pista, recuperó dos lugares y se lanzó con pista libre hacia los tres líderes. Llegó justo detrás de Hamilton, al que intentó superar sólo una vez, en la curva 2, y el inglés tapó el hueco yendo al límite. Así bajó del podio al alemán, que había concluido entre los tres primeros en cada carrera terminada este año (nueve de las diez anteriores), con el abandono en Silverstone como única excepción. Aún cuando la movida pedida por Mercedes podría haber redituado una victoria más -de Rosberg-, se trató de una llamada polémica porque hubiese significado aniquilar las propias chances de Hamilton por ganar la competencia. La Fórmula Uno tiene, afortunadamente, estos días. Todavía hay esperanzas.