Fabio Dana 10y

La gran obsesión

BUENOS AIRES -- Para San Lorenzo la Copa Libertadores siempre fue una gran obsesión. Y hay un motivo: más allá de querer contar con un pergamino internacional de gran prestigio, el Ciclón es el único grande de la Argentina que nunca pudo ganar el torneo por equipos más importante del continente. Esa mochila pesa, pero esta vez da la sensación de que está a un paso de conquistarla.

De hecho, nunca había estado tan cerca a lo largo de las 54 ediciones anteriores. En la primera edición, la de 1960, cayó en semifinales con Peñarol, equipo que luego sería campeón; en la de 1973 lo dejó afuera Independiente, en la misma instancia; y en la de 1988, perdió tambien en semis con Newell's Old Boys tras caer de local y de visitante.

El recorrido del conjunto argentino hacia esta definición con Nacional de Paraguay no fue sencillo. Más, podría decirse que se sintió mucho más cómodo a partir de octavos de final, en los cruces mano a mano, que en la fase de grupos, cuando en la última fecha, sin depender de sí mismo, estuvo a minutos de quedar eliminado.

Ya en la serie de eliminación directa, se impuso por penales y de visitante en Brasil, ante Gremio; luego dejó en el camino a Cruzeiro, otro de los "cucos" del certamen, mostrando una muy buena imagen. Y por último, goleó de local 5 a 0 a Bolívar y sentenció la serie mucho antes del partido revancha.

Hoy, mirando un pasado no muy lejano, la partida de Juan Antonio Pizzi a fines del año pasado, cuando tras salir campeón del Torneo Inicial anuncio de manera sorpresiva su partida hacia el Valencia de España, es de alguna manera "agradecida" por el hincha azulgrana.

En su lugar arribó Edgardo Bauza, hombre acostumbrado a dar batalla en torneos continentales, y campeón de la Copa Libertadores en la edición de 2008 con la Liga de Quito.

Pero el Patón fue muy cuestionado al principio. Tanto que en marzo pasado, no hace mucho, el presidente Matías Lammens decía: "Apostamos a un trabajo a largo plazo. Hay un respaldo total para el entrenador". Se sabe: cuando un presidente sale a respaldar a un DT, sus días suelen estar contados salvo que empiecen a aparecer de inmediato los resultados.

Los resultados aparecieron: esa clasificación agónica a octavos le dio aire a Bauza, y la locura que invadía al público azulgrana, que pedía a gritos un cambio de rumbo en el banco de los suplentes, pasó.

Así, con la base del 2013, el DT le fue dando identidad a un equipo que mantuvo la columna vertebral: Torrico, Buffarini, Mercier, Ortigoza, Romagnoli, Piatti, Correa...

La presencia de un 9 de área era fundamental para el DT ante la lesión de Cauteruccio, y los delanteros para esa posición llegaron por partida doble: Nicolás Blandi y Mauro Matos. También se reforzó la defensa con el colombiano Valdez, otro que se fue adaptando de a poco...

Haber mantenido al plantel con el Mundial en el medio y tras el arranque de una nueva temporada, cuando muchos contratos vencían y las negociaciones no resultaban sencillas, fue sin dudas un gran acierto de la dirigencia: los casos de Romagnoli y Piatti sirven de ejemplo; con Valdez no pasó lo mismo...

Nacional, el rival, merece el mayor de los respetos, eso está claro, pero no presenta de todos modos grandes pergaminos en el plano internacional. Y cuenta con un prespuesto bastante menor en relación a su rival para el fútbol profesional. Llegó a esta instancia como el peor clasificado de todos los grupos, en el puesto 16°. Y aunque dejó en el camino a Vélez en octavos de final, después no tuvo obstáculos de jerarquía para meterse en la final: se topó con un flojo Arsenal en cuartos, y con un Defensor Sporting aguerrido pero sin muchas ideas.

Este parece ser el año para San Lorenzo. Da la sensación que es ahora o nunca. Está, después de mucho tiempo, ante una oportunidad inmejorable de sacarse ese estigma que lo persigue desde siempre, y que es motivo de burla de los rivales dentro del foclore futbolero en las tribunas. Pero ante todo, está cerca de sumar un título que merece tener en sus vitrinas por su rica historia.

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