Paola Núñez | Corresponsal 10y

A cumplir las expectativas

MADRID -- Dos escuadras ambiciosas buscan iniciar la campaña como terminaron la anterior: en la cima. Con el 1-1 en la ida de la Supercopa de España se acabaron los experimentos para el Real Madrid y el Atlético de Madrid, que se enfrentan mañana en el Vicente Calderón para definir al campeón.

En escena, las mismas fórmulas y las añejas costumbres propias de dos grandes rivales, así como la presión de mantener el nivel que hizo a uno campeón de Liga y al otro campeón de Europa y de la Copa del Rey.

De momento, en el Atlético de Madrid impera la necesidad de hacer ver un grupo armado. El martes, en la ida, hubo la insólita cantidad de seis debuts oficiales en el cuadro rojiblanco --Mario Mandzukic, Siqueira, Moyá, Griezmann, Ansaldi y Raúl Jiménez--, demasiados para tratarse de un mismo encuentro y más tomando en cuenta que hay un título en disputa.

La 'novedad' pasa pronto y queda sólo la incertidumbre. Con su acostumbrada mesura el técnico Diego Simeone se resiste a echar las campanas al vuelo, pues asegura que con un "equipo nuevo" no puede competir con los 'gigantes de la liga'.

"No me gusta mentir a la gente y una cosa está clara: no podemos competir con el Madrid y el Barcelona. Nuestros rivales son el Sevilla, Valencia y Athletic. El objetivo (esta campaña) es el tercer puesto. Somos un nuevo equipo", dijo el técnico en una entrevista con La Gazzetta dello Sport publicada el jueves.

Pero el Cholo inculca la filosofía contraria a sus jugadores, pues en su equipo sólo triunfan los elementos con hambre voraz. Y el Atlético de Madrid, como actual monarca de la Liga, debe pelearlo todo, empezando por la Supercopa de España, sobre todo si es un equipo que invirtió cerca de 100 millones en fichajes.

Y si bien parece adolecer de un lateral del nivel de Filipe Luis, hoy en el Chelsea, el resto de las líneas no desentonan y sus "nuevos jugadores" pelean con la misma agresividad que los veteranos y ya repiten, casi como mantra, el famoso discurso del 'partido a partido'.

Así, el croata Mario Mandzukic se convirtió, en pocos minutos, en el nuevo enemigo público de la afición madridista el martes pasado. A modo de bienvenida a la Liga, Sergio Ramos le dejó un 'recuerdito' en la cara en la disputa de un balón.

El pique no puede faltar en un derby. Saúl, por su parte, maravilló a la afición rojiblanca, que ya ve en él al próximo Koke. Antoine Griezmann no tuvo tiempo de volver loca a la defensa merengue con su nueva camiseta, pero seguramente lo tendrá el viernes, cuando debute en su casa. No son Costa y Villa, pero su ausencia ya no parece una tragedia.

Y si a Simeone parece preocuparle que con tanta novedad algo se pierda en el camino, el técnico vecino, vive un dilema opuesto. Carlo Ancelotti se las tiene que ingeniar para acomodar a tanta estrella, como es costumbre en la casa blanca.

Sólo son tres 'nuevos' elementos, pero tiene en sus manos a uno de los planteles más poderosos del mundo, de tal manera que el italiano puede darse el lujo enviar a un campeón del mundo como Sami Khedira a la grada porque la directiva decidió prescindir de él, pues no quiso firmar una extensión de su contrato. O dejar a jugadores como Ángel Di María o Luka Modric en la banca por el simple hecho de la falta de cupo, pues sólo caben 11 en el terreno de juego.

Con la presión que supone la perene obligación de ganarlo todo, Real Madrid ha comenzado con el pie derecho al adjudicarse la Supercopa de Europa en la noche de estreno de sus fichajes estrella, Toni Kroos y James Rodríguez. Pero cualquier resultado que no sea una victoria en el Calderón será sinónimo de fracaso, pues es demasiado temprano en la temporada para renunciar al objetivo de terminar la campaña presumiendo seis títulos en una campaña, algo que sólo ha logrado hacer el Barcelona, en 2009.

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