<
>

Espanyol, entre dudas e ilusiones

BRCELONA -- El nuevo Espanyol empieza este sábado su camino liguero en Almería entre la esperanza, la duda y un cambio de traje que invita a la paciencia. Se marchó el aspirante Jhon Córdoba y en su lugar aterrizó el deseado Felipe Caicedo (duda en el partido), junto a futbolistas de segundo perfil, una norma en los últimos tiempos que mantienen a la expectativa a la sufrida hinchada.

Pero acaso la principal novedad resida en el banquillo, con el cambio drástico que ha supuesto el cambio de entrenador, con el ascenso de Sergio González para ocupar la plaza que dejó Javier Aguirre, quien tras año y medio al frente del equipo periquito convino con la dirigencia que su etapa había concluido.

La figura del Vasco, hoy flamante seleccionador de Japón, se mantiene presente en el entorno blanquiazul por la fortaleza de su personalidad. Cuando ahora todo se diluye en el vestuario se echa en falta su discurso pleno, a medio camino entre el aviso y la ambición del que siempre hizo gala.

Aunque puestos a establecer diferencias, la principal se adivina en la apuesta futbolística de un equipo necesitado de ganarse el crédito con el cambio. Y que coloca a su sucesor en el plano por la decisión que muestra en sus planteamientos.

Sergio González quiere el balón y es a través suyo que pretende establecer el vocabulario del nuevo Espanyol. Ocurre que, de momento, las sensaciones no son las mejores y el temor a comenzar la temporada en falso se haya instalado entre el universo blanquiazul.

"No vamos a cambiar", avisó el entrenador dando a entender que está convencido del camino a seguir a pesar de todo y en su dibujo se contempla necesaria la presencia de un líder que acompañe desde la creación al eterno Sergio García, quien después de muchas semanas planteándose el futuro acordó el miércoles prolongar su permanencia en el club hasta junio de 2018.

La continuidad del capitán hasta prácticamente su retiro muestra bien a las claras la filosofía continuista del Espanyol en la personalidad del vestuario. Aunque hace ya una década larga que abandonó el Barcelona, Sergio García, el capitán, mantiene en el fondo ese carácter futbolístico que se labró en las categorías inferiores del gran rival ciudadano y apunta a ser quien, en el campo, muestre el camino a sus compañeros.

Su entrenador, un jugador fetiche en el Espanyol del pasado, no es ajeno a esa circunstancia y le ha utilizado a modo de ejemplo ante ese vestuario ilusionado con la nueva etapa que empieza con un desplazamiento incómodo y frente a un rival que le venció en Cornellá en su último cara a cara (1-2 el pasado mes de abril).

"No es un comienzo de Liga fácil, pero si llegamos a finales de septiembre asegurando los puntos de casa y arrancando fuera podremos pensar en positivo", resaltó una fuente del club, consciente de que en el entorno blanquiazul, a pesar de todo, la duda siempre se gana un espacio junto a la esperanza de cada inicio de curso.

Enfrente, el Almería aparece como un contrincante desagradecido, difícil de controlar por los cambios que se adivinan en su seno, empezando por el nuevo entrenador y acabando por la presencia del díscolo Thievy, jugador surgido de la cantera espanyolista y enfrentado a todo el club. Cedido a los rojiblancos andaluces y convertido en la gran amenaza de buenas a primeras.