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Nace una nueva etapa en Boca

BUENOS AIRES -- Tres puntos en cuatro partidos; tres derrotas, dos seguidas y ambas por goleada; un equipo sin respuestas; un ciclo que luego de casi dos años nunca dio los resultados esperados.

Ese fue el análisis de la dirigencia de Boca a la hora de tomar la decisión de despedir a Carlos Bianchi. Una decisión difícil por lo que representa el entrenador en la historia del club, pero que no admite muchas discusiones desde el punto de vista futbolístico.

La derrota frente a Estudiantes por 3 a 1 fue el detonante. Y no hizo más que ratificar lo que se venía observando en la cancha en los últimos tiempos: un equipo golpeado en lo anímico, sin fútbol, sin ideas y sin respuestas ante la adversidad.

Pese a todo, en un fútbol argentino que exige ganar por sobre todas las cosas, la gente de Boca mantuvo su apoyo a Bianchi de manera incondicional. El Virrey demostró que es intocable para los hinchas xeneizes: claro, en sus dos etapas anteriores conquistó títulos de todos los colores y para todos los gustos: Libertadores, torneos locales, Copas del Mundo, triunfos memorables contra River...

Por eso, los insultos y los cuestionamientos siempre fueron dirigidos hacia la dirigencia y los futbolistas. ¿Qué pasará el domingo, ante Vélez? Sin dudas, la gente volverá a ovacionar a un Bianchi que ya no estará en el banco, y expresará su repudio hacia Angelici y compañía. Claro, en poco tiempo, el presidente no pudo (o no quiso) retener a Riquelme y decidió, con el apoyo de la CD, prescindir de los servicios del DT más ganador del club.

Los jugadores también estarán en la mira, por supuesto. Es que más allá de la responsabilidad del entrenador en las contrataciones y en el funcionamiento del equipo, desde la cancha se transmitió poco, muy poco. Tal vez, lo que más molestias generó en los hinchas no haya sido la falta de juego, de ideas, de resultados: lo que más dolió fue la falta de actitud. Justo en Boca, equipo que históricamente puso la garra y el corazón por sobre todas las cosas.

Muchos futbolistas no están preparados para vestir una camiseta con tanto peso (este plantel no cuenta desde hace tiempo con jugadores de la jerarquía de Bermúdez, Serna, Riquelme, Palermo, Guillermo, Schiavi y tantos otros), y en este caso hubo un factor que les jugó en contra: la presencia del propio Bianchi.

Sí, en sus ciclos anteriores, el Virrey motivaba a sus dirigidos, con él en el banco ellos estaban seguros dentro de la cancha. Esta vez pasó lo contrario: dio la sensación que la presencia de Bianchi terminó generando más presión. Los jugadores sabían que si las cosas no se daban, serían los primeros en recibir cuestionamientos y reprobaciones. Así fue.

Bianchi hizo méritos suficientes para meterse en la historia grande de Boca y para ganarse la idolatría de la gente de por vida. Debe ser difícil encontrar en el mundo del fútbol, tan cambiante y olvidadizo cuando de la gloria se pasa al fracaso, una figura que genere tanto respeto y admiración de parte de una hinchada. El Virrey lo logró.

Pero no se puede vivir de recuerdos. Nace una nueva etapa en Boca, sin Riquelme y sin Bianchi. El entrenador que llegue tendrá el desafío (y la ventaja) de empezar todo de cero. De levantar el ánimo del plantel y de darle al equipo una identidad de juego que hoy no tiene. Y sobre todas las cosas, deberá empezar a armar las bases para conseguir resultados y títulos.

Nadie puede sobrevivir al mundo Boca sin ganar. Ni siquiera Carlos Bianchi.