Alejandro Caravario 10y

Volver a las fuentes

BUENOS AIRES -- Antes que nada, hay que decir que no fue una revancha. Por el contrario, ver frente a frente a los mismos equipos, con la final del Mundial tan fresca, significó para los argentinos revolver la herida.

Pero hecho el necesario ejercicio de amnesia selectiva, se vio que la Selección, en el amistoso ante Alemania que inauguró una nueva etapa, con Gerardo Martino al mando, dio alentadores indicios de que pretende volver a las fuentes. Es decir, a explotar a sus futbolistas de excepción, radicados todos ellos en el ataque, para hacerse fuerte y establecer las diferencias.

No sería justo atribuir el perfil del equipo al flamante entrenador. Casi no trabajó con los futbolistas. Y además, en señal de respeto hacia su predecesor –su conformidad absoluta con el legado– convocó al mismo plantel (salvo Messi, que estaba "lesionado") que Alejandro Sabella condujo en la Copa del Mundo disputada en Brasil, con el agregado de Lamela y Gaitán.

De modo que el equipo anduvo solo. Jugó de memoria. Pero de memoria lejana, como en los tiempos en que los ligeritos (Messi, Di María, Higuaín y Agüero) montaban su circuito virtuoso y la Argentina apostaba su suerte a ese vértigo. Incluso padeció las mismas vacilaciones defensivas que en aquellas épocas.

Ausentes Higuaín y Messi, alcanzó con el soberbio Di María, sencillamente imparable. Profundo, autosuficiente, enloqueció a los alemanes, metió un hermoso gol y entregó tres asistencias. Inevitable hacerse la pregunta contrafáctica: ¿Qué habría pasado si una lesión no lo hubiera marginado de la final de Brasil 2014?

Ahí cerca estuvo Agüero, que recuperó el nivel (y el respaldo físico), luego de un Mundial flojo. Fue picante al encarar, como en los mejores momentos. Y un buen socio resultó Erik Lamela, responsable de un golazo, una definición artística, muy a tono con su paso de número diez zurdo y sensible que últimamente se extraña en los equipos.

La Selección recuperó el estilo del que había renegado en el Mundial para tornarse más defensiva y opaca. Es de esperar que, de acuerdo con las ideas de Martino, esta tendencia se fortalezca y se privilegie el caudal ofensivo.

Algo del credo de Martino se observó. Cierta vocación por achicar espacios hacia adelante y presionar la salida del adversario, una tarea en la que Lucas Biglia, de muy buen partido, fue el hombre destacado.

No se trata de sacrificio sino de jugar en el campo rival. Veremos cómo se adaptan los delanteros que prefieren disponer de terreno libre para aprovechar su velocidad.

También se notó la intención de usar todo el ancho de la cancha y de iniciar las jugadas con pelota al pie, aunque en esta última faceta faltó precisión. En el capítulo posesión de pelota, que a Martino le importa, es donde el entrenador deberá insistir con mayor esmero.

Un debut con el pie derecho. Porque el equipo se acordó de los orígenes. Recién más adelante, y con Messi entre los once, se podrá apreciar la influencia real del nuevo técnico.

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