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El supuesto hedor de Australia

Perder contra Angola aseguró la tercera plaza a Australia, puesto que les evitó medirse a EEUU. Getty Images

GRANADA -- Hay situaciones imposibles de demostrar. Probables que se escapan de la objetividad pura y dura y quedan en un limbo de sospechas encerradas, aireadas en debates, crónicas y opiniones. La derrota de Australia ante Angola en el último partido de la fase de grupos del Mundial de España de Básquetbol ha supuesto un caldo de cultivo de dudas, críticas y miradas de reojo salidas de las suposiciones.

Perder contra Angola aseguró la tercera plaza a los 'aussies', una posición que les coloca al otro lado del cuadro en el que se encuentra Estados Unidos, ganadores incontestables del grupo C. Nadie sabe realmente lo que pasó por la cabeza del coach de Australia, Andrej Lemanis, cuando dejó fuera de la ecuación a jugadores de la talla de David Andersen (sólo jugó 3 minutos), Joe Ingles o Aron Baynes. Su argumento fue el de darles descanso tras haber certificado la clasificación, sin embargo, el olor a chamusquina es inevitable.

La superioridad de australianos sobre angoleños es patente sobre el papel, algo que se vio hasta el descanso, cuando Dante Exum canalizó el dominio de unos oceánicos que llegaron a tener una ventaja de 21 puntos. Pasaron los minutos tras la reanudación y del 60-45 a favor de Australia se llegó al 65-63. Finalmente, los africanos se hicieron con la victoria gracias a una diferencia de ocho puntos.

Lituanos y eslovenos entraron en cólera, pusieron en entredicho la honestidad de los australianos y cargaron contra sus rivales. Goran Dragic utilizó twitter para vapulear a los que fueron sus contrincantes.

"El baloncesto es un deporte precioso donde no hay lugar para amaños", escribió el lituano en la red social.

Directo al grano. Eslovenia ocupaba entonces esa segunda plaza que abría de par en par un hipotético enfrentamiento ante EE.UU. en cuartos de final. Australia no se vería las caras con los estadounidenses hasta semifinales.

Hay precedentes en la historia reciente, y uno de los más sonados fue la derrota de España en la fase de grupos de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 ante Brasil para evitar a los norteamericanos hasta la final, donde finalmente cayeron los españoles para lograr la plata. Como la de aquella ocasión, la presunta estrategia de los australianos es más que cuestionable, sin embargo nunca hay pruebas suficientes que determinen que la derrota fue provocada.

Es difícil que la FIBA pueda actuar ante estos casos. El torneo está diseñado de una manera en la que siempre cabrá la posibilidad de que este tipo de estrategias sucedan en la última jornada. Sin evidencias no puede haber sanciones y lo que queda es el honor mancillado o no de la selección que lleve a cabo estas estratagemas. Queda confiar en la buena fe, lo que supondría un auténtico acto de inocencia, o asumir como normal el dejarse perder con el fin de tener más opciones en la fase final, lo que desprestigiaría la competición.

No sólo eso, sino que podría haber afectado directamente los intereses de un equipo como el de México, que fue capaz de vencer a Angola en su compromiso y logró una ventaja sobre los africanos en caso de empate. Si no hubieran vencido, el daño colateral hubiera supuesto su eliminación y este caso hubiera tomado otro tinte.

Como en la vida, estas cosas pasan. La honestidad brilla por su presencia en algunas personas, tanto como la picardía en otras. Ese es uno de los baremos que se utilizan para catalogar a la gente y cada uno elige a quién quiere tener cerca. Sobran cobardes en todos lados, hasta en el básquetbol. El encuentro entre Angola y Australia desprende un hedor antideportivo significativo. Sólo Lemanis sabe a ciencia cierta lo que realmente sucedió, el resto de las suposiciones son simplemente eso, suposiciones.

Lo que el deporte jamás pondrá en duda son las derrotas con la cabeza alta a las victorias deshonestas.