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Munir, el último destello del potrero español

BUENOS AIRES -- Munir El Haddadi Mohamed (San Lorenzo de El Escorial, Madrid, 1 de septiembre de 1995), es el último destello del potrero español. En una época en la que políticos e intolerantes españoles señalan a los inmigrantes como los culpables de una crisis que no provocaron ellos, sino la codicia de los grandes bancos y el servilismo de la propia clase política, este mestizo de raíces marroquíes apunta a ser el nuevo orgullo de La Roja.

La historia comienza en la primavera de 1984, cuando su papá, Mohamed El Haddadi Arbrqui, entonces joven pescador de 18 años, decide atacar su destino y reescribirlo a bordo de una patera junto a otros 19 valientes. La embarcación parte desde Castillejos (Marruecos), rumbo a una vida diferente en Algeciras (Cádiz). Mohamed fió su futuro a una quimera y a sus virtudes como nadador. Sorteado el primer gran desafío de llegar a la costa española, vivió en la calle de lo que conseguía vender en el mercado de menudencias, hasta que se cansó de huir de la Policía para evitar que le capturaran y le deportaran.

Llegó a la conclusión de que tierra adentro le sería más fácil ocultarse, así que trepó hasta Bilbao para continuar vendiendo bisutería en las ferias callejeras y así comenzar a ahorrar. En Bilbao permaneció 4 años, tiempo que utilizó para aprender todo sobre la cocina vasca. Luego bajó a Madrid y se estableció en la localidad de Boadilla del Monte, donde consiguió trabajo en una jamonería. Formó pareja con Zaida, una española nacida en Melilla que se ganaba la vida limpiando platos en un restaurante, y más tarde nació Munir (en árabe, "el que trae la luz"). Años después chef euskaldún Iñaki Ongay contrató a Mohamed y premió su dedicación nombrándole jefe de fogones en uno de sus locales. A día de hoy, Ongay alucina cuando describe la forma en que el padre del crack sazona las carnes, y ríe cuando recuerda que su cocinero estrella, el marroquí a quien sus compañeros llaman Jaime, jamás faltaba a sus obligaciones al tiempo que recomendaba con ahínco a directivos de clubes y otros comensales que vieran jugar a su hijo, hincha del Real Madrid.

Paco de Gracia y José María Amorrortu, principales ojeadores técnicos de Real Madrid y Atlético de Madrid, supieron del pibe pero descartaron incorporarle vaya uno a saber por qué. Lo interesante es que cuando en los dos clubes quedó al descubierto la decisión de estos profesionales, Real Madrid despidió a De Gracia y Atlético eyectó a Amorrortu. La progresión del joven ariete decidió que el error de ambos había sido imperdonable. Munir recaló en el Rayo de Majadahonda, club de la periferia de Madrid, a 25 minutos de coche de su casa en el municipio de Galapagar, que le garantizaba una beca. Con la camiseta blanca de ese club la rompió en 2010-11. Anotó 32 goles en 29 partidos y sumó un montón de asistencias. Su zurda sedujo entonces al FC Barcelona, que envió emisarios a Madrid para convencer a Mohamed y Zaida. La idea, llevárselo a La Masia en 2011 pese a que el Osasuna ofrecía más dinero para hornearlo en Pamplona.

Su papá vivió con él en Barcelona durante 4 meses para facilitarle la adaptación. Hasta 2014, Munir acuñó sus sueños de fútbol en el corazón de La Masia junto a su compadre Maxi Rolón, rosarino, hermano de Leonardo, jugador de Vélez Sársfield, y cuyo tiempo de gloria espera turno pronto. De 2014 en adelante, su sociedad con otro rosarino, Lionel Messi, hace soñar a todo el barcelonismo, que ya no está tan nervioso por la sanción que soporta Luis Suárez.

La dirección deportiva del FC Barcelona, sin embargo, jugó con fuego este año, ya que la evolución del jugador ha sido incontenible en los últimos 6 meses pero su contrato era de chiste. Munir, internacional sub-19 con la selección española como Nahuel Leiva (17) -otro rosarino, pero nacionalizado español, que juega en el Villarreal-, y campeón de la UEFA Youth League (Liga de Campeones de Europa Juvenil, en la que marcó 11 goles en 10 partidos), ganaba un máximo de 150.000 euros al año y su cláusula de rescisión era de €12 millones. Una hermosa tentación para clubes de la Premier League que en otras épocas se llevaron a Gerard Piqué y a Cesc Fàbregas, y si no hicieron lo propio con Lionel Messi fue por las enormes ganas que tenía Leo de triunfar en el Barça.

El Barcelona, según ha informado el diario Mundo Deportivo, reaccionó y le propone una adecuación de contrato a Francesc Valdivieso, representante de Feel Winner Sport, agencia que defiende los intereses de Munir, para que el jugador pase a tener un contrato con aumentos progresivos y una nueva cláusula, ahora de €35 millones. Bien que han hecho, porque después de encandilar en los dos primeros partidos de la Liga 2014-15, Munir ha sido convocado por Vicente del Bosque, seleccionador español, para suplir nada más y nada menos que a Diego Costa en el debut de La Roja en Valencia frente a Macedonia, este lunes 8 de septiembre (20.45 hora local), por la fase de clasificación para la Eurocopa de Francia 2016.

Del Bosque ha llamado a Munir para hacerle jugar unos minutos y así desactivar la posibilidad de que la nueva joya de La Masia pueda ser convocado por Marruecos. Ese era el sueño de Munir en julio 2011. "¿España? ¡Hombre! Me gustaría jugar con Marruecos porque es el país de mi padre", dijo en una entrevista concedida al blog Futbol Marroquí, en la cual ponderaba a Adel Taarabt, "mi jugador marroquí favorito", y encumbraba a Leo, "a nivel internacional mi jugador preferido es el excelente Messi". Ahora, tras darse cuenta de que España sí cuenta con él en realidad, archivó el viejo sueño y va a por todo con la camiseta del país en el que nació hace 19 años, y en el que la vida de su padre y su familia entera dio un vuelco.

Con Messi, Real Madrid y Atlético no tuvieron opción, porque Leo se formó íntegramente en Can Barça. Pero descartar a El Haddadi y dejarlo marchar, provoca que más de uno se quiera pegar hoy un tiro ahí abajo. La historia de Munir, el regalo que Antonio Gabaldón, humilde descubridor de talentos español, detectó en un potrero del barrio de Galapagar, es otra de esas páginas de la vida que tanto nos apasionan porque renuevan la esperanza de desprotegidos que imaginan un futuro mejor.