Martín Urruty 10y

Show me the money

NUEVA YORK -- El teniente primero Arthur Robert Ashe Jr., de Richmond, Virginia, 25 años, huérfano de madre desde antes de que cumpliera siete, no cobró los 14.000 dólares de premio asignados al ganador del primer US Open de la Era Abierta, en 1968. Le habían sugerido que mantuviera sus estatus de amateur para que continuara en la nómina del equipo estadounidense de Copa Davis, a la vez que el Ejército permitía que se ausentara del servicio para competir. Ashe, el primer tenista negro en ganar un Grand Slam, se llevó a cambio un viatico de 20 dólares diarios. La cifra mayor le fue asignada a su vencido en la final, el holandés Tom Okker.

Johnnie Ashe, cinco años menor que Arthur, se enteró del triunfo de su hermano gracias a la radio de las Fuerzas Armadas mientras prestaba servicio en la guerra de Vietnam. Por su cuenta se alistó luego para un segundo término con las tropas para evitar que su hermano mayor fuera enviado al frente.

A fines de los convulsionados 60, el US Open -jugado sobre césped- marcó su primer récord en el reparto de premios. La bolsa de la edición de 1968 fue de 100.000 dólares, casi 13 veces el ingreso promedio de un hogar estadounidense en aquel tiempo. Al final del mandato de Lyndon B. Johnson como presidente electo de Estados Unidos, el galón de combustible costaba 34 centavos, el de leche valía 1,07 dólar, se entraba al cine por 1,50, la docena de huevos se conseguía a 53 centavos, quien disponía de unos 2.800 dólares compraba un auto nuevo y una casa costaba 26.600.

Los tiempos, permítase la perogrullada, han cambiado. Ir al cine en las principales ciudades estadounidenses cuesta 8,30 dólares sin contar estacionamiento ni pochoclos. O sea, un 550% más que en la época en la que Ashe usando gruesos anteojos con marco de pasta venció en Forest Hills. En estos días, el galón de leche figura en góndolas a 3,64, la docena de huevos cuadruplicó su precio -dos dólares- y el combustible se disparó: cotiza a 3,56 el galón. A ese ritmo también se han encarecido los autos: cuestan casi 1.100% más que hace 46 años. Y comprar una vivienda sale, en promedio, 1.000% más que a fines de los 60.

El crecimiento de la escala de premios en el cuarto torneo grande fue progresivo pero encierra curiosidades. Desde 1973, hombres y mujeres cobran lo mismo, algo mucho más tarde imitado por el resto de los Grand Slam pero que aún se discute teniendo en cuenta la distinta exigencia deportiva y el atractivo -traducido principalmente en rating de televisión- que generan. Hace 41 años, los campeones se llevaron 25.000 dólares cada uno. Guillermo Vilas cobró 33.000 por su título de 1977, también en Forest Hills. Cada uno de los 64 eliminados en la primera ronda de 2014, se recuerda, colectó 35.754 dólares.

La barrera de los 100.000 recién fue superada en 1983: Jimmy Connors y Martina Navratilova ganaron 120.000 por cabeza. En 1992, Stefan Edberg -hoy entrenador de Roger Federer- y Monica Seles fueron los primeros campeones que cobraron medio millón. Recién estrenado el siglo, en 2003, Andy Roddick le dio a Estados Unidos el hasta ahora ultimo titulo grande en varones. Cada campeón de esa edición recibió por primera vez un millón de dolares. En 11 años la cifra fue triplicada. En 2008, ocasión del -hasta el momento- último título de Federer aquí, al suizo le tocó un millón y medio.

Los campeones de 2014 se llevaran un cheque por tres millones de dólares, la cifra más alta jamás pagada en un Grand Slam. Comparados con los 14.000 que ni siquiera cobró Ashe, esto significa un aumento del 21.428%. Según las normas impositivas de Estados Unidos y del estado de New York en particular, el fisco retiene un tercio de la cifra bruta. Para algunos resulta apenas un detalle. Por caso, para Federer. Sus ganancias por premios oficiales en 2013 representaron apenas la décima parte de sus ingresos anuales. Como Ashe hace 46 años, Roger también tiene que estar atento al servicio que presta fuera de la cancha.

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