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Volver a ser

Gago se recupera para River Fotobaires.com

BUENOS AIRES -- La salida abrupta de Riquelme sirvió durante un tiempo como explicación facilista para todos los males de Boca.

La ausencia de Román no tenía nada que ver con los errores elementales de la defensa (recuerden el partido ante Estudiantes), pero en tren de simplificar se machacaba con la partida del diez.

La llegada de Arruabarrena demostró que el juego de Boca se podía embellecer aun sin que volviera Riquelme. Algunos ajustes en la alineación más el aventón anímico que suponen las novedades en la conducción hicieron que el equipo cambiara la cara.

En la generación de juego, la administración de la pelota y el ingenio para filtrar pases con esperanzas de gol, es decir las materias en que Riquelme era el especialista y eximio ejecutor, seguramente la sustitución será ardua.

Pero en el encuentro ante Olimpo, en Bahía Blanca, asomó la fórmula más confiable, que requiere, eso sí, un gran esfuerzo del técnico.

¿En qué consiste ese trabajo tenaz de Arruabarrena? Nada menos que en recuperar a Fernando Gago. Entre la inseguridad que provocan las lesiones obstinadas y el consecuente bajón futbolístico que quedó en evidencia más que nunca durante el Mundial, donde perdió la titularidad en la Selección, Gago está lejos de su esplendor y reclama cuidados intensivos.

Al mismo tiempo, su experiencia, su manejo y, si se suelta, su claridad para el último pase, lo colocan como el sucesor forzoso en el rubro creativo.

El domingo tuvo mucha participación. Pasó poco la línea de la pelota, pero cuando se aventuró al área rival hizo de Boca un equipo más profundo.

Parece no ser pereza sino falta de confianza lo que lo retiene. Le sobra destreza para la gestión de ataque. En eso, no tiene demasiado que envidiarle a Román. Tanto para encarar como para la habilitación certera. El gol de Gigliotti es un buen ejemplo de cuán decisivo resulta cuando calibra la pegada.

Mientras Gago se anima a convertirse en el eje de Boca, el sorpresivo Marcelo Meli funciona como una ayuda muy apreciable.
A la inversa de Gago, alex futbolista de Colón no le pesaron sus exiguos antecedentes y se erigió en una referencia de juego y de llegada apenas le dieron la oportunidad. A él no se lo pidieron, como sucede con Gago, pero tomó con ganas la responsabilidad.

De buen pie, dinámico y guerrero, Meli viene repitiendo su lugar de figura y está llamado, junto a Gago, a organizar las ideas (y las realidades) ofensivas de Boca.

Una jugada que terminó muy mal Calleri (la quiso colocar y la tiró a cualquier parte) insinuó la combinación de velocidad y exactitud que está en condiciones de alcanzar el ataque de Boca cuando ambos se asocian.

Hay vida después de Riquelme. Gago y Meli pueden dar fe.