<
>

Dos en un millón

Mike Trout y Clayton Kershaw se perfilan como las nuevas caras del béisbol. Dominic DiSaia para ESPN

CLAYTON KERSHAW NO PARECE muy feliz. No parece estarlo los días que lanza. "Lo peor", dijo el receptor de los Dodgers, A.J. Ellis. Es el 5 de agosto y faltan diez minutos para la hora del juego. Dodgers contra Angelinos. Kershaw contra Trout. Los fans se amontonan alrededor del bullpen para observar asombrados los últimos preparativos del serpentinero. Los abridores Josh Beckett, Dan Haren y Hyun-Jin Ryu están aquí también, suficientemente cerca para ofrecer su apoyo y suficientemente lejos para mantenerse al margen. Nadie habla. La mirada de Kershaw y el sonido de la pelota en el guante de Ellis. Su slider rebota delante del plato, Ellis le devuelve la pelota y Kershaw lanza la pelota contra la pared del bullpen con disgusto.

"Se presiona demasiado; me estresa", comentó Haren. "Siempre pienso: ‘¿Qué te preocupa tanto? ¿Acaso no sabes que tú vas a entregar?'"
Es el peso de la grandeza. Cuando ganas dos premios Cy Young antes de tu cumpleaños número 26, tienes el menor número de carreras limpias permitidas con 100 juegos comenzados y 1000 entradas desde 1920, y te comparan de manera justificada con Sandy Koufax en su mejor momento, todo lo que haces debe ser perfecto.


MIKE TROUT NO deja de sonreír. Alrededor de la jaula de bateo se mofa de sus compañeros. Posa para fotos. Firma un puñado de autógrafos. Sabe que todas las miradas se posan en él. Pero no parece importarle. "No creo que haya tenido ni un mal día en su vida", dijo su padre Jeff.

En su último swing de práctica, el joven Trout conecta un lanzamiento a la línea del cinturón y envía la pelota hacia el estacionamiento del Dodger Stadium, a unos 475 pies (145 metros) del plato. Abandona la jaula encogiéndose de hombros y sonriendo, como un niño pequeño que no sabía que era lo suficientemente fuerte como para volcar el frasco de galletas. "No estaba tratando de hacer eso", comentó más tarde. "Solo sucedió".

Veintiún equipos no eligieron a Trout en el sorteo de novatos de MLB en 2009. Eso da un total de 21 gerentes que deberían estar desempleados ahora mismo. En poco más de tres temporadas, Trout ha producido más victorias por encima de un jugador reemplazo [Wins Above Replacement o WAR] (26.3) que cualquier otro jugador a sus 22 años de edad, según Baseball-Reference.com, y es uno de solo cuatro jugadores con tres temporadas de, por lo menos, 25 cuadrangulares antes de los 23 años de edad.

"Está en otro planeta", dice Ellis.


KERSHAW TERMINA SUS lanzamientos de calentamiento.
Trout se estira y hace carreras cortas. Esta es la primera vez que se enfrentarán en un partido de temporada regular.

Es tentador imaginar lo qué sucederá: Kershaw mirará fijamente a Trout a través de su guante negro de piel, levantará la rodilla casi tocando el codo y después se dejará caer hacia el pentágono, plantando su pie derecho y soltando uno de los lanzamientos de su arsenal. Trout sostendrá un pedazo de madera de arce de 31.5 onzas de dos tonos detrás de la cabeza. Mirará fijamente a Kershaw, levantará el pie izquierdo, desplazará su peso al frente, girará la cadera y, en una fracción de segundo, decidirá si hacer un swing con fuerza y propósito.

Y todos observarán.

Habrá solo un puñado de turnos al bate en una temporada de 162 juegos. Pero será mucho más que eso. Dos superestrellas en ascenso, a solo 30 millas (48 kilómetros) de distancia. El mejor lanzador y el mejor jugador de posición del béisbol competirán, se pondrán a prueba y el resto de nosotros seremos testigos de momentos de verdadera genialidad. Sus managers, hombres programados para suprimir la emoción a cada paso, están entusiasmados ante la perspectiva.

"Con tantos jugadores jóvenes, te preocuparía que todo esto fuera prematuro", dijo Mike Scioscia de los Angelinos. "Pero ¿con estos muchachos? Ellos son la excepción".

"Es uno de esos enfrentamientos clásicos", dijo Don Mattingly de los Dodgers. "Es simplemente especial".


EN SU ÚLTIMA salida, Kershaw lanzó el partido completo en la victoria 2-1 ante los Bravos. Era su segundo juego completo consecutivo y la décima vez en sus últimos 11 inicios que había permitido dos o menos carreras. Pero había poco tiempo para celebrar.

El final de un juego es el comienzo de otro. Se deben hacer carreras cortas. Analizar alineaciones. Estudiar videos. Levantar pesas. La presión aumenta todos los días, a cada hora y a cada minuto. "El tiempo pasa y él está mejorando", dijo Ellis.

Kershaw considera que sus habilidades son un regalo divino y que tiene la obligación de desarrollar todo su potencial.

"No suelo mirar al futuro, pero cuando la gente me pregunta cómo quiero ser recordado, quiero granjearme el respeto de mis colegas", dijo. "Eso significa que debes hacer todo lo posible para prepararte para tu próxima salida".

Los días del partido siguen una estricta rutina. Un tazón de cereal y un plátano para el desayuno. La camiseta Under Armour -- que alguna vez fue blanca y ahora es gris -- debajo del jersey. La siesta previa al juego. Los estiramientos de mariposa y tiros largos en el jardín. Y todos deben cumplir con lo que Ellis ha bautizado como "las reglas de Kershaw". No se habla de la mecánica. Prohibidas las visitas innecesarias al montículo. Prohibido tocar las toallas de Kershaw. "Es como caminar sobre arenas movedizas", dijo Ellis.

Kershaw es un hombre de fe profunda. No maldice. Para cuando toma el montículo, está tan tenso que su propia esposa, Ellen -- a quien invitó a salir por primera vez en el noveno grado -- no lo reconoce. "Resulta difícil creer que esa persona es mi esposo", dice. "No me toca ver a este hombre gritando en su guante o ese tipo de carácter. Esta persona que es gran parte de mi vida sufre una extraña transformación".

Ellen cree que todo comenzó en las ligas menores, donde Kershaw comprendió que era distinto a los demás. Incluso antes de que lo llamaran a las Grandes Ligas a los 20 años de edad en el 2008, debía soportar la presión de numerosos fans que esperaban el siguiente Koufax.

"Creo que todas esas presiones lo convirtieron en un muchacho de 20 años de edad muy confundido, que buscaba descubrir su lugar en todo esto", dijo Ellen. Aunque Kershaw y Koufax son ahora amigos, Kershaw rechaza la idea de que pertenecen a la misma clase. "No pretendo ser malagradecido o decir que no pienso que eso sea bueno", dijo. "Simplemente es difícil pensar en ello y hacer mi juego".

Trout entiende cómo se siente. Desde que llegó a Anaheim en el 2011, no ha pasado un solo día en el que no haya visto su cuenta de Twitter y haya encontrado una conversación sobre Mickey Mantle o Willie Mays, y comentarios asegurando que él podría ser mejor que ellos.

"Pero creo que prefiero que hablen bien de mí, a que no digan nada", dijo. Él es consciente del circo que lo rodea. Sabe lo que la gente está diciendo. Sin embargo, él se sigue viendo como el muchacho que llama a sus padres en Nueva Jersey antes de cada partido.

"La presión no lo desconcierta. En realidad no", dijo Jeff Trout, quien jugó cuatro temporadas de béisbol de las ligas menores. "Es un muchacho sencillo. Él es lo que es. Y, en un deporte de fracasos, esto le funciona muy bien. No es realmente introspectivo".

Está hambriento. Siendo el más joven de tres hermanos, estaba siempre luchando por lograr cierta ventaja sobre ellos. Todo -- recoger el periódico matutino, ser el primero en bajar a desayunar -- era una competencia. Los juegos de mesa y las rondas de golf de los domingos se convirtieron en motivos de polémica familiar. Incluso ahora, en la casa club de los Angelinos, Trout organiza competencias para realizar tareas simples, como ver quién puede lanzar una botella de agua vacía al bote de basura desde más lejos. "Todos están siempre tratando de vencer a Trout", dijo el pitcher de los Angelinos, Garrett Richards. "Y si lo logras, puedes presumirlo todo el día".

En las horas antes del encuentro con Kershaw, Trout se pavonea en la jaula de bateo. Es su marcha natural, acentuada por su corpulento cuerpo y la confianza que proviene de saber lo que es capaz de hacer. Sus músculos parecen tener músculos propios. Y mientras espera su turno, sostiene el cañón del bate. Se mueve con facilidad. Los fans gritan su nombre, ansiosos por llamar su atención, y él casi siempre les devuelve el saludo. "Si yo fuera él, caminaría con anteojeras", dijo el antiguo jardinero de los Angelinos, Tim Salmon. "Es justamente lo contrario. Tiene una gran forma de aceptar las cosas y no se siente abrumado".

MIENTRAS TROUT CAMINA hacia el plato para su primer turno al bate, la afición del Dodger Stadium lo recibe con abucheos. No le importa ser el villano, toca al árbitro del plato, Chris Segal, y a Ellis en la parte de atrás de las piernas con su bate. Mira hacia el dugout de los Dodgers donde se encuentra Mattingly y asiente con la cabeza. Mira hacia Kershaw y vuelve a asentir con la cabeza. Y tras un swing de práctica y un toque al plato, se queda inmóvil y listo.

La sabiduría beisbolista convencional favorece al lanzador. Pero poco importa ahora. Cuando Trout interviene, Ellis percibe la seriedad del momento. Unas cuatro horas antes, en el dugout de los Dodgers, trazó la estrategia para el juego. Por lo general, Trout deja pasar el primer lanzamiento, así que la intención es sumar el primer strike. A partir de ahí, la idea es atacar a Trout en la parte alta de la zona de strike, donde, antes del partido, conectó solo para .073 en 55 turnos al bate terminando con strikes elevados. Ellis podría pedir una curva o slider como último lanzamiento, pero admite que es un riego. "Es un bateador de bolas bajas muy peligroso, el slider tendría que tocar el suelo", dijo Ellis. "De lo contrario, a esa velocidad, si hace contacto con el bate... haría mucho daño".

Kershaw prepara su movimiento para lanzar; Trout ya ha decidido no hacer el swing. Deja pasar una bola rápida de 93 millas por hora para el primer strike. En el segundo lanzamiento, Kershaw tira una curva de 75 mph. Es un strike en el límite, pero Segal canta una bola.

"Impresionante", dijo Trout después.

El tercer lanzamiento de Kershaw, una recta, alta y pegada, donde supuestamente Trout es vulnerable. Pero Trout conecta a la tercera base. El tercera base de los Dodgers, Juan Uribe, se lanza, captura la pelota con el guante, se incorpora y lanza a primera. Pero Trout es demasiado rápido. Su pie derecho toca el cojín justo cuando llega la pelota. El árbitro canta quieto a Trout. Mattingly impugna la decisión, pero se sostiene. En la cabina de transmisión de los Dodgers, el locutor miembro del Salón de la Fama, Vin Scully, declara que Trout "tiene alas en los pies". Dos lanzamientos más tarde, el primer base de los Angels, Albert Pujols, hace un rodado para jugada de dos outs que termina la entrada.

Mientras Trout camina hacia el plato para iniciar el tercer inning, el tono del juego ha cambiado. Tres hits consecutivos en la segunda entrada les dieron una ventaja de 2-0 a los Angelinos y dejaron a Kershaw frustrado. Trout busca una recta en el primer lanzamiento, para sorprender al lanzador zurdo. Y la consigue, una de 148 km/h. Trout conecta a la esquina del jardín izquierdo para un doble. "Vaya, debe ser divertido tener 22 años de edad... y jugar tan bien como él", dijo Scully. "¡Dios mío! Él es sin duda el mejor beisbolista que hay".

El enfoque en el plato de Trout es simple. Ve la pelota, golpea la pelota. Si descubre que está pensando demasiado las cosas, pide tiempo fuera, sale de la caja de bateo y comienza desde cero. "Solo quiero batear libremente", dijo. "Si piensas en un lanzamiento y recibes otro, te vez bastante tonto".

Después del doble de Trout, Pujols hace uno propio, y así como así, ocurre lo impensable. En poco más de dos entradas, Kershaw ha permitido siete hits (cuatro de ellos dobles) y tres carreras. Atenúa el daño con tres batazos por el suelo para out, pero se dirige al dugout de los Dodgers con la cabeza agachada, mirando al suelo.

Kershaw se sienta en la banca del dugout, patea los tacos en el suelo y envuelve su brazo izquierdo con tres toallas blancas. Se inclina hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas, buscando una respuesta. Piensa que les está dando demasiado crédito a los Angelinos. Se está manteniendo alejado de sus fortalezas por respeto a las de ellos. "Pensé: No hagas ciertos lanzamientos. Estos tipos pueden batear esto o lo otro. Debes tener cuidado", comentó más tarde. "Pero en cuanto comienzo a ser cuidadoso, me meto en problemas. Después de la tercera entrada, pensé: Al diablo. Simplemente voy a competir'".

Trout se dirige al plato en la parte alta de la quinta entrada. Kershaw ha sacado out a siete bateadores consecutivos. Como novato, con lanzamientos que sigue desarrollando, un inicio como este probablemente hubiera terminado en desastre. Pero Kershaw ha aprendido a administrar los juegos en los que no tiene material de no-hit. Ha aprendido a administrar un partido, una habilidad que, según Ellis, con frecuencia se pasa por alto. Esta noche eso significó usar ambos lados del plato de modo más eficaz, acortando la bola en curva y dándole mayor profundidad a su slider. "Siempre encuentra la manera de resolverlo", comentó el entrenador de pitcheo de los Dodgers, Rick Honeycutt. "Es la madurez que ha adquirido en los últimos años".

En el primer lanzamiento de su tercer turno al bate, Trout está mirando hacia otro lado. Kershaw lanza una recta de 151 km/h a la esquina de adentro del plato. Primer strike. Kershaw pinta una bola rápida de 151 km/h en la equina de afuera. No hay swing. Segundo strike. Para el tercer lanzamiento, Kershaw lanza la recta 8 cm más afuera. Es una oferta perfecta para dos posibles strikes: suficientemente cerca para que se cante strike, suficientemente afuera para limitar el daño potencial. Trout también deja pasar este lanzamiento. Piensa que es bola. Segal canta el tercer strike.

Mientras camina de regreso al dugout, Trout balbucea en señal de inconformidad por la decisión. Más tarde comentó: "Pensé que la bola estaba ligeramente afuera del plato, pero es Kershaw. Si está cerca de la zona, se ha ganado el respeto para que se tomen decisiones a su favor".

Es un momento que sin duda guardará para otro día. Y asusta pensar que Trout sigue aprendiendo. Nunca se apresura. Su selectividad es parte de su enfoque, y siempre lo ha sido. Jeff recuerda que su hijo dejaba pasar las bolas que no le gustaban durante la práctica de bateo de la liga infantil. "Nunca traté de corregirlo", dijo Jeff. "Así es él".

Kershaw no permite un corredor a segunda base después de la tercera entrada. Cuando camina al dugout después de la séptima, ha hecho 104 lanzamientos. Mattingly pone su mano sobre el hombro de Kershaw y le dice que esa noche ya ha sido suficiente. Las cifras finales: 7 entradas lanzadas, 7 hits permitidos, 3 carreras permitidas, 2 bases por bolas, 7 ponches.

"Es un bulldog", dice Honeycutt.

Cuando Mattingly se da la vuelta para irse, Kershaw es rodeado por sus compañeros de equipo. Lo habían dejado en paz todo el día. Ahora la entrada está abierta y se ha reiniciado el reloj. "Se puede ver cómo se le quita un peso de encima", dice Ellis. Yasiel Puig le ofrece chocar puños, Dee Gordon un abrazo. Y Ellis se queda con su lanzador cerca de diez minutos para hablar sobre lo que sucedió esa noche.

Cuando los Dodgers entran en el campo en la octava entrada, Kershaw se dirige a la casa club para ponerse hielo en el brazo, bañarse y llamar a Ellen en las tribunas. Trout inicia el inning con un batazo elevado a la derecha. Es su último turno al bate de la noche. Los Dodgers anotan en la parte baja de la novena para ganar 5-4.

AFUERA DE LA CASA CLUB DE LOS DODGERS algunos minutos después del partido, los reporteros le preguntan a Kershaw sobre su primer enfrentamiento con Trout.

"No voy a hablar sobre turnos al bate específicos", dijo. "Es un gran bateador. Hizo dos hits esta noche. Ustedes inclínense la gorra".

Cuando después se le preguntó acerca de sus frustraciones con la forma en la que se le interrogó, Kershaw sigue sin tolerarlo.

"No es como si me estuviera enfrentado a cualquier bateador", dijo. "El tipo es el mejor beisbolista que hay. Más vale que estés fino. Pero, en cuanto a que si entiendo o no la magnitud y que todos le estén dando tanta importancia. No, la verdad es que no".

En la casa club de los Angelinos, un entusiasta Trout adopta un enfoque distinto.

"Es algo especial que te comparen con los más grandes y formar parte de todo lo que conlleva este deporte", dijo. "Clayton, es un gran tipo. Es un gran tipo para mantenerte distante".


DOS DÍAS MÁS TARDE, la serie continúa en Anaheim, y en la tarde de su cumpleaños número 23, Trout está en una sala de conferencias firmando pelotas, bates y camisetas, como parte de un contrato que firmó con MLB Alumni Marketing. Los ingresos obtenidos de los autógrafos beneficiarán a los jugadores cuyos récords espera batir algún día. Durante más de dos horas, garabatea su nombre y eslogan:
"'14 AS JMV" y "jugador de 5 herramientas." Richards asoma la cabeza para ver. "Está loco", dice. "En su cumpleaños".

En la casa club de los visitantes, Kershaw lleva un tapete de ejercicios. Ryu y Uribe juegan dominó. Ellis ve una película en su laptop. Puig no ha llegado. Kershaw usa una camiseta sin mangas que dice: "Lo puedes hacer mejor". Deja caer el tapete a la mitad de la habitación y comienza a hacer abdominales.

Más tarde, Kershaw y Trout se reúnen para participar en una breve sesión fotográfica. El fotógrafo quiere que Kershaw sostenga un cupcake con una vela de cumpleaños, que Trout debe apagar. Kershaw acepta, pero Trout rechaza la idea. "Mejor no", dice.

En lugar de eso, dos de los mejores jugadores jóvenes que este deporte jamás haya visto, se colocan hombro a hombro. Kershaw detiene una inmaculada pelota blanca, Trout, un bate. Sonríen. Se lanzan miradas asesinas. Se ríen. Posan. Pueden decir lo que quieran, los dos entienden. Saben que este es su momento.

Tal vez algún día vean esta fotografía y se rían recordando lo mucho que pensaban que sabían y cuán poco realmente sabían. Quizá recuerden lo que se sentía ser tan bueno tan joven.

Por ahora, se dan un apretón de manos y se despiden. Trout va a llamar a sus padres. Kershaw tiene que estudiar otra alineación.