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Teodosic es el alma de Serbia

MADRID -- Milos Teodosic no había entrenado en dos semanas. Un esguince en el tobillo provocado durante el amistoso que su equipo jugó ante Italia a comienzos de agosto le desbancó a la inactividad. En un principio estaba previsto que estuviera fuera de las canchas por un periodo de cinco a siete días, finalmente, el armador de Serbia estuvo apartado durante dos semanas. La pieza más importante del grupo que Sasha Djordjevic estaba construyendo no estaba disponible y las dudas se hicieron palpables en el entorno del equipo.

Además de la baja de Teodosic, otro elemento clave, el pívot Nenad Krstic, también contaba con molestias. La construcción del orgullo serbio al que apelan técnico y jugadores antes de que el equipo europeo se mida a Estados Unidos en la final del Mundial de España estaba encontrando algunas trabas en su preparación.

La expedición llegó a Granada una semana antes del primer juego. En aquel momento, tanto Teodosic como Krstic se incorporaron a la disciplina normal junto al resto de sus compañeros. Djordjevic tuvo que reconstruir los cimientos del juego de sus pupilos.

"Cuando ellos dos se unieron, perdimos algo que los demás habíamos creado en nuestro juego. Poco a poco nos rehicimos. En la fase grupos no tuvimos tiempo para las prácticas. Jugábamos a las 3 de la tarde. No podíamos reaccionar con prácticas ningún día", afirmó el coach.

Sin poder entrenar y con dos de sus jugadores más importantes recién incorporados, el juego de Serbia fue creciendo partido a partido. No pudieron hacer nada contra Francia, Brasil y España en el llamado grupo de la muerte, pero cumplieron sin mayores complicaciones ante Egipto e Irán para finalizar en la cuarta posición. Dejaron Granada, y en Madrid lograron enseñarle al mundo entero de lo que son capaces. Mandaron a casa a Grecia, Brasil y Francia, y se han plantado en la final de una forma inesperada. Serbia está en la cresta de la ola con una gesta que no hubiera sido la misma sin el aporte psicológico, táctico y de calidad de Teodosic,

"Comenzó a entrenar tan fuerte. Quería llegar a punto y estaba tan concentrado en crear este grupo juntos con todos nosotros. Estoy encontrando a una gran persona detrás de un gran jugador. Estoy muy contento con la relación que tenemos", afirmó Djordjevic. "Nos trajo hasta aquí con su sapiencia. Nos está liderando porque es un líder. Le intento explicar lo importante de ser Milos Teodosic, la persona que necesitamos y al que todos miramos. Sus ojos, su sonrisa, si está triste, todo lo que es capaz de transmitir al grupo, a sus compañeros y todos nosotros. Un líder siempre tiene que ser positivo y mantenerse positivo", argumentó.

Un mundo interior sagrado

El base del CSK de Moscú y Jugador Más Valioso de la Euroliga en 2010 muestra su carácter de una manera palpable. Gesticula envuelto en un mundo interior de competición elevado a la máxima potencia. Su nivel de concentración, sus airadas consignas en los tiempos muertos, incluso las conversaciones que tiene consigo mismo mientras los ojos del público se clavan en su persona y su carácter, le hacen un jugador peculiar y muy expresivo. Cuando Djordjevic agarra la pizarra y monopoliza la explicación mientras sus jugadores le escuchan, Teodosic es el que finaliza las consignas apuntando algo más al argumento del juego de los serbios o individualizando en alguno de sus compañeros.

Sobre la duela, el armador es un bastión de intensidad defensiva y mordiente ofensiva. Correoso, intenso, inteligente, efectivo... el jugador tiene todas las cualidades necesarias para encarnar la vuelta de tuerca serbia, para aportar sobremanera y hacer que su nación esté viviendo el momento más dulce desde que su aparición en 2006 como uno de los países disueltos de la antigua Yugoslavia. Desde entonces, Serbia ha formado parte de seis competiciones internacionales entre las que destaca la medalla de plata en el Eurobásket de Polonia en 2009.

En aquella época, Teodosic contaba con 22 años de edad y ya era un jugador clave en el grupo (14.1 ppj y 5.2 apj en 25.4 minutos). Tampoco se perdió la cita Mundialista de Turquía en 2010 (11.3 ppj y 5.6 apj), donde Serbia alcanzó la cuarta plaza, ni el Eurobásket de 2011 en Lituania (11.3 ppj y 5.7 apj), donde fueron séptimos. El básquetbol serbio está pasando por un gran momento y Teodosic es uno de los culpables de ello.

Premio al trabajo

"En todas las competiciones estuvimos un paso más cerca de lograr algo como esto. Por supuesto es muy gratificante. El básket serbio es el deporte más seguido y estamos haciendo felices a mucha gente", afirmó Teodosic, cuya relación con Djordjevic va más allá del espacio delimitado por la cancha.

"Así somos, somos personas, somos entrenador y pupilo, pero tenemos una relación muy humana. Cuando se acaban los partidos y las prácticas tenemos una gran relación", afirmó el coach, quien también recibió los halagos de su jugador.

"Era un gran jugador y su experiencia nos ayuda. Nos enseña y es un gran oportunidad que tenemos", declaró sobre el artífice de la medalla de oro para Yugoslavia en el Eurobásket de Grecia en 1995, cuando Djodjevic firmó la mejor actuación de si carrera en una final con 41 puntos anotados ante Lituania (9/12 en triples). Teodosic tenía nueve años de edad en aquel momento, nunca hubiera imaginado que la leyenda viva del baloncesto de su país fuera tan accesible y tan agradecida con su juego.

Ambos, jugador y coach, aúnan una mentalidad ganadora que se compagina con el compañerismo y la garra. Esos son los ingredientes que manejan dos de los artífices del sueño serbio, de ese afán por llegar a lo más alto.

"Mi primer objetivo era crear esto y hacer que todos sintieran ese orgullo de ser jugadores de la selección de básquebol de Serbia. Podemos tocar las estrellas si ponemos nuestros pies en los hombros de los que delante de nosotros. Tenemos que respetar la historia".

Djordjevic a logrado su objetivo con la inestimable ayuda de un Teodosic que no quiso perderse el Mundial y ni siquiera llegar bajo de forma. El premio de la final es Estados Unidos, el único equipo candidato a lograr la medalla de oro. Todavía queda un escalón más para que el orgullo serbio alcance los astros, el paso más grande y más difícil.