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Mayweather-Maidana, el día después

BUENOS AIRES --
La pelea ya pasó. Una vez más Floyd Mayweather logró una victoria clara en las tarjetas y no tanto arriba del ring. Nadie podría discutir que Money fue superior a Marcos Maidana. Pero es cierto que El Campeón del Pueblo no pudo igualar su gran producción, aquella de 3 de mayo, cuando lo tuvo gran parte de la pelea contra las sogas al campeón, achicándole las distancias.

Si Maidana no pudo mantener o establecer la presión del primer encuentro, fue también porque en este caso, Mayweather planteó otra pelea y no lo dejó. Moviéndose permanentemente a los costados, le creó al argentino el problema de cómo cortarle el ring, ya que El Chino, al perseguirlo en línea recta, consiguió pocas veces la pelea corta. Y añadamos que, cuando las distancias se achicaban, de inmediato venía el amarre de Floyd, abrazándose. Y, aunque se dice que "el que agarra no pega", el referí Kenny Bayless –por las dudas- ordenaba la separación de inmediato.

Maidana funcionó muy bien con el jab, tanto que nos quedamos con ganas de verlo más con esa mano, que llegó muy bien al rostro de un Mayweather al que se le notan las hojas del almanaque. Pero también tiene un repertorio riquísimo. Y no sólo de mañas, sino también en su especialidad, que es la defensa.

Logró Maidana meter una durísima derecha en el tercero, cuando ya finalizaba el asalto –se le aflojaron las piernas al campeón, fue muy visible- y por su tesón y coraje logró llevarse el cuarto asalto. Pero luego, con Mayweather de nuevo dueño de la situación, la cosa volvió a sus carriles: un boxeador persiguiendo en línea recta a otro que, moviéndose a los costados, dominó prácticamente en toda la pelea la distancia.

Decimos que el referí Bayless no incidió en la victoria de Floyd, pero convengamos en que tomó rápidamente la decisión de bajarle un punto a Maidana, de la misma manera en que, cuando Floyd conectó un golpe bajo, no fue tan enérgico. Sin contar con la manera en que Floyd enfrió la pelea, cuando se quejó de un mordisco del argentino –"mordisco" concretado con un tremendo protector bucal, sin contar el acolchado de los guantes, favoritos de Floyd, quien dijo que se le durmieron tres dedos..., por favor-.

Floyd es el campeón que quiere ganar a toda costa, el campeón que no corre riesgos y habla de la salud del boxeador. Sin embargo, en su ultra lujoso gimnasio, hace "peleas de perros" a finish con jóvenes aspirantes, con rounds que pueden llegar hasta a 31 minutos, en donde no existen las reglas. El campeón que "cuida la salud de los boxeadores" eligiendo los guantes que le convienen, no cuida la de los suyos cuando los mete en un ring al estilo del circo romano (apuestas incluidas), denigrando a sus colegas, como cuando se puso a bailar enfrente de un boxeador "groggy", burlándose de él. Y alabando la "determinación" que les pide a sus discípulos...

Los campeones no lo son solamente dentro del ring, aunque Floyd se dé el gusto de mostrar en el "All Access" cómo se rodea de jovencitas fumando marihuana. Los campeones también lo son dentro del ring, dando espectáculo, no eligiendo cuánta ventaja pueden y peleando con los mejores (un combate con Manny Pacquiao, cuando el filipino estaba en su momento más importante, hubiera sido ideal para que Floyd demostrara su excelsa calidad, pero buscó todos los caminos para no hacerlo).

Maidana hizo lo que pudo y como pudo, aunque le faltaron el ritmo y la presión del primero combate. Si la esquina pretendió menos vértigo con más calidad de impactos, habrá que decir que la fórmula no apareció. Y que, por momentos, esperamos al "viejo Maidana" –el de la primera pelea- para dar vuelta la situación. Este del sábado 13 de septiembre se quedó a mitad de camino ante un Mayweather que, lógicamente, no repitió errores de la primera pelea (como estacionarse en las sogas o dejarse arrinconar, por ejemplo).

El Circo de Floyd seguirá su marcha y como le quedan dos peleas con Showtime, seguramente elegirá rivales a su medida. Pueden ser Amir Khan primero y –ahora sí, porque ya no es el mismo- Manny Pacquiao, que aseguraría igual una gran venta. Se irá cosechando millones de dólares, exhibiendo sus "trofeos de guerra" que incluyen tremendas colecciones de autos, pero también dejará, para algunos de nosotros, el recuerdo de un campeón ventajero y amarrete para el espectáculo.

Marcos Maidana ha llegado a un techo importante: dos peleas en un año con el número uno. Gran actuación en la primera y, aunque haya cometido errores, un papel digno en la segunda, toda vez que mostró coraje hasta el final (cuando Floyd, en el último round, se dedicó a revolotear por todo el ring sin lanzar un solo golpe, bien lejos del argentino). Después de todo, Floyd hasta perdió un diente producto de un golpe del Chino, y anduvo con problemas de hemorragia en la nariz. Maidana sigue siendo un producto genuino y atractivo. Se sabe que más allá de la del sábado, sus presentaciones prometen batallas campales, adrenalina, emoción y bravura. Habrá que ver ahora, qué piensa Maidana de su futuro (llego a decir que si no había revancha con Floyd se retiraba del boxeo) y qué ofertas le vienen ahora, ofertas que, seguramente, le asegurarán también muy buenas bolsas.

Ganó el mejor boxeador, no quedan dudas, aunque sea el mejor boxeador de estos tiempos que corren, en donde los campeones son promotores de sus peleas, pueden hasta elegir los guantes y también disponer de sus próximos rivales. A Maidana le queda la experiencia de que no siempre se puede pelear con el número uno de igual a igual como en la primera pelea o hacer un combate disputado como en la segunda, todo en una misma temporada.

No fue su mejor labor, pero ello no borra todo lo que ha logrado hasta este momento: un guapo de aquellos que asegura gran espectáculo en cada pelea.