Washington Cucurto 10y

Pensando en River

BUENOS AIRES -- En casa se fueron todos y nos quedamos mi primo y yo. Decidimos salir a tomar algo y caminar por la ciudad. Mi primo es hincha de Independiente, de toda la vida. Yo lo fui muchos años, hasta que abandoné. Es decir, dejé de ser hincha del Rojo, y eso fue algo muy traumatizante para mi vida y para mi familia.

Todos me comenzaron a mirar mal. Dejé de ser hincha del Rojo antes de que se fuera a la B. Bueno, ya no importa recordar los golpes de la vida. Lo cierto es que desde ese momento, nunca volví a tener una relación normal con mi primo. Él también comenzó a mirarme mal.

Hoy volví a verlo después de muchos años. Noté que mi primo tenía extraños movimientos, sus gestos eran eléctricos y tenía un tics que le deformaba la boca. No quería preguntarle que le pasaba, si tenía un desarreglo hormonal o algo así.

Comprendí que esos comportamientos eran signos de sus sufrimientos vividos en la cancha cuando jugaba Independiente. El Rojo, el Diablo, Independiente enfermó a mi primo.

Desde ese punto de vista, me salvé. Es terrible ser hincha de un equipo que no te devuelve con triunfos toda la energía que depostás en él.

Sobreviví, estoy acá, aunque no sea hincha del Rojo, estoy sano y vivo. No sé por qué nos sentamos en un bar tétrico, oscuro, peligroso. Sonaba una cumbia demencial que sólo decía palabras horribles. Mi primo se pidió tres cervezas y me encaró. Sabía que iba a llegar el momento en que me iba a decir algo sobre mi antigua decisión.

- Es muy triste que te hayas cansado del Rojo.

- Me cansé del fútbol en general. Además no soporto, querido primo, la violencia que genera el fútbol entre los hinchas.

- Pero es un poco de folklore, con esa idea todos deberíamos dejar de votar...

- ¡No, no! No es lo mismo, primo, no se puede, pensar que ser hincha es lo mismo que no tener los derechos democráticos. ¡Estás diciendo una pavada!

De pronto, el bar se vació y nos quedamos mi primo y yo. Se apagaron las luces y mi primo se convirtió en un monstruo, una especie de diablo de bar. Me asusté muchísimo. Me quise parar, pero las velas que había en la mesa se encendieron y apareció el diablo en toda su forma. Me agarró con sus enormes garras y me dijo, "vos traidor, te quedás acá".

- Dígame, señor Diablo, qué necesita.

- Ya que vos sos un infiel, quiero que me digás si le ganamos a River el domingo.

- NO tengo la más pálida idea, señor Diablo...le dije muerto de miedo. ¿Cómo pensaba que podía pensar en River con semejante susto?

- ¿De qué cuadro sos ahora, traidor?

- De ninguno señor Diablo. En el fondo sigo siendo de Independiente...

Al escucharme el Diablo se esfumó emitiendo un gran alarido. Mi primo volvió a la normalidad.

- ¿Qué pasó?, me preguntó.

- Nada, le dije. Cosas del fútbol, se cortó la luz...

- ¿Qué?

- Volvamos para casa, primito querido. Gracias por estar acá.

- No, gracias a vos, primo querido. Quiero que sepas que te aprecio igual. No me importa que ya no seas del Rojo.

- Gracias.

- Gracias a vos, campeón.

^ Al Inicio ^