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Messi es intocable

BARCELONA -- El Barcelona que venció este domingo en Valencia al Levante mantuvo una máxima invariable durante el primer mes de competición: Messi es intocable. El único futbolista que ha disputado, íntegros, los cinco partidos oficiales. Un hecho que no se producía desde hace dos cursos y que demuestra tanto la trascendencia como la implicación del delantero argentino.

Mientras Suárez (por sanción), Masip, Vermaelen y Douglas todavía no han disputado ni un minuto, Leo acumula 450, y aunque Luis Enrique advirtió el sábado que durante la temporada "les necesitaré a todos" la realidad descubre que por encima de todos alumbra la figura de un crack reconvertido en el líder futbolístico del grupo azulgrana.

La sonrisa picarona que muestra a las cámaras solamente es comparable a la intensidad con que se exhibe a cada partido. Ya puede maravillar como ayer o tener una actuación discreta como el miércoles frente al APOEL pero el argentino mantiene la mirada firme, y es ahora cuando se descubre que el descanso que se impuso a sí mismo tras el Mundial ha sido la mejor receta para recuperar su mejor versión.

"Sus minutos los gestionaré de la mejor forma posible. Si supiese que Leo por jugarlo todo no bajaría el nivel, lo valoraría... Pero como no lo sé, lo iremos viendo", aseveró Luis Enrique el sábado. Y el domingo le mantuvo, otra vez, intocable, durante los 90 minutos en el campo del Levante. Para que regalase dos asistencias y marcase otro gol. Imposible no rendirse a la evidencia.

El argentino es el único futbolista libre del Barça. Como goleador o asistente, delantero por banda, en el centro o retrasado, decide en primera persona el cómo y el cuándo. Si el entrenador le puso como única condición que participe de la presión al contrario en tareas defensivas, su renovada agresividad enseña no solo el acuerdo, sino la comunión perfecta entre ambos.

Y su presencia en el campo devuelve la imagen a tiempos pasados, más allá de Gerardo Martino, quien se presentó en el Barça anunciando su intención de gestionar los minutos del crack como nadie había hecho antes.

A Messi le cambió el Tata en la primera jornada de la pasada Liga y tras jugar solamente 45 minutos en el partido de ida de la Supercopa frente al Atlético, no jugó el segundo partido liguero en Málaga.

En la temporada 2012-13 enlazó completos los cinco primeros partidos oficiales (tres de Liga y dos de Supercopa) marcando 6 goles en lo que se contempló como su mejor estreno de temporada, antes de que Tito Vilanova le utilizase como suplente en Getafe, donde marcó dos goles y volviera a disputar enteros los siguientes 15 encuentros con el Barça, hasta diciembre y marcando 20 goles.

Fue aquella, a nivel personal, su mejor racha azulgrana, en un inicio de temporada demoledor en todos los sentidos y que provocó que en media campaña, gracias también a los errores del Real Madrid, quedase poco menos que sentenciada la Liga.

REGRESO AL PASADO
Este Messi, sin embargo, se observa diferente al de entonces. En el último año de Guardiola y, por encima de todo, en el de Tito Vilanova relució un Messi convertido en puñal, en ocasiones desligado totalmente del fútbol coral del Barcelona pero que con base en goles ocultó lo que algunos adivinaban como una carencia colectiva del juego azulgrana.

Derrumbado la pasada temporada en la melancolía y apartado de la excelencia, Leo no fue capaz de dar lustre a la apuesta de Martino, atrapado en lesiones y depresiones futbolísticas que le pusieron en el ojo del huracán. Y es por ello que este cambio, esta resurrección, es vista en Barcelona con una ilusión sin límites.

"A Leo hay que dejarle tranquilo. Que juegue cuando quiera y que descanse cuando decida", admitió una vez en público Pep Guardiola, hace ya cuatro largos años cuando se le preguntó por qué no le daba nunca descanso ni le sacaba del campo incluso con los partidos sentenciados.

Con Luis Enrique vuelve a la memoria aquella máxima del hoy entrenador del Bayern. El asturiano reparte esfuerzos entre sus hombres, fomenta la competitividad al máximo, exige entrega absoluta en los futbolistas durante toda la semana y recupera la confianza de la cantera dando minutos, muchos, a los Munir, Sandro o Samper que ilusionan a sus compañeros. Pero entre todo ello Messi permanece intocable.

Comenzó el curso con un doblete goleador frente al Elche y hasta el que marcó ayer en Valencia ha trasladado al escenario una faceta de asistente mágico. De los 12 goles que ha marcado el Barça en estos primeros 5 partidos, Leo ha participado directamente en 9, marcando 3 y asistiendo en otros 6. Todo ello sin contar el penalti que provocó y luego falló ante el Levante.

"Hablamos de un jugador especial y único. Fantástico", repitió ayer Luis Enrique quizá sin caer en la cuenta, o quizá sí, de que las rotaciones y competitividad que tiene como máxima en el banquillo no afectan a la Pulga. Le regala elogios recordando a cada oportunidad que es el número uno mientras la hinchada le venera otra vez sin excepción, sus compañeros le miman y señalan como líder eligiéndole como capitán por delante de otros jugadores con mayor discurso y el club intenta aparcar cualquier rencilla pasada para que esté a gusto.

Y mientras nadie le aparta del plano. Si juega el Barça, de momento juega Messi.