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Man United, y su crisis de identidad

Wayne Rooney, Radamel Falcao, Ángel Di María, Robin Van Persie. Ese parece un frente de ataque salido del FIFA 15, ¿no?. Uno pensaría que ellos se llevarían a Inglaterra y Europa por delante como integrantes del Manchester United y que todos empezarían a llamarlos "Los Cuatro Fantásticos", pero la realidad indica que el Manchester está sumido en una crisis profunda, justamente porque es un equipo de videojuego, no uno de verdad.

Los Diablos Rojos no van decimosegundos en la Liga Premier con más derrotas (dos) que victorias (una) tras cinco partidos porque les falta talento o dinero, sino que lo que les falta es cohesión.

Louis Van Gaal llegó al Manchester United y pidió al mejor 3 del Mundial (Marcos Rojo) y al mediocampista que mejor representa su filosofía táctica (Di María). Ellos costaron 90 millones de euros entre los dos, mientras que de regalo también se trajo a Falcao, uno de los goleadores más letales del planeta, a préstamo.

¿El resultado de todo eso? Mediocridad pura.

¿De qué sirve tener a una capacidad ofensiva que da miedo cuando después tu defensa es un flan y no logra mantener una ventaja de 3-1 en un partido que había que ganar si o si?

El Leicester, un equipo recién ascendido, le metió cinco goles al United y cuatro en menos de 30 minutos, sopapeando a un rival técnicamente superior que jamás le hizo sentir su chapa de campeón, de equipo grande de Europa.

Uno puede coleccionar los nombres más rutilantes que quiera, pero si no los posicionas adecuadamente en la cancha y les das orden táctico, una idea de cómo correr y presionar, entonces esas flaquezas serán expuestas tarde o temprano.

En este caso las limitaciones principales del Manchester United son defensivas, con 12 goles permitidos en seis partidos (ocho en la Premier y cuatro en la Copa de la Liga). Es más, los Diablos Rojos ya han recibido al menos cuatro goles dos veces esta temporada.

El problema es que no hay orden, y eso se pudo ver tan claro como el agua en tres de los cinco goles del Leicester el domingo pasado. El primero fue obra y gracia de la inocencia. Centro al corazón del área, todos aparentemente se quedan parados pensando que la pelota se fue afuera antes del centro y Leonardo Ulloa cabecea solo entre los dos centrales. El concepto de marcar al jugador y no a la pelota, de jugar hasta que suena el silbato, eludió a todos.

El segundo fue simplemente tonto, ya que un lateral derecho experimentado como Rafael se deja desplazar en el cuerpo a cuerpo por Vardy como si fuese de papel y luego agrava el error al empujarlo desde atrás dentro del área. Hasta ahí tenemos dos distracciones graves, pero por lo menos el United todavía iba ganando por 3-2 a esa altura.

No, el peor error llegó 15 minutos más tarde, cuando el Leicester finalmente dio vuelta el partido. El Manchester pierde la pelota en campo contrario y queda desarmado, pero en vez de retroceder en bloque el último hombre, el que estaba haciendo el relevo, va en busca del jugador que tiene la pelota... ¡en la mitad de cancha! Pero en realidad no se compromete a marcar a nadie y deja que Vardy reciba solo para definir ante un David De Gea expuesto. Eso es algo que no se hace en los torneos de chicos de 10 años, mucho menos a este nivel.

En este caso David no venció a Goliat, lo humilló poniéndolo de rodillas y haciéndolo tocar fondo como nunca antes en su historia. Tengamos en cuenta que el Manchester había ganado 10 partidos seguidos contra su rival del domingo pasado y que no perdía un encuentro en el que iba ganando por dos goles o más desde 1984.

Vergüenza total para un equipo de elite que está demostrando que el problema reside dentro de la cancha, no fuera de ella. David Moyes seguramente se siente un poco reivindicado en este momento.

El Manchester United ya quedó eliminado por goleada de la Copa de la Liga y este año no hay Europa League ni Liga de Campeones en el horizonte por primera vez desde 1989 como resultado del séptimo lugar obtenido la temporada pasada.

Ganar la Liga Premier es su única obligación, y hasta eso se ha vuelto cuesta arriba desde el arranque, estando a ocho puntos del Chelsea tras cinco fechas.

Si los simpatizantes de los Diablos Rojos buscan algo de optimismo antes del clásico del domingo 2 de noviembre contra el Manchester City, entonces pueden pensar en que tres de sus próximos cuatro partidos son como locales en el Old Trafford y que allí recibirán al West Ham este sábado, al Everton el 5 de octubre y al mismo Chelsea tres semanas después.

Todavía es temprano en la temporada, pero ya no hay lugar para excusas. Se dice que un equipo es el reflejo de la personalidad de su técnico, y ya es hora de que tanto Van Gaal como el Manchester United dejen de lado su soberbia. Si eso no sucede, si ellos siguen intentando lo mismo, entonces también seguirán obteniendo los mismos resultados y la intrascendencia volverá a ser la insignia de su campaña por segundo año consecutivo mientras lo único que les queda son los recuerdos de un pasado mejor pero cada vez más lejano.

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