Richard Jolly 10y

La historia reciente del Liverpool le juega en contra a Rodgers

LONDRES -- No fue una renuncia a la batalla por el título, pero estuvo cerca. Brendan Rodgers dejó Upton Park el sábado declarando que el Liverpool "no puede entrar en las conversaciones" sobre ganar el título. Su último desafío se extendió a nueve meses y terminó en la agridulce victoria en el último día sobre el Newcastle. Si Rodgers tiene razón, y la evidencia preliminar sugiere que probablemente sea así, esta batalla ya ha terminado… Cinco juegos y seis semanas son lo suficiente como para sugerir que este no es el año del Liverpool.

Si es así, completarán un cuarto de siglo sin un título de liga. Esta es la sequía más larga de su historia. Sin embargo, si esa estadística sugiere un fracaso rotundo, la realidad es que en una era de alguna que otra decepción, cuatro entrenadores han supervisado mejoras significativas. El problema para Roy Evans, Gerard Houllier y Rafa Benítez fue que, si bien cada uno produjo un exitoso equipo que tuvo la pretensión de ser el mejor en el país, se encontraron con que el último paso hacia la gloria resultó ser el más difícil. Tarde o temprano, sus equipos o bien se estancaron o retrocedieron. La búsqueda de Rodgers es evitar las trampas que obstaculizaron el avance de sus antecesores, ya que él se encuentra en una situación similar.

Tres derrotas en los primeros cinco partidos de liga no necesariamente equivalen a la prueba de un descenso (de hecho Bob Paisley sólo ganó tres de los primeros 11 en 1981-1982 y de todas maneras terminó la temporada en la cima de la liga). Dadas las complicaciones gemelas de adaptarse a las exigencias del fútbol de la Champions League y recalibrar un equipo sin un Luis Suárez de 31 goles y 12 asistencias, es demasiado pronto para decir que las magníficas 11 victorias sucesivas en la Premier League la última temporada seguirán siendo el punto más alto de la carrera de Rodgers en Anfield, al igual que su gastos de verano no pueden ser desestimados sobre la base de unos primeros resultados decepcionantes.

Sin embargo, hay ecos de historia que se sienten con fuerza. Si el Liverpool nunca puede recuperar el impulso o recobrar la efervescencia que mostró en su oleada de primavera hacia la gloria, el ya infame desliz de abril de Steven Gerrard ante el Chelsea se considerará como el punto de inflexión. Será el equivalente a los errores en el arco de David James en 1997 contra el Manchester United, cuando la victoria habría puesto al Liverpool por delante del equipo de Sir Alex Ferguson con tres partidos para el final. O la desastrosa decisión de Houllier de reemplazar a Dietmar Hamann con Vladimir Smicer en Leverkusen en 2002, cuando los "10 juegos para la grandeza del Liverpool", en palabras de su entrenador, terminaron con las manos vacías, tanto en la Premier como en la Champions League. O, de hecho, la venta en 2009 de Xabi Alonso al Real Madrid, rompiendo el mejor equipo de Benítez.

El descenso llegó rápidamente en la última temporada del español. Se quedó una temporada demás y Benítez, cuyo imponente logro en ganar la Champions de 2005 con un equipo nada excepcional significa que se ubica como el mejor de los entrenadores del Liverpool que nunca conquistaron Inglaterra, se vio obstaculizado por las maquinaciones de los propietarios, Tom Hicks y George Gillett.

Rodgers no tiene por qué temer una repetición. Sin embargo, un denominador común entre el cuarteto de entrenadores es que cada uno heredó un club en un punto bajo. De hecho, fue un indicio de los problemas que tres -- Houllier, Benítez y Rodgers -- inicialmente hicieron que el Liverpool retroceda antes de avanzar. Un trío rebautizó al Liverpool, también: Evans con un cambio de imagen tradicionalista con la restauración de sus tradiciones, el modernista Houllier configuró una buena defensiva y un equipo de contraataque (Benítez tenía principios similares, y un futurista Rodgers puso un mayor énfasis en la posesión y el ataque inteligente.

Cada uno fue dependiente de un delantero: Robbie Fowler fue prolífico para Evans, las tácticas de Houllier se basaron cada vez más en el ritmo de Michael Owen y Benítez no tenía suplente de Fernando Torres. Tal vez, Daniel Sturridge y Mario Balotelli pueden romper la tendencia al demostrar que la salida de Suárez no es un golpe terminal para el Liverpool de Rodgers, pero tal como están las cosas, los cuatro mejores delanteros del club en la era de la Premier League fueron indeleblemente asociados con un reinado de dirección técnica.

La llegada de Balotelli es una reminiscencia de la contratación de Stan Collymore, un talento impredecible y explosivo que no pudo desplegar plenamente su potencial para Evans. En el otro extremo de la cancha, el Liverpool de Rodgers también tiene una comparación más cercana con el plantel típico de Liverpool. Aunque ambos fueron capaces de hacer excepcionales ahorros -- para las dificultades recientes de Simon Mignolet, léase las calamidades de James en la década de 1990. Ninguno fue una garantía de fiabilidad. Evans gastó a lo grande en los defensores centrales, con Phil Babb sintiéndose especialmente incómodo en Anfield. Ahora, el difícil de manejar Mamadou Sakho se ve como un riesgo y el aún más costoso Dejan Lovren ha sufrido un inicio mixto en su carrera con el Liverpool.

Mientras tanto, la inversión de verano de Rodgers tiene un significado especial debido a la trayectoria del Liverpool de cometer grandes errores de apreciación mientras que parecían transformar subcampeones en campeones. En 1991, las adquisiciones costosas de Graeme Souness incluyeron a Michael Thomas, Mark Walters, Dean Saunders. En 2002, Houllier cometió el monumental error de cálculo de pensar que El-Hadji Diouf, Salif Diao y Bruno Cheyrou eran lo que necesitaba. En 2009, mientras que su presupuesto se estaba recortando, Benítez invirtió 20 millones de libras en el lesionado, Alberto Aquilani.

El peor escenario para Balotelli, Lovren, Lazar Markovic y Adam Lallana es que terminen en el mismo grupo. Lo que nos ha enseñado la historia es que el Liverpool, campeón serial entre 1964 y 1990, parece tener dificultades para construirse sobre segundos puestos.

Al igual que Benítez, aunque por diferentes razones, Rodgers merece simpatía. Se vio paralizado en un momento en el que quería acelerar. Tal fue la importancia de Suárez que se siente como si ya estuviera en su segundo equipo del Liverpool, a pesar de que en realidad sólo ha perdido un jugador. Tal es el carácter transitorio de esta temporada, con su afluencia de nuevos jugadores y sus desafíos continentales que el Liverpool encontró por última vez bajo Benítez.

Los logros del español fueron más abarcadores que los de cualquiera de la banda moderna de DTs del Liverpool, desde la gloria de la Champions League en 2005 hasta la inspirada lucha por el título de 2009, terminando siempre entre los cuatro primeros y con logros europeos. Los verdaderos triunfos de Houllier se concentraron en un período de dos años, entre 2000 y 2002. Evans en realidad alcanzó su total de puntos más alto y aseguró su único trofeo durante su primera campaña completa, aunque estuvo más cerca de ganar la liga dos años más tarde.

No es tan sencillo como decir que alcanzaron su punto máximo y luego se desplomaron. Sin embargo, con el tiempo, la fuerza de gravedad pesó demasiado sobre los DTs que habían elevado al Liverpool. El logro que se les escapó, y que representa el mayor desafío de Rodgers, es llevarlos aún más alto, de vuelta a la cima del fútbol inglés. Pero, como él mismo ha reconocido, es poco probable que eso suceda esta temporada.

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