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Un antes y después para EEUU

@MLS

Landon Donovan es el Pelé, el Maradona, el Johan Cruyff de la Selección de Estados Unidos, y su relevancia para el fútbol de ese país como jugador es tal que su partido de despedida de este viernes contra Ecuador en Connecticut marca un antes y un después en la historia del conjunto de las barras y las estrellas.

Eso no quiere decir que Donovan sea tan talentoso como las tres leyendas previamente mencionadas. Para nada, él nunca estuvo cerca de serlo, pero su impacto en la cultura futbolística de EE.UU. no tiene precedentes y dejó una huella imborrable en un país donde el fútbol americano es rey y el "soccer" ni siquiera es considerado uno de los cuatro deportes más populares.

Alexi Lalas, Claudio Reyna, Tim Howard y Clint Dempsey son nombres dignos de formar parte de la discusión, pero Donovan ha formado parte de la conciencia americana por más tiempo que cualquiera de ellos.

El número 10 es el mejor jugador de tu equipo, el que marca la diferencia, el que te guía cuando todo parece perdido parando la pelota con el pecho, poniéndola bajo la suela y generando fantasía con cada gambeta, con cada gol, con cada pase. Ese número 10 era Donovan.

Es raro decir que Donovan "era" algo para la selección, después de todo él tiene apenas 32 años y llegaría al próximo Mundial con 36, nada insólito, pero su último capítulo internacional se escribió a fines de mayo de este año cuando Jurgen Klinsmann no lo incluyó entre los 23 convocados al Mundial de Brasil.

Klinsmann hizo lo que le pareció lo más correcto, pero ni él se esperaba convertirse en enemigo número uno de la gente estadounidense al excluir a Landon. Por primera vez en la historia del fútbol estadounidense, Estados Unidos se convertía en un verdadero país futbolero que salía en defensa del jugador que tantas alegrías les había dado durante la última década y media.

No importaba si era un experto que te podía recitar el once inicial de cada equipo de la MLS o alguien que creía que el offside solamente era una falta de cinco yardas en la NFL, todos estaban de acuerdo en que era una injusticia que Donovan no dijera presente en su cuarto Mundial consecutivo.

Más de uno se habrá preguntado si él no hubiese metido ese gol que se perdió Wondolowski en tiempo de descuento contra Bélgica en Octavos de Final.

Lo que Klinsmann no entendía o lo que quiso ignorar intencionalmente es que Donovan no era un jugador más, él era el jugador de la gente. Sus logros con la selección van más allá de los resultados obtenidos o las redes rotas alrededor del mundo.

Su relevancia se basa en haber hecho a cientos de millones saltar y llorar de la alegría tras convertir aquel gol agónico de la clasificación contra Argelia en la fase de grupos del 2010, en la rebeldía sana dentro de la cancha que rompía los esquemas de un país caracterizado por contar con atletas capaces de correr con la pelota pero no de hacer magia con ella.

Su marca indeleble brilla con más fuerza al ser el símbolo de todos esos "2-0" contra México que ya son cantito popular en las tribunas norteamericanas gracias a las raíces que él ayudó a sembrar durante el Mundial 2002.

Ir al Estadio Azteca de repente no se sentía como una sentencia de muerte para Estados Unidos en el siglo 21 cuando el carácter desafiante de Donovan decía presente frente a decenas de miles de hinchas hostiles.

Por otro lado, los hinchas mexicanos probablemente odiaban al 10 estadounidense más que a ningún jugador de su archirrival, pero a la misma vez también lo respetaban más que a ningún otro. Esa es la marca de un símbolo.

Además, hoy en día es común ser testigo de los goles de Jozy Altidore en el fútbol inglés, de las actuaciones de Fabian Johnson y Julian Green en la Bundesliga o haber visto a Michael Bradley ser titular en la Roma de Italia, pero hace 15 años eso no era así.

Donovan no triunfó en Europa en el sentido más estricto de la palabra, pero él generó un camino que antes era inexistente para sus compatriotas al enfilar hacia la liga alemana en 1999 cuando tenía apenas 17 años. Luego él sí supo ser querido y apreciado durante sus dos etapas a préstamo en la Liga Premier de Inglaterra con el Everton en el 2010 y 2012, etapas tan fugaces como fructíferas.

Sin embargo, la misión más importante de Donovan no fue ser el pionero norteamericano en Europa. Su logro más relevante fue ser influyente en la MLS con los San José Earthquakes y posteriormente con el Galaxy de Los Ángeles.

La liga estadounidense se estableció como un torneo legitimo gracias en gran parte a sus goles y sus esfuerzos a nivel local, y su nivel en esta sirvió para demostrar que no hace falta jugar en Europa para ser considerado jugador de calibre internacional.

Decir adiós a veces es lo más amargo, lo más difícil tanto para el jugador como para el hincha. Sin embargo, este viernes los "American Outlaws" desplegarán su bandera gigante y no dirán adiós, dirán "Thank you for everything". O sea, gracias por todo.