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Luis Suárez, rebasado por el Clásico

La entrada de Suárez al cuadro inicial sorprendió Getty Images

BARCELONA -- Centró el balón que Neymar clavó en la red antes de llegarse a los cuatro minutos y no muchos después le regaló una asistencia de oro a Messi, que salvó milagrosamente Casillas y cambió el rumbo del partido. Esperado por todo el barcelonismo, Luis Suárez se estrenó en un partido de la máxima, un Clásico llamado a presentar credenciales para el futuro... Y el uruguayo acabó tan sobrepasado como todo el Barcelona.

Escorado de entrada a la banda, su presentación no pudo ser más eléctrica. Se diría que se sentía como pez en el agua en un partido enloquecido, de entrada, en que el Madrid agobiaba a la defensa azulgrana y él esperaba el balón para arrancar como un poseso a la contra. Así, lejos del escenario pero con apariciones contadas, Suárez se debió sentir cómodo, como también en los pocos minutos que pareció, tras el penalti transformado por Cristiano Ronaldo, que Xavi gobernaba el juego. Nada. Fue un espejismo.

Con el Madrid furioso y el Barça cada vez más apocado, la prestancia de Luis menguó sin remedio en la misma medida que perdió trascendencia Neymar para sumarse a la invisibilidad de Messi. Lo peor, con todo, fue la imagen de la última media hora, a partir de la entrada de Rakitic por Xavi y el gol de Benzema que cerraba la discusión. Porque, sin duda, aquella media hora final fue digna de un equipo menor.

El equipo de Ancelotti se regodeó en su alegría y el barcelonismo aún pudo dar gracias de sus errores en contragolpes mortales que acabaron en nada, ya fuera por el discreto partido de Cristiano Ronaldo o la falta de acierto en el pase final. Pero el Barça... Ay, el Barça.

Una lentitud poco explicable en el pase del balón, una horizontalidad exagerada y la poca ambición por buscar la meta de Casillas convirtieron el estreno de Suárez en un capítulo para olvidar en su novela como azulgrana.

En los últimos días se había comparado la presentación del uruguayo con aquella de Johan Cruyff el 28 de octubre de 1973. Como Luis, el holandés permaneció durante tres meses esperando su puesta de largo, pero cuando ésta llegó las cosas salieron totalmente distintas.

Acaso la clave de todo fue, más allá de Suárez: que a Luis Enrique le salió mal la apuesta futbolística. Estiró tanto a su 11 inicial que Xavi gobernó con el balón pero no alcanzó a frenar el ímpetu del rival. Y colocado en ese tablero de ajedrez la figura del recién llegado quedó al final tan desdibujada como la de todo el equipo.