Carlos Bianchi 9y

El Real Madrid fue muy superior frente a un Barcelona desconocido

BUENOS AIRES -- El clásico de España tuvo a un ganador más que merecido y un perdedor al que se le deben haber encendido varias luces de alarma. Porque así como Real Madrid ratificó el rumbo victorioso y goleador de sus últimos partidos, Barcelona volvió a sufrir problemas que ya creía superados y se mostró desacoplado en todas y cada una de sus líneas.

Paradójicamente, lo peor que le pudo haber pasado al Barcelona fue haberse puesto en ventaja tan rápido y con tan poco esfuerzo. En una jugada que parecía anodina, Pepe pecó de ingenuo: sabiendo que Neymar engancha nueve de diez veces para su derecha, igual se cerró contra su marcador lateral. Así, el visitante se encontró ganando sin haber hecho méritos.

Pero si Barcelona pensó que con tan poco lo ganaba, se equivocó. Peor todavía: no tuvo capacidad de reacción en el resto del partido. Ni cuando, de inmediato, Real Madrid lo acorraló en busca del empate, ni después del penal de Cristiano Ronaldo, ni siquiera después de los dos goles de la segunda etapa.

Es más, si Real Madrid hubiera estado más eficaz en la contra, el marcador hubiera sido más amplio y hasta catastrófico. Siempre sostuve que el hombre que conduce una réplica tiene un rol clave, ya que de lo que él haga, así corra o pase, depende el resultado de la jugada. En el clásico, más de una vez el jugador del Madrid que llevaba la pelota equivocó la decisión y así frustró chances claras en las que tenía superioridad numérica y posicional.

¿Pero cómo llegó el Madrid a gozar de tantas de esas situaciones? Extrañamente, Barcelona perdió la pelota y resignó la posesión, algo que parecía sagrado en la identidad de este equipo. A eso se le sumaron rendimientos individuales extrañamente bajos, como el de Iniesta, a quien pocas veces lo vi pasar tan desapercibido e incluso cometiendo errores como el del tercer gol del Madrid.

De cualquier manera, el problema del Barcelona fue que tuvo pequeños cambios en todas sus líneas y ninguno de ellos dio resultado. En la defensa, en el mediocampo y en ataque, las apuestas de Luis Enrique no dieron resultado y así se resintió el rendimiento colectivo.

Atrás, colocar a Mathieu como lateral no le cambió demasiado en función de la marca, ya que sin Bale, el Madrid puso a Benzema y a Cristiano Ronaldo más cerrados, mientras que ni Isco ni James se caracterizan por intentar desbordar. Al francés no lo desbordaron, sino que lo encararon hacia dentro. Y sin haber fallado en lo defensivo, claramente su equipo perdió la salida que sí tiene Jordi Alba. Eso se notó a la hora de tener opciones para llegar a terreno contrario con sorpresa.

En el mediocampo, Xavi volvió a la titularidad buscando tener ese monopolio de la pelota que no consiguió. Sin la pelota y con Iniesta desdibujado, faltó un mediocampista más físico para cortar la circulación de los volantes creativos del Madrid, que tuvieron pelota y terreno para lastimar.

Adelante, quedó claro una vez más que sumar individualidades no necesariamente da como resultado un mejor rendimiento colectivo. Anticipábamos que la llegada de Suárez podía plantearle un problema al Barcelona y así fue: el uruguayo piensa y funciona como número nueve, con lo cual tiende a cerrarse hacia el área. Así, dejó de ocupar una franja derecha de la que rápidamente se apropió Marcelo, que se cansó de llegar al área rival.

El del brasileño fue el ejemplo más visible, pero no el único de cómo las líneas cortadas del Barcelona facilitaban el trabajo del Real Madrid. Los mediocampistas visitantes veían cómo la pelota llegaba a sus espaldas sin obstáculos y los defensores tenían que esforzarse al máximo para frenar una serie de avances sin pausa.

Al mismo tiempo, por más que se moviera Suárez no recibía la pelota, Neymar y Messi también sufrían la falta de posesión y el equipo que todavía es líder terminó desdibujado, sin generar oportunidades.

Es muy sencillo emitir juicios con el resultado puesto, pero a la vista del desarrollo del partido, da la sensación de que a Luis Enrique le hubiera resultado más conveniente experimentar contra equipos que no tuvieran tanto poder de dejar expuestas las deficiencias de funcionamiento colectivo que se generan.

Real Madrid, por el contrario, fue mucho más práctico. Cristiano Ronaldo y Benzema, aun jugando cerrados, son rápidos en el uno a uno, mientras que tanto James como Isco hicieron un buen partido, ayudados por otros dos virtuosos como Kroos y Modric, que comparten la manera de vivir el juego, priorizando el manejo de la pelota.

Es cierto que Isco y el colombiano están cumpliendo roles que no son los de ellos, lo cual es muy elogiable. Lo hacen a partir de una gran disciplina táctica pero también gracias a sus enormes condiciones individuales para adaptarse a posiciones que no sienten.

Uno desearía ver a James jugando en una posición más parecida a la que ocupada Ozil en el 4-2-3-1 de Mourinho, en el medio de la línea de tres volantes ofensivos. Allí estaría más cerca y más de frente al arco, pudiendo aprovechar su juego corto y su gran pegada.

En definitiva, el clásico abrió el torneo. Real Madrid se acercó al Barcelona, Sevilla está al acecho y el Atlético Madrid nunca se da por vencido. Si los dos de la capital y los blaugranas siguen avanzando en la Champions, seguramente la lucha en el frente local sea codo a codo.

Barcelona había tomado confianza en la Liga pero no lucía tan firme en la Champions, con lo cual deberá acusar el golpe del clásico. Haber perdido la compostura defensiva sin haber tenido un ataque incisivo le genera dudas que parecían superadas. En sus próximos compromisos tendrá que empezar a buscar y a brindar respuestas.

Felicidades.

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