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Lecciones aprendidas en Miami

El partido de este martes entre el Miami Heat y los Houston Rockets, el cual terminó 108-91 a favor de los cohetes, nos dejó con dos lecciones tempraneras pero valiosas: Los Rockets parecen estar listos para dar el tan esperado salto de calidad y son firmes candidatos a llegar a las Finales de la NBA, mientras que al Heat le hace falta más presencia en la zona pintada para ser tomado en serio en la Conferencia Este.

Comencemos hablando sobre los Rockets, ya que ellos son el fiel reflejo del rumbo de la nueva NBA, de la receta necesaria para el éxito en esta era en la que existen estadísticas hasta para que tipo de sopa deberían tomar los jugadores antes de cada partido.

En el estilo de juego de los dirigidos por Kevin McHale, Dwight Howard es el punto de referencia cerca del aro propio o contrario rodeado por "satélites" que se ocupan de tirar triple tras triple mientras James Harden es el meteorito que hace lo que se le canta y genera destrucción y caos en las defensas rivales.

Eso significa que Houston se respalda en dos maneras de encestar: Bandejas y volcadas cerca del aro o triples desde larga distancia. El concepto de los dobles intermedios es obsoleto para ellos, ya que por más que ese tiro cuente con un porcentaje de probabilidad más alto este no compensa por los réditos que los triples te dan. O sea, encestar un 37 por ciento de tus triples es mejor que un 43 por ciento de tus dobles desde media distancia.

Eso se vio reflejado en Miami, donde 37 de los 68 intentos de los Rockets en el partido fueron triples, encestando 17 de ellos para contar con un 46 por ciento de efectividad en ese rubro. El Heat, por otro lado, encestó 12 de 28 triples (43%). Ahí tienes 15 de los 17 puntos de diferencia.

El tener una idea firme de juego y ejecutarla dentro de la cancha es importante, pero la verdadera razón detrás del salto de calidad del conjunto tejano se basa en su mejoría defensiva.

Houston actualmente se ubica tercero en la NBA en puntos permitidos por partido (91,4) gracias a un gran esfuerzo colectivo. Eso le ha permitido ganar sus primeros cinco compromisos por 18, 11,14, 11 y 17 puntos respectivamente.

Harden es uno de los pilares de esa mejoría y merece ser reconocido por ello tras ser el hazmerreir de la liga en defensa por tanto tiempo. El martes contra el Heat él demostró que su trabajo junto a Tom Thibodeau en la selección durante el Mundial rindió sus frutos y se destacó con tres jugadas defensivas durante contraataques del rival la primera parte.

La más destacada de todas sucedió durante los segundos finales del segundo cuarto, cuando el escolta de 25 años veía como Mario Chalmers se le venía en velocidad y él adivinó la intención de pase del base del Heat, desviando dicho pase y haciéndolo rebotar en la pierna de otro jugador de Miami.

La pelota se fue afuera y su equipo pasó de permitir un potencial doble fácil a lanzar el último tiro del primer tiempo. Si los Rockets logran mantener este nivel tanto ofensiva como defensivamente, entonces no hay ningún rival que sea invencible para ellos.

Miami, por su parte, intentó escoger su veneno al cerrarle los caminos a Houston desde larga distancia y desafío a Dwight Howard a vencerlos. En teoría ese plan es coherente, pero Howard se despachó con 26 puntos y 10 rebotes y generó espacios para sus tiradores al ser tan dominante.

El Heat desplegó un esfuerzo admirable y le jugó de igual a igual a un rival superior por tres cuartos y medio, pero eventualmente su falta de recambio le jugó una mala pasada. Esta no será la primera ni la última vez que eso suceda.

Chris Bosh es su pilar ofensivo, para bien o para mal, y cuando él no está inspirado es cuando empiezan los problemas para el conjunto de Erik Spoelstra.

Josh McRoberts claramente todavía no está recuperado de su lesión y jugó apenas seis minutos este martes. Además, cuando Justin Hamilton (un jugador que disputó ocho partidos y promedió menos de 10 minutos en cancha como novato la temporada pasada) de repente es el jugador con más minutos en cancha de tu equipo junto a Dwyane Wade con 31, uno más que Bosh, entonces esa es una receta para el desastre.

La falta de recambio en la zona pintada no es ninguna sorpresa para nadie, después de todo el Heat no la tiene desde la época de Shaquille O´Neal y Alonzo Mourning hace casi una década. El problema es que LeBron James ya no está para disimular esa flaqueza.

Quizás la solución sea un McRoberts saludable o llegue en forma de un canje en febrero, pero por ahora si Bosh no está en la cancha los jugadores perimetrales del Heat como Wade, Norris Cole, Luol Deng y Shabazz Napier deben ser los que tienen que penetrar hacia el aro en ataque y evitar canastas cerca de la canasta propia. Más fácil dicho que hecho.

Ocho de los próximos 11 oponentes del Heat contaron con una marca ganadora la temporada, mientras que los Rockets cuentan con dos exámenes difíciles en casa este jueves contra San Antonio y el sábado contra los Golden State Warriors.

El objetivo de Miami será mantener su marca ganadora a flote, mientras que si Houston derrota a los campeones defensores y a los Warriors en sus próximos dos partidos no se sorprendan si Howard, Harden y compañía viajan a Memphis el lunes 17 de noviembre con una marca de 10-0 en su poder, ya que luego enfrentan a los Minnesota Timberwolves, Philadelphia 76ers y a un Oklahoma City Thunder sin sus dos principales figuras.

Estos dos equipos viven en conferencias distintas y tienen expectativas diferentes, pero las lecciones aprendidas este martes les servirán a ambos para encarar el resto de la temporada.