Martín Urruty 9y

La reacción

BRASIL -- Como esos boxeadores que llegan tambaleantes al descanso del décimo round, casi salvados por la campana, Nico Rosberg aprovechó el entretiempo, se compuso en la semana entre Austin y San Pablo para volver a la pelea con Lewis Hamilton y ganó la penúltima vuelta. Reaccionó a tiempo. Sigue en combate aunque la victoria final ya no depende sólo de él.

El alemán hizo en el Gran Premio de Brasil lo que se esperaba de un contendiente. Y lo que necesitaba: dominó cada sesión en pista, logró la pole position y triunfó en el desafiante circuito José Carlos Pace, donde la lluvia fue amenaza permanente incluso en carrera pero no apareció. Desde adelante, Rosberg mantuvo su línea en la largada pero su eficacia mayor, su temple, quedaron demostrados en la intensa presión que intentó llevar adelante Hamilton, que llegó al barrio de Interlagos con una seguidilla de cinco victorias en fila y diez en 17 carreras.

Rosberg manejó el ritmo, lidió con pilotos más lentos -después de su primera detención- y rezagados y soportó la presión. Hamilton, consagrado en esa pista como campeón 2008 en una dramática definición con Felipe Massa y lluvia incluida, apuró a su compañero en mitad del recorrido, justo antes de la segunda detención en boxes, pero falló al salirse de pista en la tercera curva. Se compuso para perder sólo algunos segundos y regresó al ataque.

La segunda embestida de Hamilton ocurrió luego de la tercera y última parada, cuando se dedicó a apurar a Rosberg en cada parcial intentando forzarlo a un error, como había ocurrido siete días antes en Austin. Sin embargo, el hijo de Keke no se equivocó esta vez. Se sacó de encima con pericia -y buena voluntad de los implicados- a los rezagados Jean-Eric Vergne, Pastor Maldonado y Valtteri Bottas sin perder demasiado tiempo y luego supo defenderse en los dos lugares en los que podía resultar vulnerable: la porción entre la última curva y la Ese de Senna, uno de los tramos más rápidos y habilitado al uso del alerón móvil, y la recta que une la Curva del Sol con la Bajada del Lago, la otra porción de pista en la que se permitía la ayuda del alerón para los sobrepasos.

Después de cuatro meses, siete carreras, Rosberg volvió a ganar. Y aunque cuenta con la mitad de victorias que su compañero Hamilton, aún tiene opciones de lograr su primer título. Necesita ayuda externa. Porque aún si el alemán ganara en Abu Dhabi, donde los antojos dirigenciales instauraron puntuación doble para una carrera de exigencia ordinaria, un segundo lugar de Hamilton sería suficiente para que el inglés se consagrara bicampeón. Con la ventaja que tiene Mercedes y los 11 dobletes logrados en 18 fechas -uno más que los obtenidos por McLaren con Ayrton Senna y Alain Prost en 16 carreras de 1988- es fácil imaginar que otro 1-2 es posible.

La diferencia de los W05 es tal que luego de su primera parada en boxes alcanzaron y superaron en pista, y en media docena de vueltas, a autos que aún no se habían detenido: el Force India -motorizado por Mercedes- de Nico Hülkenberg y el Toro Rosso de Daniil Kvyat. Mercedes sólo ha perdido tres carreras este año, regalos que aprovechó el talentoso australiano Daniel Ricciardo, con Red Bull. La marca que ganó los anteriores cuatro títulos sabe que su posible regreso al podio en la fecha final dependerá de la forma de Williams, que logró con Felipe Massa un emotivo tercer lugar en la casa del paulistano. Y eso a pesar de que el subcampeón 2008 excedió la velocidad en boxes en su primera detención (penalizado con recargo de cinco segundos) y perdió tiempo en la última parada, cuando encaró hacia el box de Mercedes, cuyos mecánicos se abrieron para que siguiera hasta Williams.

La lucha final entre Fernando Alonso y Kimi Räikkönen por el sexto lugar, las migajas por las que pelea Ferrari en estos días, proveyó algunas de las pocas emociones que tuvo el penúltimo Gran Premio del año. El asturiano, que se despedirá de la Rossa en Abu Dhabi y un año antes de que venza su convenio, prevaleció sobre el finlandés. Alonso siempre asume una postura de gladiador. Si fuera boxeador, jamás tiraría la toalla.

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