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Francia, una liga que sigue siendo semillero de buen fútbol

PARIS -- Con menos promoción que las "cuatro grandes ligas" de Europa, y sobre todo, con menos millones en el presupuesto de la mayoría de sus clubes, la Ligue 1, es decir la primera división de Francia, sigue siendo una competencia de primerísimo nivel.

Habiendo vivido, jugado y dirigido en Francia durante muchos años, cada tanto vuelvo a visitar el país y trato de mantenerme en contacto con su fútbol. Este domingo la ocasión era ideal, ya que en el Parque de los Príncipes se enfrentaban el puntero del certamen y uno de sus escoltas. Y no me defraudó el duelo entre París Saint Germain y Olympique de Marsella, dos de los grandes animadores del torneo.

Tengo claro que Inglaterra, España, Italia y Alemania son hoy, en base a sus abultadas billeteras, las ligas que atraen a los mejores futbolistas del mundo. Eso incluye a los franceses, que en las últimas décadas han poblado de figuras a los principales clubes europeos, como Real Madrid (Benzema y Varane), Barcelona (Mathieu), Atlético Madrid (Griezmann), Juventus (Pogba y Evra), Arsenal (Giroud)... y siguen las firmas.

Ni la llegada del dinero qatarí y ruso al PSG y al Mónaco respectivamente logró cambiar esa tendencia centrífuga: el fútbol francés sigue siendo un semillero para las otras cuatro ligas que le hacen sombra en base a poderío económico. Pero eso no impide que se siga viendo un torneo de altísimo rendimiento, tanto desde lo físico como desde lo técnico.

El gran caudal de futbolistas de procedencia africana provee a la liga fortaleza y atleticismo, siendo habitual ver partidos de mucho despliegue y un ida y vuelta vertiginoso. Pero a eso se le suma que el futbolista francés está muy bien preparado técnicamente, con lo cual se juega a gran velocidad pero a la vez con mucha precisión.

El secreto detrás de las destrezas técnicas del fútbol galo está en sus centros de formación. Mucho antes de que los poderosos de hoy (Barcelona, Manchester United, etc.) invirtieran en sus campos de entrenamiento para producir figuras, los clubes franceses ya se preocupaban por el proceso formativo, en una época en la que Italia y España compraban e Inglaterra se nutría de talento casi exclusivamente británico.

Recuerdo que a mi arribo a Francia en 1973 el Reims ya trabajaba de esa manera con sus divisiones inferiores, poniendo el énfasis en las destrezas técnicas y tácticas de los jóvenes que estaban, justamente, "en formación". Esta estructura se fue replicando en todos los clubes y es responsable del buen trato de pelota que caracteriza al futbolista francés de las últimas décadas, juegue en la posición en la que juegue.

Esa combinación entre lo físico y lo técnico es lo que buscan los grandes clubes que se abastecen en Francia, sobre todo a partir de que el caso Bosman abrió las fronteras europeas en 1995. Hoy por hoy, solamente el París Saint Germain se da el lujo de ir contra la corriente e "importar" estrellas. El resto vende, como lo hicieron el Mónaco, el Marsella y el Lyon.

Ya que hablamos del PSG, volvamos al partido que dispara estas reflexiones. Lo primero que me llamó la atención fue la magnitud del espectáculo en el Parque de los Príncipes, un estadio pequeño pero hermoso, y con un lujo increíble. Para que se den una idea, el código de vestimenta indica que a la platea no se puede entrar en zapatillas... una platea que contaba entre sus asistentes a Nicolas Sarkozy, expresidente de Francia, y a Christine Lagarde, actual número uno del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El PSG es hoy un club glamoroso, en el que no se escatiman recursos. Para presentar a los jugadores, por ejemplo, abunda la parafernalia sonora y visual, con humo, música y carteles para anunciar a cada una de las estrellas a medida que entran al campo de juego.

En cuanto a lo futbolístico, me encontré con un duelo muy parejo, en el que se jugó bien pero sin la agresividad (bien entendida, por supuesto) que uno esperaría en un clásico tan relevante. De hecho, hasta la expulsión no había habido ni una sola tarjeta, y la roja que vio Imbula pareció excesiva.

El Marsella no supo aprovechar su mejor momento, como sí lo hizo el PSG, aunque cuando tuvo un hombre más podría haber estirado la diferencia si hubiera contado con más precisión a la hora del último pase.

Está claro que los jugadores del Marsella entendieron la propuesta de Marcelo Bielsa y están consiguiendo resultados a partir de ella. Los primeros 25 minutos ejercieron una presión asfixiante, con tres defensores atrás, cuatro mediocampistas, de los cuales uno suele soltarse para cumplir funciones de enganche, y tres delanteros, de los los cuales los dos que se mueven por las bandas colaboran en las tareas defensivas cuando se pierde la pelota.

Durante ese periodo, Marsella tuvo dos ocasiones muy claras: un cabezazo al travesaño y un remate que pasó muy cerca. Pero cuando físicamente no pudo sostener la presión, aparecieron los espacios para que el mediocampo de Pastore, Matuidi y Verratti empezara a jugar, más el aporte de Lucas Moura, que hizo un gran partido.

La pelota le empezó a llegar un poco más a Cavani y a Lavezzi, pero fue el mismo Lucas Moura quien, en la segunda llegada clara del PSG, abrió el marcador gracias a presionar sobre el despeje de un Mendy que tardó una eternidad en cerrar.

En el segundo tiempo, Marsella estuvo en partido hasta la expulsión de Imbula. Allí, París tuvo una y otra chance de liquidar y lo hizo finalmente a través de Cavani, pero también desperdició muchas oportunidades. Ibrahimovic, de regreso tras más de un mes parado por lesión, no tuvo la precisión que lo caracteriza e incluso pecó de egoísta en situaciones en las que habilitar a un compañero era mejor opción que intentar definir.

De cualquier manera, la victoria de los parisinos abre un panorama más que interesante, con tres equipos ahora separados por solamente dos puntos al tope de la tabla y otros que pugnan por acercarse.

Marsella sigue puntero, pero después de la racha de ocho victorias seguidas, perdió tres de sus últimos cuatro: uno por la Copa de Liga, pero los dos del torneo local contra sus rivales directos, Lyon y PSG. A su favor tiene que no juega copas europeas, algo que para un plantel corto ayuda y mucho. Y claro, en la segunda ronda recibirá tanto al Lyon como al PSG.

París Saint Germain no tiene la misma solidez defensiva que la temporada pasada, pese a la llegada de un David Luiz que se acomodó rápidamente. Thiago Silva que pasó dos meses fuera y todavía no está en su nivel, aunque lo suple con la técnica y ubicación. Cuando vuelva también Van der Wiel debería volver a asentarse la última línea.

Del medio para adelante el PSG cuenta con cantidad y calidad de jugadores, sobre todo pensando en que recién ahora empezará a contar tanto con Ibrahimovic como con Cavani en simultáneo. Habrá que ver cuánto se distrae del torneo a medida que avance en la Champions, su objetivo principal.

Por último, Lyon intentará dar pelea, con su técnico Hubert Fournier, proveniente de Reims, apostando por un plantel con mayoría de jugadores surgidos de la cantera. Habrá que ver si le alcanza para estar a la altura de sus dos rivales, pero también lo ayuda no jugar en Europa.

Está todo dado para vivir una segunda parte de la temporada que debería ser la mejor de los últimos años, con tres grandes peleando punto a punto por el título de una liga que, como dijimos al principio, podrá no tener los millones de sus vecinas, pero definitivamente, no tiene nada que envidiarle desde lo futbolístico.

Felicidades.