Bruno Altieri 9y

El mayor escándalo de la historia

David Stern se revolvía en uno de los sillones de su casa ubicada en Scarsdale, New York. Era viernes por la noche y se encontraba junto a su familia mirando televisión en el living, distendiéndose de una semana agotadora, como la mayoría que había afrontado desde el inicio de su mandato como comisionado de la NBA, a mediados de los años '80.

Su esposa Dianne y sus hijos estaban junto a él. Había sido una tarde agradable en la Gran Manzana y la noche, con sus 15 grados centígrados, culminaban una jornada primaveral. Aún así, Stern sentía una picazón en la espalda. Una molestia. Como todo trabajador intenso en su propósito, no había podido desconectarse al cien por cien de su actividad, pese a los constantes reclamos y recomendaciones de su círculo de confianza.

Casi sin pensarlo, se levantó hacia la cocina y alegó ir en busca de una bebida. Sin embargo, la razón era otra: llegar hacia el otro televisor de la casa para ver qué estaba sucediendo con los Pistons y los Pacers, que se enfrentaban en Auburn Hills. Stern dio un paso al frente e inició su retirada con un dejo de cansancio y ofuscación que no fueron otra cosa que un modo de simulación ante los seis ojos que seguían la estela de sus movimientos.

No se trataba de control por parte del comisionado, sino más bien de curiosidad. Lejos de intervenir, Stern estaba detrás de la pantalla como un padre que observa a su niño jugar con sus compañeros de colegio. En una Liga en la que todo acostumbra a salir bien, el pronóstico deportivo no prometía tormentas. El piloto, por defecto, no tenía razones lógicas para preocuparse.

Stern fue hacia la heladera, abrió la puerta y tomó un refrigerio. Giró hacia el televisor y con su mano derecha puso su dedo índice sobre el botón de encendido. No necesitó cambiar de canal para encontrar lo que estaba buscando. Los Pacers dominaban con claridad a los Pistons en Auburn Hills y restaba algo más de un minuto para terminar el encuentro. Con la situación casi consumada, Stern estuvo muy cerca de apagar el televisor, pero decidió observar sólo un par de ataques entre dos equipos que prometían ser protagonistas en la Conferencia Este.

El público de Detroit había empezado a abandonar las gradas cuando ocurrió el incidente que terminaría en el mayor escándalo de la historia de la NBA. Ben Wallace inició su camino hacia el aro en 45 grados, ingresando por la izquierda del ataque de los Pistons, y recibió una falta normal de Ron Artest en la penetración. El gigante de corte Afro giró fuera de sí y empujó al alero de los Pacers de manera desmedida, encendiendo la mecha de una bomba que hasta ese momento había permanecido oculta.

Stern se sintió presa del pánico y la desesperación. No alcanzó a gritar ni a emitir sonido. Sus lentes habían comenzado a empañarse y no se trataba de un ataque de furia, sino más bien de una mezcla de shock y tristeza. Si hubiese sido un jovencito y no el histórico comisionado de la NBA, seguramente hubiese comenzado a llorar a mares. Pero no había tiempo para esto, se trataba de acción y reacción. En cuestión de segundos, lo que había sido una pelea de dos se transformó en un escándalo propio de un bar cuando un aficionado (John F. Green, 39) derramó una Diet Coke sobre el cuerpo de Artest, quien descansaba acostado en la mesa de control mientras jugadores, entrenadores, fanáticos y árbitros discutían a los gritos sobre el parquet.

"Oh Dios, Russ, dime que tienes el televisor encendido", dijo a los gritos Stern por el teléfono celular a Russ Granik, comisionado adjunto de la Liga en aquel entonces. "¿De qué rayos hablas?", contestó Granik. "Pues bien Russ, si no enciendes ahora el maldito TV iré a tu casa hacerlo. ¡Esto es el mayor bochorno de la historia de la Liga!", agregó un Stern consternado.

Artest reaccionó como un animal salvaje: de inmediato se puso en pie y destruyó el espacio escénico, convirtiendo el estadio de los Pistons en una arena de WWE. El alero de los Pacers subió escalones a las corridas y lanzó varios golpes de puño hacia quien pensó, equivocadamente, que era su agresor. John Green -quien había derramado el líquido inicialmente- golpeó a Artest y se desató el caos. Stephen Jackson acompañó a Ron-Ron como un guardaespaldas maniático y empezó a pegarle a todo lo que se movía. Al primero que encontró fue a William Pawlson, un fanático de Pistons que había tirado bebida en segunda instancia a Artest. David Wallace, hermano de Ben, se encontraba en la tribuna y fue quien golpeó a Fred Jones, lo que hizo que Eddie Gill y David Harrison se sumen a la pelea en las gradas. Los fanáticos intentaron defenderse y en minutos todo se transformó en una batalla campal. Jermaine O'Neal se sumó a la gresca y mientras algunos intentaban separar, otros querían seguir peleando. El profesionalismo había desaparecido y ya se trataba de una pelea de bandas en un barrio periférico: sillas, palomitas de maíz y botellas eran los suplementos idóneos para alimentar el escándalo.

Y todo se estaba exponiendo en televisión nacional.

Stern había quedado paralizado mientras observaba el torbellino que había ocurrido en sólo dos minutos. Sabía el impacto mediático que esto iba a tener y para el gurú del marketing, que había impulsado a la NBA a lo largo y ancho del mundo, esto era la peor pesadilla imaginada. Significaba retroceder a sus inicios como comisionado, cuando la NBA estaba plagada de acusaciones de racismo, violencia y drogas. "Armar un bosque demora años, quemarlo sólo un minuto", pensó Stern en ese momento, y de inmediato comenzó a evaluar potenciales sanciones para los involucrados.

Se necesitaba algo ejemplificador.

"Vi un movimiento de reojo y cuando giré, para mi horror, Artest había subido a las tribunas y estaba intentando matar a un muchacho. Segundos después, se había sumado Stephen Jackson, quien le propinó un golpe a otro hombre. En vez de pasar al otro lado de la cancha, estaba pasando a mi lado", señaló Dave Hogg, periodista deportivo de Detroit. "La segunda fila de periodistas estaba atrapada. No podíamos ir hacia adelante ni hacia atrás. Los costados tampoco eran una opción, con jugadores de NBA lanzando puños y con cosas volando por el aire. Fue horrible".

Artest bajó corriendo de las gradas y golpeó a un fanático sobre el parquet, algo que también hizo Jermaine O'Neal. Mientras los jugadores de Pacers dejaban el estadio entre objetos contundentes que volaban desde todos los sectores del estadio, O'Neal tuvo tiempo para golpear a otro simpatizante de Detroit y a un oficial local que estaba tratando de dominar una situación que ya se había ido de las manos hacía rato. Bryant Jackson lanzó una silla al público en la retirada mientras que John Frederick Ackerman, otro fanático de Detroit, le tiró más bebida a O'Neal. Fue entonces el novato David Harrison quien golpeó al civil Jackson al observarlo.

"Cuando golpee a ese fanático, realmente lo disfruté", dijo tiempo después Stephen Jackson, uno de los responsables de haber iniciado la batalla campal, a ESPN.

Hay algunos que, definitivamente, nunca aprenden.

LA SANCIÓN EJEMPLIFICADORA DE LA NBA

Dos días después de la mayor pelea de la historia de la Liga, Stern llamó a una conferencia de prensa y advirtió que se sintió "shockeado, revolucionado y con miedo" por lo ocurrido. Acto siguiente, tras contestar las preguntas de los periodistas, comunicó las sanciones de la NBA hacia los jugadores.

La pelea entre Pistons y Pacers fue la más escandalosa de la historia de la Liga no sólo por el hecho consumado, sino por cómo afectó la imagen de una competencia que había dejado su tinte local para sumergirse en el mundo, producto de la globalización.

Como consecuencia de esto, la NBA dio a conocer nuevas reglas en cuanto a la venta de alcohol en los estadios. "El alcohol podrá ser expendido sólo hasta antes del inicio del último cuarto, con restricciones de tamaño (24 onzas) y número (dos) por individuo". Además, meses después -más específicamente el 17 de octubre de 2005- se implementó un código de vestimenta que generó un cambio profundo y que llevó a críticas de los protagonistas.

"Dijo que lo lamentaba, que... toda la situación lo avergonzaba tanto como a mí", dijo John Green, el fanático que inicio el escándalo, a ESPN First Take, en referencia a Ron Artest, tras una comunicación que tuvieron meses después de la pelea. "Quería hacer algo por la comunidad para jóvenes con problemas. Me dí cuenta tiempo después que mucho de lo que pasó esa noche tuvo que ver con el alcohol", agregó.

Curiosamente, en aquella temporada 2004-05 fueron los Pistons los que eliminaron a los Pacers 4-2 en las Semifinales de Conferencia Este. Luego, el equipo de Larry Brown cayó en las Finales ante San Antonio Spurs (4-3).

Diez años después de lo sucedido, la NBA recuerda su pelea más dramática y escandalosa de su historia con la responsabilidad -y la tristeza implícita- de los que desean que jamás se repita.

El pasado siempre sirve para entender mejor el presente.

FUENTES:

  • https://www.youtube.com/watch?v=Ru4csa8lEYs

  • http://www.detroitbadboys.com/2013/11/19/5122722/pistons-pacers-brawl-malice-at-the-palace

  • http://www.nytimes.com/2004/12/09/sports/basketball/09brawl.html?_r=1&

  • http://www.espn.com/nba/news/story?id=4670842

  • http://probasketballtalk.nbcsports.com/2013/11/11/looking-back-stern-says-malice-in-the-palace-was-hardest-thing-he-faced/

  • http://www.americanrhetoric.com/speeches/davidsternpressconference.htm

  • http://www.nba.com/video/channels/nba_tv/2014/02/01/20140131-stern-detroit-fight.nba/

  • http://www.espn.com/nba/recap?gameId=241119008

  • http://www.indystar.com/story/sports/nba/pacers/2014/11/15/pacers-pistons-brawl-malice-in-the-palace-timeline/19030407/

  • http://www.usatoday.com/story/gameon/2012/12/08/stephen-jackson-spurs-pistons-pacers-malice-in-palace/1755391/

    Nota del autor: algunos diálogos aquí expuestos pueden no necesariamente ser exactos, en virtud de la narración de la historia.

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