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Todopoderoso con cara de boxeador

MACAO -- La leyenda de Manny Pacquiao crece con cada paso en el cuadrilátero. Pero más aún crece el rito afuera de los encordados.

El boxeador filipino vive su propia vida en medio de los suyos, como si se tratara de un magnate de película del "viejo oriente", en el que cada uno de los que están a su alrededor rinde pleitesía.

Es como si se fuera un topoderoso, capaz de arreglar, para bien o para mal, su alrededor, entre los cercanos y los lejanos; entre su equipo de trabajo y hasta el de sus aficionados, que en un lugar como Macao son más que de costumbre, cuando pelea en Las Vegas.

Pero al final, es el mismo Pacquiao que ha ganado ocho campeonatos mundiales y que asegura estar aún en buen momento pugilístico y que tiene planes a corto, mediano y largo plazo.

Pacquiao es uno de los personajes más grandes de los últimos tiempos en el boxeo y es casi un culto para todos los que están a su lado.

"Estoy bien, me siento bien conmigo mismo y eso es lo más importante a estas alturas de mi carrera", dice Pacquiao el miércoles en entrevista exclusiva con ESPN, sentado en medio de una muy lujosa habitación del Venetian Hotel de Macao, donde el domingo pondrá en juego su cinturón welter de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) ante Chris Algieri.

Mientras Pacquiao habla, toda su veintena de acompañantes calla. Observan de manera detenida cada uno de sus movimientos y escuchan lo que tienen que decir.

Pacquiao por momentos sonríe de manera espontánea, en otros parece más forzada su risa. Sus respuestas sus escuetas y cuesta trabajo provocar con las preguntas que hilvane algunas frases.

"Este campamento (de entrenamiento) fue diferente porque fue en Filipinas, donde pude concentrarme mejor", dice. "Siento que regresó el Manny de antes, con esa hambre de ganar y demostrar que puede acabar con sus rivales".

El filipino estará este fin de semana en su pelea 64 profesional, de las que ha ganado 56 y perdido cinco; empatado dos y noqueado 38, aunque ninguno en casi cinco años, desde que noqueó a Miguel Cotto en el 2009.

-- ¿Pueden regresar los nocauts?

"Ya veremos", responde Pacquiao de manera muy escueta.

El filipino suelta una carcajada cuando se le menciona que Algiera está convencido de que puede derrotarlo.

"Es un buen muchacho", menciona. "Veremos... Muchos han dicho lo mismo y no han podido...".

Pacquiao asegura que el poder y la velocidad serán sus principales herramientas en una pelea en la que considera que tendrá que salir a buscar a su rival, algo que acepta el propio Algieri.

"Vamos con una estrategia inteligente", dijo Algieri esa misma mañana, horas antes de la entrevista con Pacquiao. "Tiempo y ritmo vence velocidad. Esta es una batalla de inteligencia".

"Es una batalla como de ajedrez pero con muchos golpes", agregó el estadounidense. "No estamos preocupados por lo que Manny hará en la pelea. Él debería estar preocupado con respecto a lo que nosotros haremos".

Pacquiao por momentos parece cansado de las advertencias de sus rivales a la prensa.

-- ¿Cómo puedes estar seguro de que Algieri no vendrá a Macquiao y hará lo que alguna vez tú hiciste, vencer a los favoritos?

"Estoy listo para pelear. Mi tiempo no ha terminado en el boxeo. Mi viaje continuará", responde. "Me preparé bien al lado de mi familia... bueno algunos no son realmente mi familia, pero están cerca de mí".

El campeón, de 35 años, niega que esté aburrido de la rutina previa a una pelea, incluyendo la preparación y la promoción.

Pacquiao luce mucho más cómodo cuando habla de sus creencias religiosas y la misión que considera el destino puso frente a él.

Reitera que tiene la obligación de cuidar a su familia, de proteger a sus hijos y, sobre todo de ayudar a sus compatriotas.

Pero también de la obligación que tiene con el deporte de sus amores, con sus seguidores, de tratar de hacer las mejores peleas, aunque lastime oponentes, como mencionó su entrenador Freddie Roach.

En años recientes Pacquiao consideraba que era inapropiado pensar de esa manera.
"Entiendo que eso es parte de mi trabajo", dice.

Al final, Pacquiao termina la entrevista; agradece de manera educada, como siempre. El ambiente parece relajarse.

Y sale de la habitación acompañado por su escolta de amigos, parientes y asociados, por el pasillo, donde otro tanto de personas, incluido personal de seguridad del hotel, observa con clara admiración en el rostro.

"Verán el trabajo duro que hicimos en el gym este domingo", dice con una sonrisa a manera de despedida.