<
>

Visita imposible del Espanyol al Barça

Getty Images

BARCELONA -- Desde el 21 de febrero de 2009 el Espanyol no saborea la felicidad en un derbi catalán. Aquella tarde, dos goles de Iván de la Peña (futbolista de referencia en la cantera culé una década antes) dieron una impensable victoria al equipo que entrenaba Mauricio Pochettino en el Camp Nou.

Fue una victoria alucinante por cuanto el Barça de Guardiola llegaba a aquel duelo con una mochila de 18 victorias y 3 empates en el campeonato de Liga. Desde entonces, ocho victorias del Barça y dos empates alumbran la estadística de los derbis, cada día más favorables a un equipo azulgrana, que se presenta mañana con la inexcusable categoría de favorito.

Aquel de 2009 fue un duelo para la historia blanquiazul puesto que significó el despegue hacia la salvación del Espanyol, aunque no pesó en el ánimo azulgrana, que acabaría conquistando el título liguero. El primero de la era de Pep Guardiola.

Es el ejemplo al que se agarran los periquitos. Desahuciado y colista tras enlazar 13 jornadas sin ganar (seis empates y siete derrotas), el Espanyol obró el mayor milagro de la historia moderna del fútbol en los derbies. Y, más o menos, es el escenario al que se enfrenta mañana frente al gigante azulgrana.

"Les debemos una alegría a nuestros aficionados", sentenció el portero Kiko Casilla, consciente de la dificultad de la empresa. No en vano, el Espanyol apenas ha ganado tres de los 34 partidos que han disputado este siglo los dos equipos catalanes, mientras que el Barça se ha llevado la victoria en 22 de ellos, confirmando que la diferencia entre ambos es abismal.

Un gol de Alexis Sánchez decidió el último derbi en el Camp Nou el pasado mes de marzo, en que el Barça del Tata Martino sufrió lo indecible para derrotar al Espanyol de Javier Aguirre, quien sin saborear nunca ni un simple empate, sí supo convertir los duelos en extremadamente incómodos para un equipo azulgrana que mañana deberá encontrar un triunfo balsámico y necesario para seguir a la estela del Real Madrid.

"Son partidos especiales en los que no cuenta tanto la clasificación como la ilusión", remarcó Sergio González, el entrenador de un Espanyol que como futbolista tuvo que esperar a su fichaje por el Deportivo de La Coruña para ganar al Barça. Antes, como periquito, perdió cuatro partidos y empató otros tres en una era que entre uno y otro no difiere tanto de la actual.

Ahora la actualidad barcelonista vive más pendiente de encontrar un rumbo correcto que de pensar expresamente en el rival. A Luis Enrique le ocupa romper con el tópico de la duda respecto al fútbol de su equipo, dar con la tecla en el juego de combinación que nace de un centro del campo continuamente señalado y convertir la defensa en una zona segura a través de esos centrales que tantos dolores de cabeza le han dado.

En 19 partidos oficiales, el entrenador asturiano ha utilizado 19 alineaciones diferentes. Existe la sensación de haber un once de referencia, sí, pero los cambios en la zona de creación, con Xavi entrando y saliendo del equipo sin más, con Rakitic cambiando su rol o Iniesta apartado por lesión, convierten en un galimatías adivinar los planes de su técnico.

Más aún, pensando en el definitivo partido del miércoles frente al PSG, hay quien entiende que Luis Enrique pudiera enseñar alguna sorpresa indefinida, como se contempla la presencia de Bartra en el lateral derecho con vistas a ese encuentro en el que Alves, sancionado, no podrá jugar. Y a la vista del nulo protagonismo de Douglas o Montoya no sería una sorpresa mayúscula que el catalán le ganase la partida en el puesto a Adriano, la otra alternativa que se maneja en el entorno.

El Espanyol se agarra a la épica y el Barcelona a la lógica. Diez derbis suma el equipo blanquiazul sin ganar y todo hace pensar que la balanza volverá a inclinarse del lado azulgrana. "Los partidos hay que jugarlos y conozco bien la intensidad que ellos pondrán en el juego" avisó Luis Enrique, desconfiado de ese papel de favorito que le conceden todas las apuestas.

Tras aplastar al Sevilla y sufrir en Valencia, el Barcelona encara un final de año a todo ritmo que le presenta el examen frente al PSG como su prueba mayúscula la próxima semana. Después, Getafe y Córdoba serán los últimos rivales de un 2014 que el equipo azulgrana puede cerrar con optimismo.

Pero antes de todo ello, antes incluso de presentarse a la batalla mayúscula de la Champions, el Barça debe pasar la prueba del derbi. Las tres victorias consecutivas ante Almería, Sevilla y Valencia quedan atrás porque el día a día no ofrece descanso.