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Mundial a la vista

BUENOS AIRES -- San Lorenzo acaba de ganarle a Vélez (todos se abusan de Vélez últimamente), en el partido previo a su excitante excursión a Marruecos, donde jugará el Mundial de Clubes y se codeará con la flor y nata del fútbol planetario.

Alguno podrá pensar que es la frutilla del postre, una yapa. Y que lo importante ya lo consiguió: la largamente codiciada Copa Libertadores. Era el único club grande que nunca se la había llevado a su salón de trofeos y esa falta pesaba como una humillación.

De todos modos, cuando uno está en el baile, más vale bailar. Y dejar que despeguen las ilusiones, incluso las más descabelladas. Como aquella que pinta a San Lorenzo vencedor del Real Madrid en una histórica final.

Los grandes acontecimientos de la pelota sirven para hacer estas proyecciones eufóricas, para soñar en grande. Es una de las prerrogativas por haber llegado tan alto y es mejor aprovecharla. Aunque la pérfida realidad luego se ocupe de desmentirnos.

El triunfo frente a Vélez, fruto del oportunismo de San Lorenzo y de la negligencia del equipo local, no habla todavía de una recuperación firme del equipo de Bauza. Es cierto que antes goleó a Estudiantes, pero aun así todos saben que esta gran cita internacional le llega, digamos, un poco tarde.

Con bajas sensibles y con una merma notoria en el rendimiento de aquella formación –un dechado de pragmatismo– que supo trabajar cada partido hasta conquistar la Copa Libertadores.

La pregunta es si el nivel del fútbol criollo es una vara confiable para estimar las posibilidades de San Lorenzo. La habilidad de Verón, gran argumento ofensivo en estas tierras, ¿tiene chances de desequilibrio ante un campeón de otras latitudes, por ejemplo de África? El Pichi Mercier, temible marcador en el uno contra uno, ¿podría siquiera hacerle sombra a Cristiano Ronaldo? ¿San Lorenzo tiene un fútbol a la altura de las circunstancias o su hábitat es el cabotaje?

En cualquier caso, el Mundial es un campeonato corto, muy corto, que requiere, como en la Libertadores, una rigurosa planificación de cada juego (serán dos) para hacer un papel decoroso.

Se supone (lo supone Bauza) que San Lorenzo enfrentará en el encuentro del debut a ES Setif, campeón de África. Si pasa ese escollo en la semifinal, le restará jugar por el premio principal. Casi seguro ante el Real Madrid. No se trata de prepararse para una competencia de largo aliento y de rivales cambiantes.

Es un desafío relámpago. Entre el empujón anímico de dos victorias consecutivas y la mano de Bauza para los torneos breves, quizá se pueda pensar en una gratificación muy superior a la que prevén los analistas más sensatos.

Real Madrid tiene mucha mayor jerarquía que San Lorenzo, está fuera de discusión. Pero la comparación quedará limitada a un solo partido. Un tiempo breve donde no siempre se impone la cruda lógica ni los méritos acumulados.