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El Señor de los Anillos

USA TODAY Sports

LeBron James y Kevin Durant son las dos grandes estrellas de la NBA y están un paso adelante del resto como jugadores y embajadores de la liga, pero por más notoriedad que ellos tengan existe algo indiscutible que los separa: LeBron tiene dos anillos de campeón y va en busca de un tercero, Durant todavía anhela alzar el Trofeo Larry O´Brien por primera vez en su carrera.

No te angusties, Durant. Hace no mucho tiempo tu más acérrimo rival estaba parado en el mismo lugar que ti y hoy en día es ídolo mundial y prócer de una ciudad entera.

El paso de los años puede ser absolutamente desesperante, y por más que la habilidad suprema de Durant se vea reflejada en su galardón como Jugador Más Valioso de la temporada pasada y en sus cuatro ocasiones como máximo anotador de la liga, las distinciones individuales eventualmente se convierten en algo agridulce con el paso del tiempo.

Durant tiene apenas 26 años de edad y está en su plenitud absoluta, pero la realidad indica que él ya lleva siete años como jugador profesional y lleva en sus hombros a la carga de una franquicia que forma parte de una ciudad que deposita todas sus esperanzas en él.

¿Acaso eso suena familiar? Por supuesto que sí, LeBron solía lidiar con el mismo peso en sus espaldas durante su primera etapa con los Cleveland Cavaliers y de alguna manera todavía lo hace ahora.

Eso sí, el Rey actualmente preside sobre su reino con mucha más calma que antes de partir hacia Miami gracias al cachet otorgado por los títulos que él obtuvo con el Heat.

Si Durant en verdad aspira a expandir su legado y alcanzar a LeBron, su principal objetivo debe ser que su equipo se potencia gracias a él y viceversa. Si eso no sucede, el 2015 puede llegar a ser todo un calvario para él.

Teniendo a esto en cuenta, el futuro de Durant y el Thunder podría tener como espejo al pasado de LeBron y los Cavs. Uno puede aprender de los errores de otros o atenerse a las consecuencias de repetir la historia.

Al igual que Durant, LeBron también fue nombrado como JMV en el 2009 tras su sexta temporada con el equipo que originalmente lo seleccionó en el Draft. Es más, si comparamos a las respectivas estadísticas del KD 2014 vs. LBJ 2009, ellas nos revelan mucho sobre el desarrollo de Durant comparado con el de James.

Antes que nada, vale la pena apuntar que ambos se dieron un baño de humildad en las Finales de la NBA un par de años antes de las temporadas que estamos por repasar, LeBron contra los San Antonio Spurs en el 2007 y Durant contra el Miami Heat del mismo James en el 2012.

Eso sucedió dos años antes de que ellos alcanzaran la cima en lo individual y cayeran derrotados en las finales del Este y el Oeste durante sus temporadas como Jugadores Más Valiosos ante equipos más completos, LeBron en el 2009 contra el Orlando Magic y Durant este año contra los Spurs.

¿ Mera coincidencia o paralelo alentador? Después de todo, LeBron regresaría a las Finales de la NBA en el 2011 y se coronaría como campeón un año después.

Durant promedió más puntos en el 2014 que LeBron en el 2009, 32,0 a 28,4, pero eso es natural debido a la predisposición innata del alero del Thunder como anotador y de la superestrella de los Cavs como creador.

Sin embargo, LeBron era un jugador más completo al promediar más rebotes (7,6 a 7,4), más asistencias (7,2 a 5,5) y más balones robados (1,7 a 1,3) por encuentro a la misma altura de su carrera. Esa versatilidad superior todavía no ha cambiado.

A la misma vez , Durant cuenta la suerte de ser adorado casi universalmente, eludiendo las críticas que plagaban a LeBron día tras día por gente que lo consideraba un pecho frío, un jugador incapaz de elevar a su equipo al próximo nivel y llevarlo a la gloria.

LeBron tampoco tenía a cracks como James Harden y Russell Westbrook a su lado cuando perdió en las Finales contra San Antonio.

Daniel Gibson era su equivalente Westbrook y Sasha Pavlovic era su Harden, y aun así la lupa estaba firmemente sobre él como la supernova incandescente que eventualmente explotaría de frustración.

Durant, por su parte, no necesita irse de Oklahoma City para aprender su propia lección, por más que los rumores sobre su partida lo persigan hasta el 2016. Él en realidad tiene dos opciones que puede elegir esta temporada.

La más fácil es escudarse en que la lesión que lo marginó del arranque de esta temporada y propinó una marca abismal del Thunder de 5-12 sin él ni Westbrook en la cancha, aceptar que la adversidad lo abrume y dejar que otro año pase viendo como otros levantan la copa.

Nadie lo culpará por ello, después de todo la colina era demasiado empinada para cuando él comenzó a escalarla, y su desarrollo individual probablemente seguiría estando a la par de la del LeBron versión 2010.

La segunda opción es mucho más ardua, una misión prácticamente imposible: Ponerse al equipo al hombro y ganar 42 de los 61 juegos que quedan comenzando con el de este jueves en Cleveland, prevalecer en los playoffs de la Conferencia Oeste y posiblemente las Finales sin la ventaja de arrancar o definir en casa y erguirse como leyenda de este deporte, superando las expectativas.

Por más similitudes que haya entre LeBron y Durant, lo que más importa es la principal diferencia entre ambos: Uno tuvo que atravesar a su peor infierno deportivo e irse a Miami para aprender a como ser un verdadero campeón, el otro puede tomar ese legado y superarlo.

Las coincidencias en realidad no existen, lo que vale es el trabajo y el esmero.

LeBron tuvo que esperar casi una década entera para verse recompensado por ello, queda por verse si la vigilia de otro crack como Durant será igual de extensa o si su destino es llegar a la cima en junio del año que viene.