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Miguel Herrera, estrella de rock

El 2014 es el año que Miguel Herrera tiene como su favorito en su carrera profesional. Llamado de urgencia para salvar a la selección mexicana, que se hundía tras vivir una eliminatoria de pesadilla, la aventura del "Piojo" como entrenador del Tri continuó con éxito en el Mundial de Brasil 2014.

Herrera es un personaje atípico en el fútbol mexicano e internacional. Al igual que en su etapa como jugador, es un entrenador y una persona frontal, directa. Como futbolista nunca se guardó nada, vivió cada partido como si fuera el último.

Esa actitud lo llevó al éxito con Atlante, que obtuvo el título en 1992-93, y con Toros Neza, que fue subcampeón del Verano 97. Con la selección mexicana jugó la eliminatoria rumbo al Mundial de Estados Unidos 1994, pero un arrebato contra Honduras le costó caro a Miguel, quien fue marginado del Tri luego de ver la roja tras una dura patada sobre Dolmo Flores en el Estadio Azteca.

Miguel Mejía Barón, entonces director técnico del Tri, no se tocó el corazón y dejó de convocar al "Piojo" y, por lo tanto, el también ex jugador de Santos, Querétaro y Tecos se perdió el Mundial estadounidense. Su revancha llegó 14 años después, pero como entrenador.

A lo largo de su carrera profesional, Miguel se ha hecho famoso por la forma de vivir los partidos, por su festejos. Su celebración en el campeonato con el América, y después los goles de México en el repechaje mundialista contra Nueva Zelanda, le dieron la vuelta al mundo.

Su entusiasmo y su carisma contagiaron a la selección mexicana, que se encontraba en coma y al borde del precipicio. Cuando ya nadie creía en el equipo, Miguel le devolvió la confianza, la fe, gracias a su entusiasmo, su seriedad, trabajo y su pasión. Los futbolistas también recuperaron la esperanza en el Tri porque creyeron en el "Piojo". Miguel se ganó la confianza de los jugadores porque les habla sin tapujos.

Cuando lo haces bien, te alaba, te elogia, pero cuando lo haces mal, te lo dice en la cara, no en la espalda, ni te manda al frente con los medios. "Miguel es un gran técnico, y se ganó el respeto de los jugadores porque dice lo que piensa y lo que espera de nosotros. Es muy claro y sabemos que nos va a defender", dijo Rafael Márquez en una entrevista exclusiva con ESPN Deportes La Revista.

La personalidad de Miguel no la tiene nadie más en el medio futbolero mexicano. Frontal y sin desviar la mirada, Herrera ha vivido a lo largo de su carrera como un entrenador sin temor al qué dirán de directivos, jugadores o colegas, tal como le sucedió hace algunas meses, primero con Mejía Barón, a quien calificó como el único entrenador que no le ha dejado nada en el fútbol, sólo "recuerdos nada gratos". Igualmente Tomás Boy, quien dijera: "¡Ay, Miguelito!, tan ingenuo que cree que por capacidades está en esa silla (de la selección mexicana)".

Para Herrera no fue sencillo contenerse, pero le dio al "Jefe" una cachetada con guante blanco:

"Yo tengo un Mundial por delante y él tiene que salvar a su equipo del descenso. No hay dimes y diretes, ni nada. Yo me voy a enfocar en dar los resultados que se pretenden, y él que se enfoque en el Atlas para poder salvarlo del descenso y punto final".

La tarde es cálida, a pesar de que el otoño ha llegado a la Ciudad de México.

Al sur de la capital del país, Miguel Herrera no para de contestar las llamadas que timbran en su teléfono celular. Televisoras, radiodifusoras, revistas y periódicos buscan la opinión del "Piojo". Mientras su esposa e hijas se preparan para sentarse a la mesa a comer, Miguel habla y habla, no se puede despegar del móvil.

Da sus puntos de vista, contesta cualquier pregunta incómoda y se acomoda finalmente para charlar con ESPN Deportes La Revista acerca del 2014 que casi termina y sobre un 2015 lleno de ilusiones, torneos y nuevos momentos clave para el Tri. Miguel se quita una camiseta informal y se pone su playera de concentración de México.

Alza la cara, se arregla el cabello y reconoce que 2014 fue su mejor año a nivel profesional. "Fue un año diferente para mí. Vinieron cambios, tomé a la selección previo a un Mundial, para mí fue un éxito haber llegado a ser director técnico de un representativo nacional.

Se hizo un Mundial aceptable, siempre lo he dicho, fue aceptable. Los jugadores hicieron un Mundial bueno para ellos y para todos, pues realmente no conseguimos llegar a siete juegos en Brasil.

"Estuvimos cerca de dar ese campanazo en el Mundial, de pasar al quinto juego... y, obviamente, se hubieran abierto muchas expectativas, pero de por sí, nuestro grupo era fuerte y nuestro cruce también lo fue. Nos quedamos a nada y parte de ello fue nuestra culpa, nuestras distracciones.

"A pesar de todo lo que se ha hablado del segundo gol de Holanda, nosotros tuvimos gran culpa, pues dejamos de manejar la pelota como lo estábamos haciendo". Copa América, Copa Oro y eliminatorias, ésos son los desafíos de Miguel Herrera para el año que está por comenzar. El reto, además, será renovar al Tri con hombres llenos de calidad y hambre de ser figuras del equipo de todos los mexicanos.

"Queremos entregar una mejor selección con los nuevos llamados. Deseamos hacer una mayor competencia interna. Estamos muy conscientes de que la Copa Oro es la importante; tenemos que ganarla por fuerza. Y en Copa América debemos volver a posicionarnos, pues quedamos mal parados en el último torneo, un poco por Concacaf que nos obligó a ir con jóvenes, y tenemos que dejar de lado todo lo que pasó. Son torneos importantes en todo 2015 y tenemos que hacer dos selecciones sólidas".

El "Piojo" no se guarda nada. Sincero en cada respuesta, reconoce que cuando arrancó su carrera como entrenador con los "Potros de Hierro" del Atlante en 2002, tuvo como objetivo sentarse en el banquillo del técnico de México. "Desde que me puse la meta de ser director técnico, sí soñaba con ser entrenador de la selección mexicana. Después podré comenzar a pensar en otras cosas, como ir a Europa, otra selección y otros retos más. Pero como técnico, esto es el top: dirigir la selección de tu país. Es el reconocimiento a tu trabajo".

Después del Atlante llegó la oportunidad del Monterrey, donde se consolidó como entrenador. Muchos buenos momentos, trajes de lujo en cada partido... y un par de finales perdidas.

"Con 'Rayados' firmé un buen contrato y crecí. Normalmente tuve a mi equipo en la Liguilla y comencé a llegar a las finales".

Después llegó a al Veracruz, donde vivió su peor etapa. Miguel miró de frente al fantasma del descenso y comprendió que no todo es miel sobre hojuelas en la carrera como director técnico. "Ése ha sido el pasaje de mucho mayor aprendizaje, pues tuve que aprender a decir que 'no' cuando no se tienen que tomar las cosas.

Y no porque el grupo era malo, sino que el manejo del equipo era muy malo. Pues entre el gobierno y gente que estaba por ahí, no dejé de conocer directivos hasta dos fechas antes de que terminara el torneo, cuando ya estábamos prácticamente descendidos". Tiempo después entrenó a los Tecos de la UAG y a los Potros nuevamente hasta que llegó la oportunidad del América.

Pisar el Nido de las Águilas del América y ganar el título de Liga frente a Cruz Azul en una final cardiaca en el Estadio Azteca han sido los momentos que pusieron a Miguel Herrera como candidato natural para llegar al Tri.

"Después llegué al América, vino ese cambio. Me da un total crecimiento, un equipo importantísimo, con los reflectores todo el tiempo, todo mundo está atento y, claro, o lo odian o lo quieren". El lado humano del "Piojo" no tarda en aparecer.

Como padre, hijo, esposo y amigo, Miguel es reconocido en todos lados. Es un "güey" que todos quieren. "Sí estoy muy bien educado para ser un muy buen padre, buen hijo, buen hermano, buen amigo, buen compañero. Cada día trato de ser mejor persona. Mi abuela y mi madre me educaron para ser mejor ser humano. "Como padre soy muy barco (buena persona). Mis hijas haciendo 'ojitos' o diciéndome: 'te amo, te quiero' ya les doblé las manos, cuando las tengo que regañar. Ése es el eterno pleito con mi esposa: tú eres el bueno, yo soy la mala".

Miguel no duda y recita con una sonrisa en el rostro: "Son mujeres las que tengo, vivo con ellas. Como dice y canta mi amigo Alejandro Fernández: 'Vine al mundo a adorar a las mujeres'. De ellas está rodeado mi destino: mi mamá, mi abuela, mis cuatro hermanas, tengo dos hijas, mi mujer, en la casa hay otras dos chicas que nos ayudan con el servicio... ¡todas mujeres! Es sensacional.

"Yo trato de ser buen padre, darles lo mejor a mis hijas. A veces exagero dándoles de más, pero bueno, es lo que siento, a pesar de que el fútbol me ha absorbido muchísimo. Ellas han apoyado mi trabajo".

El apoyo y la educación que su madre le ha brindado a Miguel han sido parte fundamental del fuerte carácter que lo dejó salir adelante en un mundo lleno de retos, dentro y fuera de las canchas. "Intento tener bien a mi madre... mi abuela se nos adelantó en el camino, pero trato de que mi mamá disfrute su vida, ya está grande y quiero que esté bien, que esté sana. Es lo único que pido. Podré caerle bien a unos y a otros no, pero yo siempre trato de ser un buen ser humano. Quiero que digan de mí: 'Este güey es a toda madre'".